El desafío de Ximo Puig, que insiste en pactar con Podemos, debilita a Sánchez

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

Javier Lizon | Efe

La dirección federal le advierte de que dé marcha atrás o tumbará su acuerdo

13 may 2016 . Actualizado a las 13:12 h.

La precampaña no ha podido empezar peor para Pedro Sánchez, que cada vez aparece más como un candidato bajo vigilancia de los barones críticos que se juega su futuro político el 26J. La alianza de Podemos e IU supone un desafío sin precedentes para el PSOE desde la izquierda, ya que por primera vez en casi cuarenta años el sorpasso es factible. Pero el principal problema para el líder socialista, porque lo debilita, viene desde el interior de su propio partido. De Susana Díaz y los barones críticos. La presidenta andaluza se deja querer pero da a entender que le disputará la secretaría general si no llega a la Moncloa. El extremeño Guillermo Fernández Vara no duda en trasladarlo a la opinión pública en vísperas electorales.

Conversación

El último capítulo por el momento es el desafío que está protagonizando el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, que se resiste a enterrar su pacto con Podemos para acudir a las urnas con listas conjuntas en el Senado, pese a la oposición manifiesta de Sánchez. Este ha hablado personalmente con él para tratar de convencerlo de que dé marcha atrás. De momento, sin éxito.

Dos hombres de su máxima confianza volvieron a advertirle ayer. Los portavoces en el Congreso y el Senado, Antonio Hernando y Óscar López, respectivamente, señalaron que el PSOE no pactará con una formación que defiende el derecho de autodeterminación. Otra cosa sería hacerlo con un partido de ámbito territorial como es Compromís. Hernando recordó a los socialistas valencianos que los acuerdos con fuerzas políticas estatales «no dependen de los territorios, sino del comité federal». Además, reveló que Puig ya estaba avisado de que no prosiguiera las negociaciones, pues cuando la ejecutiva tuvo conocimiento, hace unos días, de que los socialistas de la Comunidad Valenciana, Baleares y Aragón estaban hablando con Podemos para ir juntos en las listas del Senado les transmitieron su posición «desfavorable».

Pese a estas reiteradas advertencias, Puig mantiene su apuesta. Ayer rechazó que se trate de una rebelión o un pulso a la dirección federal, sino de una propuesta «clara» y «razonada» y lo mejor para su comunidad, porque visualizaría a escala estatal lo que llamó «el problema valenciano», que es la «infrafinanciación» y la «infrainversión» por parte del Estado. En todo caso, Puig pidió a la ejecutiva federal que estudie «en profundidad» su propuesta, que hace «en clave valenciana» y «sin ningún desafío a la dirección del PSOE y sin seguidismo de otras fuerzas» políticas, con la única intención de dar solución a los problemas de la comunidad». De momento, Puig suspendió la reunión que iban a mantener ayer los socialistas con Podemos y Compromís hasta que «haya condiciones».

En Ferraz insisten en que la comisión de listas que se reunirá mañana, antes de que el sábado lo haga el comité federal para aprobar las candidaturas, tumbará la iniciativa del presidente valenciano si este no la retira antes. Puig admite que si la ejecutiva federal se opone «no se hará» y todo indica que evitará que el conflicto llegue hasta los órganos federales. Pero aunque, como es previsible, el asunto se soluciones antes de la reunión del comité federal, el desmarque del presidente valenciano ha vuelto a poner de manifiesto la falta de unidad en el PSOE de cara a unas elecciones trascendentales.

Lambán lo descarta

Los socialistas aragoneses, pese a la pretensión inicial, no intentarán llegar a un acuerdo con Podemos porque su presidente, Javier Lambán, rechaza las dos condiciones impuestas por la formación morada, la reestructuración de las diputaciones y la retirada de la condición de senador autonómico a Marcelino Iglesias.

Susana Díaz quiso rebajar este nuevo enfrentamiento interno. «No hay rebeliones, y estoy convencida que siempre habrá diálogo entre los compañeros», afirmó la presidenta andaluza, quien añadió que «el debate nunca es división». Como ejemplo dijo que «nunca hubo más debate que en la época de Alfonso Guerra y Felipe González» y «fueron 14 años ganando elecciones y gobernando».