Las medidas adoptadas por el Gobierno y la Xunta ante la crisis del coronavirus dejaron vacías las calles de Compostela. Más allá de ser un domingo, la Catedral cerrada, las iglesias vacías y la ausencia de turistas dejaron una imagen inédita en la ciudad. Solo había alguna gente comprando el pan, paseando el perro y algunos ancianos despistados. La plaza del Obradoiro, vacía, y la Catedral cerrada.
Sandra Alonso