Este es el restaurante de Oviedo que sirve el mejor pote asturiano de la ciudad: utiliza una receta tradicional
La Voz de Oviedo
Situado en el casco antiguo de la ciudad, el establecimiento hostelero es especialista en la elaboración de este plato típico asturiano. Por el buen sabor de su plato han conseguido con uno de los premios de la sexta edición del concurso nacional que busca poner en valor este guiso tradicional
24 Nov 2024. Actualizado a las 05:00 h.
El pote asturiano ha ido escalando posiciones y ahora ya es uno de los platos de cuchara más aclamados por los amantes del buen comer. Cada vez son más las personas que se decantan por este guiso elaborado a base de berzas, patatas y compango que durante siglos quitó el hambre de muchas bocas en nuestra región, especialmente en épocas de mayor necesidad. Por este motivo, numerosos restaurantes se han especializado en la que se considera la receta más antigua del Principado.
De hecho, en Oviedo, apenas existen establecimientos hosteleros en los que no se sirva este delicioso puchero. Ya bien sea en su carta o en el menú del día, los diferentes restaurantes y casas de comidas de la capital suelen ofrecer siempre este manjar a sus comensales. De todos ellos, el mejor pote asturiano se prepara en Sidrería Niza. Así lo avala el jurado de expertos que personalmente se ha encargado de buscar la mejor receta de la capital asturiana.
El local situado en la calle Jovellanos ha quedado además tercero en la sexta edición del concurso nacional que busca poner en valor este guiso tradicional y en el que han participado medio centenar de establecimientos de Asturias y del resto de España. Es por este motivo que en el momento que recibieron la noticia, la alegría fue «inmensa», y más teniendo en cuenta que no se esperaban bajo ningún concepto que iban a conseguir dichos reconocimientos.
«Siempre participamos en muchos concursos creyendo que llevamos lo mejor y al final nada. Por eso, cuando escuché que el primer premio de Oviedo era para Sidrería Niza quedé clavado en la silla. Mi hijo que estaba conmigo empezó a decirme: papá, venga, sube y es que yo había quedado frío», reconoce Javier Suárez, propietario junto con su hermano Jose Luis de este restaurante que lleva décadas llenado el estómago de los asturianos. Ambos cogieron las riendas del negocio cuando su madre se jubiló después de ponerse al frente del local cuando los antiguos propietarios decidieron dejarlo en 1992.
Al ostentar ahora no solo uno sino dos títulos de tanto prestigio dentro del sector de la hostelería, esta afamada sidrería de Oviedo no para de recibir llamadas de comensales que quieren pasarse por el local para probar su pote. «De semana viene mogollón de gente pero es que de fin de semana ni te cuento, estamos hasta saturados», asegura el hostelero ovetense antes de reconocer que esta situación suele darse cuando el nombre de un establecimiento está en boca de todos. «Me imagino que pasa lo mismo con todo el que gana o recibe un premio», apunta.
El pote que preparan en la Sidrería Niza, según los propios comensales, «está muy bueno». Todo aquel que lo prueba no puede evitar relamerse cuando piensa en este guiso. Las valoraciones que hacen sobre este plato típico asturiano son tan positivas que los responsables de este icónico restaurante del casco antiguo de la ciudad decidieron probar por primera vez suerte en un concurso centrado en platos de cuchara. Y les ha salido más que bien la jugada porque han conseguido nada más y nada menos que dos premios.
Pero, ¿por qué realmente está tan bueno el pote de esta sidrería ovetense? Javier, quien se encarga personalmente de la cocina, utiliza la misma receta que seguía su madre quien era «una gran cocinera». Partiendo de la base, se sirve además de las mejores materias primas para potenciar el sabor de este tradicional guiso. «Todos los ingredientes son de aquí, de Asturias, tanto la berza como la faba y el embutido», dice.
Con mucho mimo, cariño y paciencia cocina las berzas, a las que después le incorpora la fabada con su compango, entre el que no puede faltar el chorizo, la morcilla y el tocino. También echa a la pota lacón, manos y oreja de cerdo. «Lo aúno todo en un cocido que le suele gustar mucho a la gente», confiesa el cocinero ovetense, quien no pudo tener mejor maestra. «Todo lo que sé hacer lo aprendí de mi madre y a su vez todo lo que aprendí se lo enseñé a la chica que lleva conmigo en la cocina desde hace 17 años», reconoce orgulloso.
En esta sidrería de Oviedo es también uno de los templos de peregrinación de los amantes de la fabada. Y, por supuesto, son especialistas en elaborar y servir todo tipo de guisos. Desde los callos hasta las manos de cerdo, pasando por el cabrito o el cordero, incluido el rabo de toro y las carrilleras. «Son platos que hacía ya mi madre y que yo intento copiar. Hay muchas otras recetas que ni me atrevo a hacerlo porque sé que no llegaría ni a igualarlas», reconoce el responsable de los fogones de este emblemático restaurante, mientras que su hermano se encarga de la sala.
Aparte de la amplia carta de platos de cuchara, si por algo se caracteriza también esta casa de comidas de Oviedo es por sus cachopos. «Tenemos tres tipos: el tradicional, que llevan jamón y queso serrano; el de angus, que es con cecina de buey y queso de cabra; y el vaqueiro, elaborado con chosco de tineo y queso afuega'l pitu rojo», detalla.
Pero, sin duda alguna, la mejor variedad de este plato típico asturiano es la que apodaron con el nombre de El Semáforo. Se trata de un cachopo que lleva las tres versiones ya mencionadas y con el que consiguieron colarse en la final de un concurso nacional en torno a esta elaboración. «En este caso siempre aconsejamos empezar por la parte del tradicional porque tiene un sabor más suave, luego por la de angus y por último por la vaqueira porque es la más potente y para mi gusto es la más rica de todos», confiesa.
El plato estrella solo lo preparan si se reserva. Se trata de pitu caleya con bogavante. «Es una mezcla bastante explosiva pero a la gente es verdad que le gusta mucho», reconoce el cocinero. Preparan también bajo previa petición todo tipo de arroces, aparte de servir menús especiales en fechas puntuales como puede ser el antroxu, el desarme o el día de la Ascensión. Organizan además jornadas gastronómicas. En febrero, por ejemplo, hacen las de la caza, en la que no faltan los guisos de jabalí, ciervo, corzo, gamo o rebeco.
Una clientela de toda la vida
La carta, en definitiva, es muy extensa pero con cada uno de los platos consiguen siempre dejar a los comensales con un buen sabor de boca. «Mucha gente marcha de aquí encantada y eso es lo que nosotros queremos, que salgan a gusto», reconoce Javier. Gracias a ese saber hacer, tanto en la cocina como en sala, esta popular sidrería ovetense puede presumir de contar una cartera de clientes más que consolidada.
«Tenemos gente que desde que abrimos viene todos los fines de semana. Para nosotros, muchos son ya como familia. También hay gente de fuera con los que también hicimos amistad porque vienen todos los años», señala con orgullo. «Lógicamente sé que tengo alguna crítica mala porque en verdad nadie es perfecto y menos en hostelería y las admito», confiesa. Es por eso que le reconforta «mucho» el saber que alguien vuelve una y otra vez porque es sinónimo de que están haciendo las cosas bien. «Por lo menos lo intentamos», reconoce.
Tanto Javier como José Luis ansían poder poner punto y final en el negocio que les vio crecer y desarrollarse como personas. «Queremos mantener la actividad en la sidrería todo lo máximo que podamos», asegura el hostelero ovetense. Eso sí, no sabrá si habrá relevo generacional porque tanto sus hijos como sus sobrinos «saben bien» lo que significa trabajar en este sector. «Es una profesión muy bonita pero también muy esclava», dice.
Que haya clientes que vuelven y que su trabajo sea además premiado les da a los dos hermanos el «chute de energía» necesario para seguir remando en la misma dirección. Al haber recibido recientemente con el título al mejor pote de Oviedo y el tercero de España han aumentado además su palmarés. Hace una década se hicieron con el primer premio del concurso «Bocados del Cofrade» gracias a un chipirón relleno de centollo y con una crema de queso y nuez se convirtieron en finalistas de una de las ediciones de «Oviedo de Pinchos».
«Hubo un momento en el que habíamos perdido la ilusión de presentarnos a ningún concurso porque no sabíamos si merecía la pena o no pero esto nos anima a seguir haciéndolo», asegura el ovetense, quien al igual que su hermano, busca colocar a la sidrería familiar en el mapa de los mejores restaurantes de la región porque en el de Oviedo ya lo han conseguido. De hecho cuentan con una puntuación de 4,3 estrellas de 5.