Las reacciones a la muerte de Barberá evidencian la crispación en la política

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

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Populares y PSOE critican a Iglesias por no seguir el minuto de silencio del Congreso

24 nov 2016 . Actualizado a las 11:55 h.

La muerte de la senadora y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá a los 68 años de edad, dos días después de haber declarado ante el Tribunal Supremo por un presunto delito de blanqueo de capitales, puso en evidencia la extrema crispación de la política española. Varios dirigentes del PP responsabilizaron de su fallecimiento a la presión mediática y política que había sufrido, olvidando que fue su propio partido quien la forzó a darse de baja de la formación en la que estuvo toda su vida y la expulsó al Grupo Mixto de la Cámara alta. Una y otra vez, tanto Mariano Rajoy como otros responsables del PP habían destacado que Barberá ya no formaba parte del PP y no tenían que decir nada sobre su situación judicial. Por su parte, Unidos Podemos se ausentó del minuto de silencio que guardó el Congreso, al que sí asistió Compromís, que ha sido el principal azote contra la corrupción del PP valenciano.

Mariano Rajoy declaró que Barberá dedicó todo su vida a Valencia y al PP, reveló que habló con ella antes de que declarara ante el Tribunal Supremo y dijo sentirse «enormemente apenado». «Esto es muy duro», afirmó visiblemente emocionado . La secretaria general, María Dolores de Cospedal la calificó de «una magnifica política, una mujer honrada y muy honesta, una gran española». 

Cacería, linchamiento

Otros responsables del PP denunciaron que la senadora sufrió una persecución por parte de los medios de comunicación injustificada y pidieron que se reflexione sobre lo sucedido. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, señaló que «cada uno tendrá sobre su conciencia lo que ha hecho y lo que ha dicho, las barbaridades que se le han atribuido sin ninguna prueba ni justificación». El diputado y expresidente del Congreso Jesús Posada aseguró que «se la ha perseguido, ha sido una cacería totalmente injustificada». «Se ha sometido a Rita Barberá a una persecución brutal, la habéis condenado a muerte», afirmó la diputada Celia Villalobos. «Ha sido linchada durante mucho tiempo, política y mediáticamente», sostuvo Rafael Hernando, portavoz popular en el Congreso. «Aquí se ha producido un linchamiento moral antes de que hubiese un pronunciamiento judicial», afirmó el exministro Margallo.

José María Aznar emitió un duro comunicado que significaba una pulla a Rajoy, en el que lamenta que Barberá «haya muerto habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida» y «antes de ver archivada la causa abierta contra ella y, con ello, restablecido el buen nombre que para mí siempre tuvo». 

Iglesias, orgulloso

Iglesias justificó la ausencia de los diputados de su grupo en el minuto de silencio diciendo que se trataba de un homenaje póstumo a una persona «cuya trayectoria ha estado marcada por la corrupción» y se mostró orgulloso de la decisión. El portavoz de Compromís, Joan Balldoví, no se mostró de acuerdo ya que consideró que no era un homenaje a la figura de Barberá sino una expresión de duelo por su muerte. Los senadores de Unidos Podemos sí asistieron al minuto de silencio del Senado. No consta que se hayan guardado minutos de silencio a senadores en el Congreso.

PP y PSOE coincidieron en criticar a Unidos Podemos. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría dijo que hay que distinguir «la dureza de la crueldad». Rafael Hernando afirmó que con esta acción el partido de Iglesias se situaba en la «marginalidad» y el secretario de organización, Fernando Martínez Maillo, calificaba su actitud de miserable. El diputado y expresidente del Congreso Patxi López dijo que «demuestra baja catadura humana y moral» y el portavoz socialista Antonio Hernando afirmó que «en política hay que saber comportarse».

Juan Carlos Cardenas | EFE

La familia no quiere en los funerales ni a autoridades ni a representantes de partidos

La familia de Rita Barberá expresó ayer su agradecimiento por las muestras de afecto recibidas tras su fallecimiento, pero consideró que no es conveniente que las instituciones públicas y los partidos políticos estén presentes en los actos fúnebres previstos para hoy. En un comunicado, la familia manifestó que quiere que se celebre en la intimidad, solo con familiares y allegados. Antes de conocer el comunicado, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, se puso en contacto con los familiares de Barberá para ofrecerles la posibilidad de instalar la capilla ardiente de la ex alcaldesa en uno de los salones del Ayuntamiento de Valencia. Una opción que descartó la familia. Mientras, la puerta de la casa de la senadora se convirtió en un improvisado altar donde amigos y ciudadanos acudieron a depositar flores y mensajes de recuerdo para la que fue alcaldesa de la ciudad durante 24 años.

Barberá murió en el hotel Villa Real de Madrid, situado frente al Congreso, de un infarto de miocardio, según confirmó la autopsia que se le practicó. A las siete de la tarde del martes llamó a su hermana María José, que observó que no se encontraba bien. Junto a un sobrino de la fallecida, se trasladaron de Valencia a Madrid a interesarse por su salud y pasaron la noche con ella. A las 7.03 de la mañana de ayer, la hermana llamó a los servicios de emergencia ante los síntomas de ahogo y ansiedad que presentaba Barberá. Los sanitarios le hicieron maniobras de reanimación cardiopulmonar durante más de 30 minutos sin éxito.

Hacía semanas que los senadores del PP veían a su excompañera de filas abatida, con aspecto desmejorado y apariencia de estar sometida a medicación. El último día que coincidieron con ella fue el pasado jueves, en el acto de apertura solemne de las Cortes. «Estaba atravesando una depresión muy profunda», desveló el exministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que añadió que estaba «muy triste y muy decepcionada» con algunos miembros de que fue su partido.