Tregua en interés mutuo para evitar la imagen de división en el PSOE
16 may 2016 . Actualizado a las 17:27 h.Pedro Sánchez se lo juega todo el 26J, pero Díaz está obligada a poner toda la carne en el asador. Para optar a arrebatarle la secretaría general necesita imperiosamente volver a ganar en Andalucía. Además, hacerse cargo de un PSOE arrasado y sobrepasado por Unidos Podemos sería un escenario pésimo para ella. Por tanto, la tregua que escenificaron ayer en Móstoles tiene toda la lógica política. En todo caso, la presidenta andaluza volvió a ponerle casi imposible el listón: solo vale ganar las elecciones. Es decir, que a Sánchez no le sería suficiente superar los 90 escaños que obtuvo el 20D para evitar el choque de trenes con Susana Díaz en el congreso federal. Esta vez sí, según traslada el entorno de la presidenta, estaría dispuesta a dar el salto a Madrid.
La desunión puede ser letal
Ambos saben perfectamente que la imagen de desunión que ha dado el partido al inicio de la larga precampaña puede ser letal para sus expectativas de cara a las elecciones más importantes y decisivas que afronta el partido en cuatro décadas, ya que por primera vez corre un serio peligro de perder la hegemonía de la izquierda.
El último episodio protagonizado por el empeño del presidente valenciano, Ximo Puig ,de concurrir al Senado con Podemos, pese a la oposición expresa de Sánchez, ha vuelto a reabrir las tensiones. El barón mostró su disgusto boicoteando la cena que organizó Sánchez y la proclamación de este, argumentando problemas de agenda nada creíbles. También fue significativa, aunque esta sí justificada, la ausencia del extremeño Guillermo Fernández Vara, que unos días antes agitó de nuevo al PSOE al dar por hecho que Díaz disputará el liderazgo a Sánchez tras los comicios del 26J.
Frente al sorprendente desafío de Puig y pese a la gran afinidad que existe entre el valenciano y Díaz, el líder del PSOE ha contado en esta ocasión con el apoyo de la baronesa, cuyo rechazo hacia la formación que lidera Pablo Iglesias es notorio. No olvida cómo bloqueó su investidura en Andalucía, que al final hizo posible Ciudadanos.
Aparte de los cálculos electoralistas, Díaz también necesita blanquear su imagen ante una parte de la militancia que ha visto con irritación cómo ha puesto palos en las ruedas de Sánchez.