Trump se rodea de plutócratas en el Gobierno más rico de la historia

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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TASOS KATOPODIS | Afp

El presidente electo comienza su «gira de la victoria» para agradecer su elección

02 dic 2016 . Actualizado a las 09:16 h.

Cuando George W. Bush conformó su primer Gabinete en el 2001, los medios lo bautizaron como «el equipo de los millonarios» por acumular una fortuna cercana a los 250 millones de dólares. Hoy, la cifra supone la décima parte de la riqueza que acumula un solo miembro de la futura Administración Trump. El presidente electo tendrá al Gobierno más rico de la historia moderna de EE.UU. Hombres que nacieron ricos, crecieron ricos y ya siendo adultos, incrementaron todavía más sus fortunas. Pero ¿puede alguien con miles de millones en su bolsillo y tan alejado de los problemas reales de la población, llegar a empatizar e incluso beneficiar con sus políticas a la clase trabajadora?

Desde el entorno de Donald Trump aseguran que son precisamente los outsiders de Washington los más capaces para conseguir que el sistema beneficie a la clase trabajadora. Sin embargo, su riqueza colectiva y sus posiciones, chocan frontalmente contra muchas de las promesas que el neoyorquino lanzó en campaña, cargando contra Wall Street y su influencia en la política.

Sus últimos nombramientos son un ejemplo de ello. Willbur Ross, futuro secretario de Comercio, acumula una fortuna de 2.500 millones de dólares, mientras que su número dos y futuro subsecretario de Comercio, Todd Ricketts, es también miembro de una familia multimillonaria y dueña del equipo de béisbol de los Chicago Cubs. El caso de Steve Mnuchin, es otro de los más comentados. Estará a cargo del Tesoro siendo un exbanquero de Goldman Sachs, con una fortuna que supera los 46 millones de dólares. Su patrimonio es una minucia comparado con los 5.100 millones de la familia de Betsy DeVos, futura secretaria de Educación y quien invirtió millones de dólares en campañas políticas. No hay más que ver su mesa de trabajo repleta de fotografías junto a Bill Clinton o Michael Bloomberg. El equipo lo completan por el momento, Tom Price, futuro secretario de Sanidad, con más de 13 millones, seguido por los casi 8 millones de Jeff Sessions, próximo fiscal general.

«La perspectiva y política de cada persona están moldeadas por el tipo de vida que has tenido», reflexiona Nicholas Carnes, analista político de la Universidad de Duke. Los votantes obviaron la propia opulencia de Trump, pero ahora la cuestión es si con sus antecedentes repletos de privilegios, su Gobierno acabará beneficiando a los ricos.

«Es un hipócrita y lastimará a la clase trabajadora», dijo el senador Bernie Sanders. El demócrata alertó que acuerdos como el que el magnate cerró con la empresa Carrier para mantener puestos de trabajo en Indianápolis, en lugar de llevarlos a México, a cambio de 7 millones en descuentos fiscales, alimenta «la codicia corporativa», ya que muchas empresas podrían utilizar su misma estrategia. El presidente electo salió por primera vez de su ático en Manhattan para iniciar en Indianápolis su «gira de la victoria», para agradecer su elección a los votantes de estados industriales claves como Ohio. 

Putin vende la unión antiterrorista que rechazó Obama

Vladimir Putin continúa insistiendo en la necesidad de recomponer las relaciones con Estados Unidos, ya que piensa que será más viable con Donald Trump que lo fue con Barack Obama. A Trump le propuso ayer cooperar con Rusia para crear una «alianza contra el terrorismo internacional». Lanzó el ofrecimiento en su discurso anual ante las dos cámaras del Parlamento, pronunciado, como es tradicional, en la suntuosa sala de San Jorge del Kremlin.

«Rusia está dispuesta a cooperar con el nuevo Gobierno estadounidense (...) tenemos que normalizar las relaciones bilaterales sobre una base de igualdad y beneficio mutuo», declaró. Putin dijo confiar en «aunar esfuerzos con EE.UU. en la lucha contra una amenaza real, no inventada, como es el terrorismo». A su juicio, «tenemos una responsabilidad común».

Aseguró que Rusia no busca «antagonismos» ni «enemigos», pero advirtió que «defenderá sus intereses» sin vacilar. A este respecto alertó, una vez más, que «cualquier intento de romper la paridad estratégica es extremadamente peligroso y puede llevar a una catástrofe global». La ampliación de la OTAN y el despliegue de su escudo antimisiles se inscriben, de acuerdo con lo que viene denunciando desde que llegó al poder, dentro de las amenazas capaces de vulnerar ese equilibrio nuclear. «Lamentablemente, las décadas pasadas desde el final de la guerra fría han pasado sin pena ni gloria», dijo Putin, señalando que no se extrajeron las debidas conclusiones. Según su opinión, hace falta «un diálogo serio para la construcción de un sistema estable de relaciones internacionales en el siglo XXI». «La seguridad y posibilidad de desarrollo debe ser, no solo para los elegidos, sino para todos los países y pueblos», añadió. Según algunos de los principales politólogos, Putin aboga por un gran pacto internacional que reconozca las «peculiaridades» de cada estado y el derecho de Rusia a optar por su propio modelo de desarrollo y a tener su zona de influencia.