Cambios de tendencias
Opinión
03 Jan 2025. Actualizado a las 05:00 h.
Hay quien comienza un año yendo al concierto de Viena (Austria) o a los saltos de esquí de Garmisch Partenkirchen (Alemania), pero también los que se animan a participar en la «Big Fucking Party». Este último caso se está convirtiendo en algo habitual desde hace tres años en nuestro país.
Se supone que la manera de enterarse de la convocatoria de esta fiesta «rave» es a través de las redes sociales, pero por lo que sea las autoridades no son nunca conocedoras de ellas hasta que se encuentran con más de cinco mil personas concentradas en una nave o en un descampado. Esta vez han elegido las cercanías de un lugar simbólico conocido por el despilfarro y su inutilidad, como es el aeropuerto de Ciudad Real, que sin lugar a dudas no ha debido tener hasta ahora a tanta gente junta desde su inauguración.
No creo que este tipo de actividades y acciones las podamos incluir como turísticas (aunque gran parte de quienes asisten vengan de sitios muy variopintos), pero sí que podemos augurar un cambio de tendencia en los gustos y en las preferencias a la hora de viajar. En los últimos meses las casas rurales, que habían experimentado un auge tras la pandemia porque se buscaba espacios abiertos (alejados de bullicios), se están viendo perjudicadas por las ciudades, que ya no solamente cuentan con hoteles y hostales sino que también con multitud de pisos turísticos.
Hay quien defiende que es positiva la masificación (porque interpreta que redunda en beneficios económicos) pero creo que la mala experiencia que se vive en las zonas tensionadas obliga a una regulación eficaz, tanto para evitar molestias a la vecindad como para paliar los graves problemas que se están generando para que haya alquileres asequibles (no puede seguir siendo una entelequia que se supere el 30% de los ingresos de una unidad familiar en pagar todo lo que conlleva una vivienda, desde la renta hasta los suministros).
Lo que parece que ha venido para quedarse una temporada es lo que se conoce como tardeo (alternativa a quienes ya no les gusta tanto salir por la noche). Aunque puede parecer algo banal, en mis años de adolescente mis amigos, por norma general, no podían llegar a su casa más allá de las diez de la noche, y por aquel entonces para los adultos estar de marcha antes de medianoche era muy extraño. Esto se ha modificado y los locales de ocio se están esforzando cada vez más en captar a toda esa clientela, que consume seguramente más que lo que haría a altas horas de la madrugada.
Los que también se esfuerzan por captar gente son los comerciantes, que muchos han adelantado las rebajas (se supone que siempre empiezan después de Reyes) y ven cada vez más mermada su capacidad con las compras online a grandes distribuidoras. Yo en este aspecto reconozco que sigo siendo más tradicional comprando mi ropa y mis zapatos en las tiendas, y por ahora no tengo ninguna intención de hacerlo de otra forma.
Ya decía Mecano en su canción «un año más» que «los españolitos […] hacemos por una vez algo a la vez» y sí, no hay rincón de España que no se ponga enfrente del televisor a ver las campanadas desde la Puerta del Sol. Sigue siendo un clásico que comamos doce uvas para pasar de un año a otro (y, para quienes creen en rituales de dudosa efectividad, también es imprescindible ponerse algo rojo en la ropa).
Sí que a mi entender ha existido una diferencia en las retransmisiones televisivas. Una apostó por lo de todos los años y la otra por algo diferente, distinto e innovador. Cristina Pedroche volvió a generar millones de comentarios sobre su vestido, así en Antena 3 se vio lo habitual de los últimos tiempos (Alberto Chicote volvió a actuar de segundón de la fila).
David Broncano y LalaChus pusieron a mi entender un interesante cambio de tendencia en la televisión pública, porque quizás tuvieron más libertad que sus predecesores para innovar el formato. Brindaron sin alcohol, reivindicaron que las personas somos diversas (y nuestro físico es parte de ello), desearon que la vivienda deje de ser un problema para cientos de españolas y españoles, se dirigieron a la audiencia en más lenguas oficiales que el castellano y emplearon de manera correcta el humor (desde la estampita con la vaquilla del «Grand Prix» hasta el saludo a su competencia que estaban emitiendo desde otro balcón).
Es cierto que hay tendencias que debemos seguir avanzando en corregirlas, como que las mujeres tengan que seguir expuestas a pasar frío (a esas horas en Madrid no hace precisamente una temperatura agradable como para no abrigarse convenientemente) o que los ruidos que generan los fuegos artificiales y los petardos asustan mucho a determinadas personas y a los animales, por lo que ojalá en años venideros se acabe definitivamente con ellos.