Lucía Rivera se abre en canal en su nuevo libro: «Los abusos psicológicos que sufrí en mi primera relación acabaron siendo físicos en la segunda»

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Lucía Rivera. De las más originales de la noche, optó por el dorado en lugar del negro que lucieron el 99% de los invitados y arrasó con un ajustadísimo mono efecto segunda piel repleto de brillos en color oro, plata y bronce.
Lucía Rivera. De las más originales de la noche, optó por el dorado en lugar del negro que lucieron el 99% de los invitados y arrasó con un ajustadísimo mono efecto segunda piel repleto de brillos en color oro, plata y bronce. Francisco Guerra | EUROPAPRESS

La joven modelo, hija de la asturiana Blanca Romero, confiesa haber sido maltratada por dos de sus exparejas y haber tenido serios problemas con la comida

20 mar 2023 . Actualizado a las 13:46 h.

La modelo de 24 años Lucia Rivera, hija biológica de la asturiana Blanca Romero y adoptiva de Cayetano Rivera, se sincera como nunca antes lo había hecho a través de su nuevo libro Nada es lo que parece, que saldrá a la venta el próximo 22 de marzo. La hija de la actriz asturiana ha sido la protagonista de las portadas de revistas en multitud de ocasiones, sobre todo por temas amorosos, pero nunca ha mostrado la parte oscura de sus relaciones ni su problema con el peso, hasta ahora.

Lucía Rivera, se ha abierto en canal este nuevo libro, según adelantaba la revista The Objetive. En él cuenta que ha sufrido maltratos por parte de dos de sus exparejas y así lo ha descrito en sus páginas: «Los abusos —psicológicos— que sufrí en mi primera relación acabaron siendo físicos en la segunda. Ahora que me paro a pensarlo, reconozco que fui la víctima perfecta, casi hecha a medida, una niña con muchos abusos interiorizados, los celos posesivos, los insultos y los refuerzos intermitentes».

La modelo relata además cómo una de sus exparejas llegó a engañarla en varias ocasiones con sus propias amigas, y cómo estos acontecimientos mermaron su autoestima y su persona. «La primera vez ni siquiera la recuerdo bien, porque fueron muchas, cada vez más. Siempre lo excusaba achacándolo a que estaba drogado y entendí que esa era una manera «normal» de relacionarse, que yo sería capaz de hacerle cambiar, que la culpable era yo… Pero las peleas aumentaban de mes en mes, ya no solo con él, sino con todo mi entorno. Sus infidelidades, que no fueron pocas, consiguieron hacerme cada vez más pequeña y me llenaban de ira».

Asegura además que, a pesar de estas vivencias, siempre le defendió a capa y espada y que sentía profunda admiración por él. «Rompió muebles, platos, tiró puertas, ventanas, me rompió ropa y todo lo que tuviera enfrente de sus ojos. Y, desde luego, me rompió a mí. Sí, él sabía muy bien cómo, dónde y con qué intensidad golpear. Recuerdo sus ojos, fuera de sus órbitas, ensangrentados con rabia, y el ceño fruncido mirándome fijamente mientras exclamaba todo tipo de amenazas y me agarraba el cuello contra la pared. Sentía una especie de muerte dentro de mí, tenía moratones hasta en las orejas, y no, nunca se me pasó por la cabeza tomar medidas legales».

Tras estas duras declaraciones, Lucia Rivera confesaba en su libro que se sintió libre tras abandonar esta complicada relación, después de duros momentos en los que su expareja «sacó la peor parte de mí para después usarla en mi contra y hacerme sentir culpable de sus golpes. Incluso sentía que los merecía y los asumía en forma de castigo. Me hizo pedacitos y me construyó a su manera. Me daba una de cal y veinte de arena. Jugaba con el miedo. Yo ya no estaba en un segundo plano, sino en el tercero o el cuarto. Me había vuelto inexistente y dócil».

Las relaciones amorosas no han sido el único momento complicado por el que ha pasado la joven modelo. Después de que su madre, Blanca Romero, que desconocía el calvario que estaba atravesando su hija, se enterara decidió mandar a Lucía de vuelta a Madrid. Donde Comenzó su nueva vida retomando sus estudios y donde comenzó su carrera profesional. Fue la propia actriz asturiana la que vio potencial en Lucia Rivera para ser modelo, y quien le hizo su primera sesión de fotografías para las agencias. Rápidamente la llamaron para desfilar para Custo en la semana de la moda de Barcelona. Sin embargo, cuando la carrera de la joven parecía que iba a despegar, las marcas decidieron dejar de contactar con ella pues consideraban que estaba demasiado delgada. Una situación que revivió complejos de la infancia de la modelo.

«Desde pequeña sufrí un complejo horrible por mi cuerpo. En especial tenía una lucha con mis piernas y me ponía doble leotardo cuando tenía que llevar uniforme. Las chicas nos subíamos la falda hasta el ras del culo para notar la mirada cobarde de los chicos al pasar. También me ponía un pantalón encima de otro para ‘engañar’ y fingir más culo. Me obligaba a comer para engordar un poco, tener curvas y sentirme sexy como las demás niñas, porque mi delgadez era un objeto de burla, sobre todo en la pubertad».

Años después de este duro suceso, Lucía Rivera decidió buscar apoyo en sus abuelos y volverse a Asturias, donde su abuela la acompañó al endocrino. Tras varias pruebas detectaron que la joven de 24 años tenía los niveles TDH (prueba que se hace para ver el funcionamiento de la tiroides) en 92,6 cuando el máximo permitido es de 6. El médico confesó que era un milagro que aún estuviera aquí y le recetó un tratamiento que debía acompañar de una buena alimentación.