Tras la victoria del magnate, en Estados Unidos han aumentado los crímenes de odio y se han vivido episodios abiertos de racismo. Se teme que sol sea el principio
12 nov 2016 . Actualizado a las 16:32 h.Los nacionalistas de derechsa celebraron la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos en las redes sociales, mientras el resto del mundo no encontraba palabras. Los días posteriores a los comicios han aumentado los crímenes de odio y se han vivido episodios abiertos de racismo en el país: banderas del arcoiris quemadas, cruces gamadas pintadas en las paredes... y muchos temen que sea sólo el principio.
Los activistas y organizaciones de derechos humanos han informado de más ataques contra musulmanes e inmigrantes. De «hate» (odio), acusaban los opositores a Trump en las protestas de los últimos días.
Ciudadanos negros, gays y lesbianas denunciaron en Twitter y Facebook amenazas y ataques, mientras en Filadelfia aparecieron dos cruces gamadas, símbolo nazi, en un negocio.
En Rochester, en Nuevo Hampshire, ardieron banderas del arcoiris y en un pueblo del estado de Nueva York los habitantes encontraron graffiti donde se leía «Hacer América blanca de nuevo» - en referencia al famoso lema de campaña de Tramp: «Hacer a América grande de nuevo»- junto a otra cruz gamada.
Y a ello se añade el temor de que pueda haber más. «Vemos cómo es cada vez peor la retórica contra los miembros de la comunidad LGBT», (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero), señala Erica Lachowitz, transexual de Charlotte en Carolina del Norte. «Estoy nerviosa».
Harry Reid, el líder de la fracción demócrata saliente, describió ese temor en parte de la sociedad con duras palabras: «En las últimas 48 horas he oído más historias de estadounidenses que tienen miedo a su propio Gobierno y a sus conciudadanos que en las últimas cinco últimas décadas en la política».
Son historias de familias hispanas que tienen miedo a verse divididas; de mujeres musulmanas que no se atreven a llevar velo, de parejas homosexuales que son insultadas en la calle; de niños que se despiertan en medio de la noche con el miedo de que sus padres puedan ser deportados. «Su miedo es totalmente racional, porque Trump ha dicho claramente que se portaría mal con ellos», señala Reid.
Las palabras del senador adquieren especial importancia sobre todo porque en las filas políticas muchos son los que se esfuerzan en rebajar el tono y limitar los daños.
Los críticos de Trump se oyen menos y se extiende la tónica de esperar a ver si el republicano hace cuando sea presidente lo que prometió como candidato.
Las principales figuras de su partido lo respaldan ahora e incluso el político de izquierda Bernie Sanders le ofreció su colaboración para luchar por la clase trabajadora y en contra de los acuerdos comerciales.
Pero también hay voces que piden que no se olvide lo que Trump dijo durante la campaña electoral. «La cuestión es que de repente nos encontramos con un presidente que se ha hundido en una cloaca de odio y extremismo», señala Richard Cohen, presidente de la organización de derechos civiles Southern Poverty Law Center.
«Los nacionalistas blancos que han apoyado su candidatura dan saltos de alegría y están entusiasmados porque creen que ahora tienen a su hombre en la Casa Blanca», añade.
El ex líder del Ku-Klux-Kan David Duke hizo incluso un llamamiento en Twitter a destruir los medios de comunicación en los días posteriores a las elecciones, al tiempo que calificó de «parásitos» a quienes no comparten su opinión. El Ku-Klux-Klan se manifestará en Raleigh, en Carolina del Norte, para celebrar la victoria de Trump.
El neonazi Andrew Anglin llamó abiertamente a sus seguidores a insultar a los extranjeros y humillarlos.
Sin embargo, no sólo de ellos los estadounidenses deben tener miedo, apunta Cohen, sino «de los educados extremistas de traje que se mueven en círculos de la política y que están de acuerdo con Trump», añade.
El republicano ha prometido ser el presidente de todos los ciudadanos, recuerda Cohen. «Si realmente quiere serlo, debería dejar claro, sin lugar a equívocos, a los extremistas que no tendrán voz ni lugar en su Administración».