Los populares creen que solo el cese de Pedro Sánchez haría posible la abstención socialista para dar el Gobierno al PP
29 sep 2016 . Actualizado a las 07:53 h.La dirección del Partido Popular se mostró ayer muy comedida en las valoraciones de la ruptura del PSOE, a pesar de que todos los análisis apuntan a que esta coyuntura refuerza su posición y desinfla el órdago de Sánchez al sugerir, el lunes poselectoral, que exploraría de nuevo las posibilidades de un Gobierno alternativo. La investidura de Rajoy parece ahora más fácil. Porque no sería muy normal que Pedro Sánchez intentase de nuevo un acuerdo con fuerzas tan dispares como las que podrían dar lugar a una mayoría «de cambio» en la posición tan débil en la que se encuentra. Podría ocurrir incluso, en ese caso, que el grupo socialista en el Congreso de los Diputados no respetara la disciplina de voto.
Distintos analistas creen más factible ahora que los socialistas permitan, incluso con una abstención parcial que permitiría a Sánchez sostener su no, la formación de un Gobierno presidido por el PP, para centrarse en la recomposición de su partido. Pero el que los acontecimientos políticos se sucedan con una cierta lógica no está siendo lo habitual en España en los últimos tiempos.
La respuesta a las incógnitas sobre cómo evitar unas terceras elecciones depende por completo de los socialistas. Habrá que estar atentos a los equilibrios de fuerzas que surjan de la reunión del comité federal previsto para este sábado; ni siquiera este encuentro es seguro, porque el sector crítico dimitido asegura que el secretario general ya no tiene la capacidad estatutaria para convocarlo, y que esa es misión de la ejecutiva federal.
Plazos mínimos
La dimisión de los 17 miembros críticos del comité tenía precisamente como objetivo secundario -el primordial, según se sospecha, era forzar la dimisión de Sánchez- impedir la convocatoria de unas primarias para el próximo 23 de octubre. Como han manifestado dirigentes de Podemos, el resultado de las primarias, aunque diesen como resultado un fortalecimiento de Sánchez, dejaría prácticamente sin plazo a los posibles socios para llegar a un acuerdo de gobierno alternativo al del PP. Si en esas primarias Sánchez sale derrotado, los vencedores serían los partidarios de dejar que gobierne el partido más votado.
Estupefacción
El Partido Popular se ha mostrado «estupefacto» ante el agravamiento de la crisis del PSOE. «Los socialistas siempre han sido un partido de Estado. Ver cómo se han declarado la guerra ya públicamente perjudica a todos», comentaba a Europa Press un alto cargo del partido conservador. En el PP solo ven una vía para que Mariano Rajoy revalide su puesto como presidente del Gobierno en octubre: que los socialistas «echen a Pedro Sánchez y una gestora decida abstenerse para que el partido pueda recomponerse».
Lo que no es seguro, una vez más, es cómo podría llegarse a esa situación. Algunos dirigentes populares comentaban en privado en el Congreso que «si le cortan la cabeza a Sánchez, los socialistas no tendrán ninguna fuerza como para pedir nada y se abstendrán para que gobierne el candidato que ganó las elecciones, Mariano Rajoy». Así lo creen también algunos dirigentes de Podemos que ayer lamentaban la rebelión contra Sánchez. Para ellos, lo que caracteriza a los críticos es su temor a un «Gobierno del cambio» y su apoyo a la abstención para que gobierne el Partido Popular.
En las filas del PP hay otros que opinan que, a corto plazo, va a haber una renovación en las filas socialistas, y que los nuevos portavoces del PSOE pondrían cara su abstención. En su opinión, el precio que pondrían encima de la mesa los socialistas es «un candidato alternativo. Es la única manera de que sus militantes compren esta oferta». Pero después de los resultados de las autonómicas gallegas del pasado domingo, Rajoy ha quedado reforzado, y los supuestos movimientos para buscarle sucesor -nunca admitidos por ningún dirigente popular- serían ahora todavía más incomprensibles.
Una obsesión personal
Por más revuelo que haya creado la dimisión en bloque de los críticos del comité federal socialista, en el PP hay dudas de que sus posiciones vayan a salir vencedoras, porque creen que no van a tener los apoyos suficientes para echar a Pedro Sánchez. Este se mantendría en el no a Rajoy, que ya es, dicen los populares, «una obsesión personal».
Si se cumple este guion, y por tanto los socialistas se mantienen en la negativa a la investidura del presidente en funciones, la única alternativa serían «unas terceras elecciones que no benefician a nadie». Los populares descartan que los socialistas puedan llegar a una solución a su ruptura y una voz única antes de la disolución de las Cortes. Hoy mismo el PP presentará en el Congreso una proposición de ley para que la campaña electoral se acorte y los nuevos comicios puedan tener lugar el 18 de diciembre.
Para esa coyuntura también se multiplican las incógnitas. Podemos recibiría muchos votos en fuga de socialistas indignados con sus dirigentes. Otros irían a Ciudadanos, que podría recuperar fuerza como para ayudar al PP a mantenerse en el Gobierno. La abstención, probablemente, se disparará. De lo que harán los socialistas en esa nueva cita con las urnas no se sabe casi nada, salvo que perderán votantes. De modo que el no de Sánchez acabará por valorarse como un esfuerzo inútil.