Las familias más ricas de Asturias ya lo eran siglos atrás

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCIÓN

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PACO RODRÍGUEZ

El caso más antiguo es de los Cosmen que se remonta al comercio arriero desde el siglo XII

12 mar 2017 . Actualizado a las 12:08 h.

Cuando hablan de su fortuna a todos los acaudalados les gusta acompañar su historia de palabras sobre esfuerzo y tensón; muy pocas veces se habla de herencia. Sin embargo, la evidencia revela que, si no la mayoría, buena parte de las familias que son ricas en el presente descienden de familias que ya lo eran en el pasado. Un caso singular se dio a conocer a mediados de este año con la publicación de un estudio del Banco de Italia, obra de los economistas Guglielmo Barone y Sauro Mocetti y que, cruzando los datos del censo de 1427 con la declaración de la renta del 2011 descubría que los apellidos más millonario de la Florencia actual eran los mismos que en la renacentista de los Medici. Florencia es un caso particular, una urbe dedicada al comercio a gran escala ya en los albores de la Edad Moderna, pero ¿qué ocurre en Asturias? Hay fortunas empresariales que tienen su origen en el comienzo de la revolución industrial, en los principios del siglo XIX pero hay una, y no menor, cuya huella se puede rastrear hasta el siglo XII.

En las habituales listas, a nivel global como la de Forbes, de los más ricos del mundo no suelen aparecer nombres asturiano. Ni siquiera en las locales que establecen una lista de una decenas de muy privilegiados españoles. Pero también depende de la manera en la que se cuente. Con datos de enero de 2016, el diario El Mundo estableció la suya propia distinguiendo riquezas en bolsa y personales no cotizadas. En la primera aparecen la Familia Cosmen (con 410,9 millones de euros) y Gonzalo Álvarez Arrojo (con 55 millones); en la segunda --fuera ya de la bolsa-- el diario valora entre 3.300 y 2.600 millones la fortuna de Fernando Masaveu Herrero. Fuera de esa lista están otros nombres que se identifican con riqueza en el Principado, Cardín (de Sidra el Gaitero), Figaredo, Duro o Platero de Gondán, tienen en su mayoría una historia empresarial que arranca con el inicio de la Revolución Industrial; caso a parte son los Álvarez de El Corte Inglés que tiene su nacimiento en el siglo XX. Pero hay una fortuna de las que sí está en la lista y cuyo origen está en la Edad Media.

Hay que imaginarse a la reina Urraca, soberana de León y que vivió entre el año 1081 y el 1126 tratando de cruzar el puerto de Leitariegos, un aventura que hoy resulta difícil de concebir. Para poblar zona tan agreste la reina concedió privilegios a determinadas familias, se alojó en aquella jornada en la casa de José Cosmen, quien sacrificó una vaca de dos años para alimentar al séquito real. De esa ocasión proceden la exención del pago a los vecinos de «alcalabas, martiniegas, servicios y portazgos por la entrada y salida de mercancías». La cita es de Jovellanos, que recoge la tradición oral. Es el comienzo de una tradición comercial de arrieros, entre Asturias y Castilla, que se ha encargado de estudiar el profesor Joaquín Ocampo Suárez-Valdés, profesor de Historia Económica de la Universidad de Oviedo, que es quien más ha estudiado la saga de los Cosmen y otras muchas del empresariado asturiano.

«Los Cosmen son el prototipo de empresarios vinculados a Asturias durante siglos y que además siguen comprometidos, atrayendo negocios, penetrando en China o en Marruecos, son todos empresarios a pie de obra», destacó Joaquín Ocampo quien diferenció la suya de otras fortunas que con el paso del tiempo y las generaciones se han dedicado a vivir de rentas. Los arrieros Cosmen hacen fortuna a través de los siglos de la Edad Media y la Edad Moderna llevando y trayendo mercancías a ambos lados de la cordillera cantábrica, en una red de mercado locales que se extiende desde la meseta a los valles asturianos. En un capítulo dedicado de su obra «Leitariegos / Alsa / China: Cosmen, una dinastía empresarial centenaria» cita al viajero británico George Borrow (que recorrió la España de mediados del XIX) cuando destaca a los arrieros de Asturias como persona de plena confianza a los que se puede entregar dinero con la garantía de que llegará a su destino y las «grandes sumas de dinero» que acumulan.

Con la revolución industrial, la saga de los Cosmen está ya en los caminos que recorren el norte de la península, cuando se abren las primeras carreteras inician su empresa de diligencias. Es tan pronto como en 1912 cuando adquieren sus dos primeros autobuses, de la marca Hispano Suiza, con el compromiso de obtener también formación mecánicas y los recambios que fueran necesarios. De allí llegó la empresa de transporte de viajeros que hoy es una multinacional.

Banqueros comerciantes

Como los Cosmen, que eran comerciantes acaudalados, muchos de las familias que hoy se dedican a la banca comenzaron también en el intercambio comercial, uno que fuera lo suficientemente lucrativo para permitirles también dedicarse al préstamo. Del origen de los Masaveu habla el profesor José Ramón García López, de la Escuela de Estudios Empresariales de Gijón, en el capítulo «Notas sobre la presencia de comerciantes catalanes en Oviedo en el siglo XIX» en el número 119 del boletín del entonces IDEA publicado en 1986. En él se describe la llegada a Asturias de numerosos comerciantes catalanes vinculados a la industria textil que se establecen en la capital asturiana. A ella, con 15 años, llega Pedro Masaveu para establecerse en un comercio de telas en la calle Cimadevilla procedente de Tarragona. Se asocia en 1855 con la viuda Carolina González Arias-Cachero y en 1870 ya inicia los cimientos de una entidad de crédito. A no muchos metros más allá, y también en Oviedo estaba la casa «Viuda y heredero de Antonio Jover y Pedrell», también dedicada al comercio textil, y que estaba dirigida por Ignacio Herrero y Buj. De allí nacerá ya en los primeros años del siglo XX el Banco Herrero que, en la actualidad, ha vuelto al capital catalán al integrarse en el años 2011 en el Sabadell.

«Lo que se sabe del siglo XIX y XX sólo es la punta del iceberg», destaca Joaquín Ocampo sobre los orígenes de las principales sagas bancarias. «Los Masaveu, los Vigil Escalera, tenían mucho dinero y lo prestaban, pero era un préstamo basado en la honorabilidad; en algunas ocasiones tenían también tierras». Pero no es lo habitual, en Asturias en el XIX «las grandes fortunas vinculadas al sector primario, la nobleza tradicional y a la agricultura pierden peso, las tierras pierden valor y es algo que se puede ver en los testamentos. En una misma familia a finales del XIX se legaban tierras pero a comienzos del XX lo que se deja son títulos de empresa».

¿De cuáles? La industrialización de Asturias arranca con el carbón y los primero grupos empresariales son de origen vasco «porque allí están los altos hornos, necesitan transportarlo, necesitan el vapor». Será así como en los primeros cien años de la era contemporánea habrá, en palabras de Ocampo, «un gran movimiento de capitales, pero también un relevo de élites y familias que empiezan a casarse entre ellas, y hay endogamia». El apellido Figaredo es, por ejemplo «prototipo de industrial asturiano que pasó luego a ser industrial financiero». Figaredo es, de hecho, el nombre de la localidad de origen de quién tomó el apellido el primero de la saga que era Fernández.

Otras sagas asturianas tienen su origen en la emigración, en México (como los Arango) o en Cuba (como los Álvarez de El Corte Inglés). Muy poco se puede añadir a lo escrito por el periodista Javier Cuartas en su libro maldito Biografía de El Corte Ingles, en el que se detalla la entrelazada historia del gran centro comercial y su hermano desaparecido Galerías Preciados. En el cubano Almacenes El Encanto se encuentra el origen de esta historia en la que los fundadores eran realmente gente de origen muy humilde que llegó, como en el caso de César Rodríguez, desde dormir bajo el mostrador de la tienda a dirgirla como gerente. De El Encanto proviene el nombre de «rebajas» porque al liquidar el stock se anunciaban «drásticas rebajas de precios» y también citas comerciales que parece que llevan toda la vida en el calendario pero no, como el día del padre, el de la madre o San Valentín.

Caso a parte también por su antigüedad son los astilleros Gondán, que es un topónimo. De allí procedía Francisco Díaz Martínez que era carpintero de ribera ya en el siglo XVIII y a lo largo de los siglos hasta el presente sigue una saga que se hace con los Astilleros de Navia, con los de Huelva, que compra y vende, que cambia la construcción de barcos para el transporte de carbón a los de pesca. Todas fortunas con hondísimas raíces.