La contaminación podría estar asociada a un mayor riesgo de padecer alzheimer

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MARCOS CREO

Un reciente estudio ha revelado la existencia de nanopartículas resultantes de la contaminación y particularmente tóxicas en el cerebro

06 sep 2016 . Actualizado a las 19:21 h.

La contaminación se ha convertido en caballo de batalla en los últimos tiempos. Combatirla y erradicarla se vuelve, cada vez más, en una necesidad. Y las evidencias científicas lo corroboran. Un último estudio publicado en The Proceedings of the National Academy of Sciences (Pnas) ha puesto sobre la mesa algunos datos que dan pie a la reflexión. Y es que según sus pesquisas, las nanopartículas resultantes de la contaminación ambiental podrían causar enfermedades como el Alzheimer tras conseguir alcanzar el cerebro. 

La causa exacta que desencadena esta enfermedad neurológica sigue siendo un misterio para la comunidad científica y los vínculos exactos que la contaminación pueda tener aún deben demostrarse. Sin embargo, hay algo que los expertos de este estudio sí que tienen claro. La Universidad Lancaster de Gran Bretaña, encargada del estudio, ha puesto en evidencia «la presencia de nanopartículas de magnetita en el tejido cerebral humano».

Los resultados, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, sugieren que «partículas menores a los 200 nanómetros son lo suficientemente pequeñas como para entrar al cerebro a través del nervio olfativo». Para llegar a esa conclusión, los investigadores de Lancaster dirigidos por Barbara Maher analizaron muestras de tejido cerebral de 37 personas fallecidas. Entre ellas, 29 eran habitantes de entre 3 y 85 años de la capital mexicana, donde existen notorios índices de contaminación elevada y las otras 8 ancianos en la ciudad inglesa de Manchester, con distintos niveles de enfermedades neurodegenerativas.

Según los autores, las partículas halladas son similares a las «nanoesferas» de óxido de hierro -sensible al campo magnético- abundantes en el aire contaminado de las ciudades resultante de combustiones o fricción. Su presencia en el cerebro sería particularmente tóxica, aunque todavía queda mucho por examinar antes de poder concluir que desempeñan un papel en el Alzheimer.

«No existen aún conocimientos suficientes para determinar si esta fuente externa de magnetita procedente de la contaminación ambiental constituye un factor en la enfermedad», advirtió Joanna Collingwood, de la Universidad de Warwick. Según Peter Dobson, de la misma institución, «otros estudios apuntan a un origen externo de la magnetita hallada en el cerebro, pero aún no podemos estar absolutamente seguros».