El acusado de la brutal agresión de Alicante aduce un «arrebato de celos»

Efe ALICANTE

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La víctima no ha declarado en el juicio. Pese a que retiró la denuncia después de ponerla, la Fiscalía actúa de oficio por contar con las imágenes grabadas y pide para el agresor dos años y tres meses de cárcel

09 dic 2016 . Actualizado a las 15:48 h.

El joven de 22 años detenido tras ser grabado por una cámara de seguridad propinando una paliza brutal a su pareja en el portal de una casa de San Juan de Alicante se ha mostrado este viernes, en el alegato final del juicio, arrepentido y ha aducido que sufrió «un arrebato de celos».

Aunque al inicio de la vista oral, celebrada en el juzgado de lo Penal 6 de Alicante, tanto el acusado, de nacionalidad ucraniana, como la víctima, húngara de 38 años, se han negado a declarar, el presunto agresor ha utilizado su derecho a la última palabra al final de la vista para pedir perdón a las mujeres que se hayan «sentido identificadas en esas imágenes».

La fiscalía ha elevado su petición de pena desde los nueve meses de prisión que planteaba inicialmente hasta dos años y tres meses de cárcel, al considerar que los hechos no son un simple maltrato sino un delito de lesiones.

La representante del ministerio público entiende que el vídeo, ampliamente difundido por los medios de comunicación y que coincidió con el día internacional contra el maltrato (25 de noviembre), es «un clamoroso ejemplo de la violencia de género» en el que el agresor «muestra una actitud de dominio» hacia su víctima y ésta se encuentra «sometida al yugo» por «temor o dependencia emocional».

Por su parte, el abogado defensor ha retirado su petición de nulidad de las imágenes, pero sí ha denunciado una vulneración de derechos fundamentales a su defendido por los cambios que ha introducido la fiscal en su escrito de acusación.

El letrado se ha quejado del «trato» que se ha dispensado a su cliente, que relaciona directamente con la difusión del vídeo, y ha expresado la disposición de su cliente a conformarse con la condena de nueve meses de cárcel a la que se enfrentaba inicialmente y que rechazó antes de la vista.

Los hechos tuvieron lugar el pasado 20 de noviembre, cuando la víctima, Esther Grabiela M., llegó al portal de su edificio y fue recibida por su pareja a golpes. El acusado por la agresión, Narkis Y., le propinó varios puñetazos, incluso después de derribarla, cuando se hallaba aturdida en el suelo y luego salió a la calle para comprobar que nadie le había visto para regresar al zaguán del edificio y continuar con la paliza, tal y como muestran las imágenes grabadas.

La agresión se prolongó durante cinco minutos, tiempo en el que el detenido llegó a arrastrar a la mujer por los pelos en la escalera y la introdujo en el ascensor.

Gracias al vídeo que le facilitaron los vecinos, que habían instalado las cámaras de seguridad en el portal tras sufrir algunos robos, la Guardia Civil detuvo tres días después al presunto agresor. El detenido compareció ante una juez especializada en violencia machista dos días después, se negó a declarar y rechazó el acuerdo de conformidad que le ofrecía la fiscalía, de 9 meses de prisión.

Mientras tanto, la perjudicada rehusó denunciarle, se acogió a la dispensa legal que le permite no testificar contra su pareja e, incluso, se negó a que la examinara un médico forense.

La mujer ha mantenido este viernes la misma postura y se ha negado a contestar tanto las preguntas de la fiscal como del abogado del presunto maltratador, que se encuentra en prisión preventiva a la espera de sentencia.

Por su parte, Narkis Y. solo ha realizado un alegato al final del juicio para, entre lágrimas, pedir perdón a la «comunidad de mujeres que se haya sentido identificada con esas imágenes». Ha señalado que él «no ha tocado en la vida» a una mujer, pero que ese día sufrió un «arrebato de celos», una especie de «locura», porque Esther había estado hablando con otro chico en una discoteca y luego había llegado al edificio con él.

«No sabía lo que hacía. Pero quiero dejar claro que ella nunca se ha sentido amenazada y no tiene miedo de mí. Nosotros éramos felices y no nos faltaba de nada», ha declarado.

Por el contrario, varios guardias civiles que se entrevistaron con la agredida han asegurado que ella sí se sentía «atemorizada», sentía pena por él porque venía de una «familia muy humilde» y no quería denunciar la agresión.