Un tibio Peña Nieto corre un tupido velo sobre los graves insultos de Trump
ACTUALIDAD
Los republicanos del Congreso quieren edulcorar la propuesta de muro con México
11 nov 2016 . Actualizado a las 09:11 h.Durante la salvaje campaña electoral que lo catapultó nada menos que a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump insultó gravemente a sus vecinos mexicanos. Entre otras lindezas, los calificó como «violadores» y «narcotraficantes», para luego anunciar que construirá un muro -que, por cierto, ya existe en parte y que empezó a construir Bill Clinton- para contener la llegada de inmigrantes ilegales y que, además, lo pagarán los propios mexicanos.
Pero, probablemente, el sucesor de Obama en la Casa Blanca tenga que tragarse sus palabras. Si no lo ha hecho ya. Entre los primeros mandatarios a los que telefoneó el nuevo inquilino de la Casa Blanca se encuentra precisamente el presidente mexicano. El tibio Enrique Peña Nieto reaccionó a esa deferencia con un clásico «se abre un nuevo capítulo en la relación de México y Estados Unidos que implica un cambio, un reto, pero también una gran oportunidad». Es decir, casi nada. En un discurso a sus compatriotas, el mismo día del triunfo de Trump, Peña Nieto corrió un tupido velo sobre el tema del muro de la vergüenza, pero prometió velar por los derechos de los mexicanos.
Mucho menos diplomática que su jefe, la ministra de Relaciones Exteriores mexicana, Claudia Ruiz Massieu Salinas, reiteró que su país no pagará ningún muro fronterizo, «sino que buscará un espacio de diálogo». Ruiz Massieu aseveró que México «fijará las condiciones» de la relación con Estados Unidos, una relación «que no empieza ni termina hoy». La canciller apeló, además, a que la «diversa, madura y sólida» relación entre los dos países parta «siempre» del «respeto mutuo y la corresponsabilidad».
De todas formas, no todo será un camino de rosas para Trump. Sus compañeros republicanos de la Cámara de Representantes preparan un plan alternativo que no eliminará, pero sí suavizará, su propuesta de muralla en la frontera entre México y Estados Unidos. Los parlamentarios quieren estudiar una opción más económica a su «gran, bello y poderoso muro», que incluiría más vallas y aumentar el personal de control fronterizo con agentes federales. Se pondrían vallas dobles en varias partes de la frontera, que cuenta con más de 3.200 kilómetros, antes que construir un muro de cemento.
Ambos países tienen que sanar otras muchas heridas abiertas por Trump. Como los once millones de deportaciones que prometió efectuar si ganaba las elecciones. En declaraciones a Reuters, el viceministro del Interior de México, Humberto Roque Villanueva, avanzó que su país tratará de frenar los planes de Trump. «No serán medidas de represalia, sino respuestas legales», aclaró, al tiempo que advirtió: «Estamos preparados para toda esa locura».
Pero muchos mexicanos no mantienen tal templanza, y algunos que pretendían cruzar la frontera han cambiado de opinión. Y los que ya están al otro lado, pero sin papeles, están viviendo una pesadilla. Como Samantha Yánez, de 21 años, en el país desde los 6. «Estoy insegura, siento rabia, me siento traicionada por el sueño americano», manifestó a la agencia AFP. «Estamos viviendo en la incertidumbre, muy preocupados, porque no sabemos qué va a pasar», confesó Libertad Sánchez, una peluquera ecuatoriana de 50 años que vive en Nueva York desde los 17.
Cuba recibe al presidente electo con unas maniobras militares
El aún presidente de Estados Unidos, Barak Obama, quería pasar a la historia con Cuba, pero su sucesor, Donald Trump, quizá haga saltar por los aires su legado. O no. Porque en campaña, el nuevo inquilino de la Casa Blanca lanzó mensajes contradictorios sobre la política que seguirá Estados Unidos con la isla. ¿Seguirá la senda aperturista de Obama? ¿Levantará el embargo?
Los cubanos parecen creer que no. Y su presidente tampoco. Eso sí, Raúl Castro felicitó a Trump por medio de un escueto comunicado difundido desde la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero, pocas horas después, anunció una serie de maniobras militares que se prolongarán durante cinco días y que tienen entre sus objetivos «enfrentar las diferentes acciones del enemigo», si bien la nota oficial no incluye alusiones a ningún país en concreto. Estos ejercicios anuales comenzaron en 1980, con Reagan, pero se suspendieron hace tres años, a las puertas del deshielo de relaciones anunciado por Obama. Que Castro decida retomarlos es significativo. El magnate ha abogado por revisar de nuevo las relaciones con Cuba tras el histórico acercamiento promovido por el Ejecutivo de Barack Obama. El candidato republicano comenzó la campaña apoyando las relaciones con la isla, pero dejando claro que él hubiera logrado un mejor acuerdo. Pero luego apostó por ganar el voto de los cubanoamericanos republicanos del sur de la Florida y prometió revertir el proceso comenzado por Obama.
Trump arrasó en Florida, pero triunfó en Miami, donde residen los emigrantes cubanos, contrarios al deshielo.