Pedro Puig: «Es necesario un Pacto de Estado por la Infancia similar al Pacto de Toledo»

Juan Carlos Gea REDACCIÓN

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Pedro J. Puig, rodeado de jóvenes beneficiarias de la actividad de Aldeas Infantiles SOS España
Pedro J. Puig, rodeado de jóvenes beneficiarias de la actividad de Aldeas Infantiles SOS España

El presidente de Aldeas Infantiles España recuerda que «el 35% de los niños españoles están en situación de pobreza» y anuncia nuevos proyectos en varias ciudades, Oviedo entre ellas

06 sep 2016 . Actualizado a las 15:57 h.

A Pedro Puig, apenas dos horas después del fallo del premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016, la garganta ya empieza a resentírsele. Las llamadas de felicitación y los requerimientos de los medios no han parado desde que el jurado anunciase a mediodía en el hotel Reconquista su decisión de reconocer a la entidad fundada en 1949 que ha extendido por el mundo su peculiar modelo de trabajo y acogida. Puig preside desde Aldeas Infantiles SOS España, que atiende a través de ocho aldeas de acogida en territorio español, 15 en Latinoamérica y tres en África las necesidades afectivas y el desarrollo integral de la parte más frágil de cualquier sociedad humana a través de principios y métodos que el premio elogia como «pioneros».

-¿Qué es aquello que diferencia a Aldeas Infantiles de otras ONG?

-Nuesto sello de identidad es que trabajamos siempre con la infancia y siempre en dos líneas. Una, atendiendo directamente a niños que por desgracia no pueden vivir con sus padres integrándolos en una Aldea SOS o en un programa de acogimiento familiar para que vivan experiencias positivas con una persona siempre de referencia y compartan el día a día con sus hermanos, para que cuando tengan también su propia familia mantengan este modelo familiar positivo. Desarrollamos esa línea en 134 países, y en España también. La otra línea, más preventiva, apoya a niños y jóvenes en situación de riesgo, muy vulnerables, para evitar la separación de sus padres. Pensamos que el niño tiene que vivir en su casa, y hacemos todo el esfuerzo necesario para mantenerlo en su entorno familiar para que viva con diginidad, feliz y con posibilidades de un futuro brillante.

-En todos los casos, la familia es la estructura con la que trabajan. Pero la realidad familiar cambia, según los países...

-Nos adaptamos a todas las religiones y a todas las culturas. En realidad la idea de la que nació Aldeas Infantiles es muy sencilla. En 1949, al final de la II Guerra Mundial, Hermann Gmeiner, un médico austriaco, ante la realidad de miles y miles de niños huérfanos que vivían masificados en grandes orfanatos en Centroeuropa se dio cuenta de que un niño no puede crecer sin tener una vinculación afectiva con personas que les den atención, que los quieran y que se preocupen por ellos. Se preguntó por qué no sacar de los orfanatos a los chicos y a grupos de hermanos, darles una casita y poner a su cuidado a una madre SOS -en aquellos momentos, muchas viudas de guerra- para que vivieran en familia. Esa idea tan sencilla se extendió rápidamente por todo el mundo y es nuestra seña de identidad, nuestro sistema de trabajo.

-Los jurados han destacado el peso en su deliberación de la necesidad de dar respuesta a la tragedia de los niños desplazados a Europa por el conflicto sirio. Pero no hay necesidad de salir de España para justificar el trabajo de Aldeas Infantiles.

-Ojalá no fuera así, pero en estos últimos años de crisis económica y social las necesidades de la infancia en nuestro país se han incrementado notablemente. Los datos dicen que aproximadamente el 35 por ciento de niños está en España en situación de pobreza. Eso quiere decir que tenemos que hacer una reflexión toda la sociedad para intentar que esto se reconvierta lo más rápidamente posible, y sobre todo para evitar que en otras circunstancias o dentro de unos años, si por desgracia vuelve algún tipo de crisis, la infancia sufra. Ha habido niños que han pasado hambre, niños que no han podido comprarse los libros o los uniformes para el colegio, niños que no pueden hacer una actividad, niños que sufren porque ven en su casa que sus padres lo están pasando muy mal porque no tienen trabajo, tienen que pagar una hipoteca o pagar la luz... Y una sociedad como la española no puede permitirse que esto ocurra. Tenemos que hacer todo lo posible por remediar esta situación.

-Que tampoco afecta ya a un solo sector social.

-En efecto. Esta crisis ha afectado mucho a la clase media, a familias muy normalizadas, aunque como todas las crisis, a los que más daña es a los más vulnerables, y dentro de este colectivo, a los niños, una población que sufre porque no entiende lo que está pasando. En Aldeas Infantiles, desde 2008 o 2009 hemos tenido que realizar muchísimas actuaciones de ámbito preventivo. A través de los centros de día hemos abierto muchos programas para atender a niños y jóvenes después de que salgan del colegio con programas de asistencia que hasta ahora nunca habíamos puesto en marcha: programas de alimentación, comedores, becas de comedor -hemos concedido muchísimas-, reparto de ropa, reparto de alimentos. Y además de esto hemos procurado dar una atención educativa y una ayuda a las familias para que los niños y niños no sufran.

-Hace unos días pedía a los políticos, una vez más, que tuvieran en cuenta esa realidad en sus debates parlamentarios. ¿Se ha sentido escuchado?

-Nosotros proponemos con muchas otras ONG y con la Plataforma de Infancia que en España se haga un Pacto por la Infancia de similares características o con los mismos objetivos que el Pacto de Toledo. Tenemos que garantizar a través de unos presupuestos y un sistema de financiación a nivel de Estado y a nivel de comunidades autónomas que en tiempos de dificultades económicas los niños no tengan por qué sufrir. Esa propuesta la hemos trasladado a los distintos partidos del arco parlamentario para que la tengan en cuenta en sus programas electorales y para que le elaboren una agenda política en la que la infancia no sea invisible, sino que tenga visibilidad en los presupuestos y en las estrategias. Esto es lo que pedimos y por lo que vamos a seguir luchando. Un país no puede permitirse el lujo de perder a sus futuros ciudadanos, los que van a hacer de él un país de progreso o retroceso.

-La imagen del pequeño Aylan muerto en la playa es quizá el emblema de la vulnerabilidad infantil en este tiempo. ¿Cómo hacer que el impacto mediático, tan pasajero, se mantenga, se convierta en una motivación más estable?

-Primero, creo que es un análisis y un compromiso individual; luego, podemos pedir a la sociedad que colabore en general. No podemos pedir solidaridad a la sociedad en general si nosotros mismos no somos, uno a uno, solidarios. Si uno no reflexiona individualmente por qué ese niño y otros miles cruzan el Mediterráneo sufriendo y atravesando unas circunstancias penosas, luego tampoco podemos pedir que otros lo hagan. Y respecto a esta noticia, yo creo que sí ha tenido su impacto y sus consecuencias. La fotografía del niño hace un año en la playa despertó, a nivel de agenda política, una reacción sobre la necesidad de ponerse las pilas. Eso visiblizó de alguna manera el problema de cientos y miles de niños que están viviendo confllictos bélicos, especialmente en la zona de Siria, y que atraviesan distintos países europeos en busca de un lugar tranquilo donde vivir. 

-Hablando de ponerse las pilas, un premio como el Princesa me imagino que le pone las suyas a Aldeas Infantiles. ¿Para aplicarse a qué proyectos, en este momento?

-Tenemos un proyecto muy bonito en el Principado, en Oviedo. En julio, el Ayuntamiento autorizó la puesta en marcha de un centro de día. En este momento estamos buscando locales en las zonas donde los servicios sociales nos han indicado que somos más necesarios con nuestros programas preventivos. Ese proyecto es inminente. También estamos terminando la reforma de un local en Málaga; otro que estamos buscando en Palma de Mallorca... y seguiremos con los programas que tenemos, que ya tienen una dimensión importante. Entre España y Latinoamérica, estamos atendiendo a más de 25.000 niños.