Una víctima del pederasta de Ciudad Lineal: «Un señor me ha engañado y me ha metido en un coche»

Efe MADRID

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La menor, de siete años, sufrió pesadillas con monstruos y esqueletos y  tenía miedo a que el presunto pederasta volviese a su casa y se llevase a su familia

22 nov 2016 . Actualizado a las 17:06 h.

El hombre que encontró a una de las víctimas del presunto pederasta de Ciudad Lineal (Madrid) ha declarado hoy en el juicio que halló a la niña sola debajo de un árbol «llorando y muy nerviosa» y que le dijo: «Un señor me ha engañado, me ha metido en un coche y me ha traído hasta aquí».

Se trata de una niña de 7 años y origen dominicano que fue presuntamente agredida por Antonio Ángel Ortiz el 22 de agosto de 2014 en un descampado del distrito madrileño de San Blas, donde fue encontrada.

El testigo ha declarado ante el tribunal de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid que juzga al presunto pederasta, de 44 años, para quien la Fiscalía pide 77 años de prisión por secuestrar y agredir sexualmente a cuatro niñas.

Ha dicho que encontró a la niña en el mencionado descampado durante su trayecto habitual de vuelta a casa, donde la halló sola, llorando y debajo de un árbol.

La niña estaba desorientada, no sabía dónde estaba y solo alcanzó a decir que se encontraba con sus abuelos pero que, en un momento dado, «un señor» la llevó hasta allí en un coche.

«Un señor me ha engañado, me ha metido en un coche y me ha traído hasta aquí», le dijo la menor al testigo.

Ambos buscaron el vehículo -presumiblemente un Citroen Xsara-, pero al no encontrar nada y al descubrir que los abuelos de la niña vivían «muy lejos», el testigo decidió llamar a la Policía.

Esta fue la segunda persona que se encontró a la menor minutos después de la agresión, si bien no fue capaz de decirle nada a la primera, salvo que se encontraba bien, porque en ese momento aún veía a su agresor, según testificó la semana pasada el agente que acompañó a la pequeña en la reconstrucción de los hechos.

También ha declarado hoy la psicóloga que atendió a la menor y a sus padres, quien ha manifestado que la niña tenía «un comportamiento excesivamente regresivo y demandante hacia el padre, como un bebé».

La niña sufría pesadillas con monstruos y esqueletos y le dijo que tenía miedo a que el presunto pederasta volviese a su casa y se llevase a su familia.

Tenía además miedo repentino a la oscuridad y su rendimiento escolar disminuyó, llegando a repetir un curso académico.

Pese a todos estos síntomas, que según ha confirmado son compatibles con haber sufrido una agresión sexual, no le diagnosticó trastorno a la pequeña.