Adiós, niños, adiós

OPINIÓN

IBRAHEEM ABU MUSTAFA | REUTERS

31 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una práctica muy aconsejable. No dan «guerra» pero se evita que la den. Permitir que medren es echar gasolina al fuego. Hoy, niños; mañana, asesinos. Por supervivencia hay que prevenir, prever, adelantarse a la enfermedad, erradicar el mal a tiempo, sin lloriqueos, como lo hacían los espartanos con los que no daban la «talla». Los despeñaban. Ni servían para ser hoplitas ni aseguraban una descendencia de «aristós», de los mejores.

Evitar que se propaguen es tan benéfico como evitar una plaga de ratas portadoras de pulgas «bubónicas». ¿Hay sospecha de rabia? A mater al perro, sin vacilar, aunque sea cachorro.

Las huestes de Benjamín (el peque) Netanyahu son muy, pero que muy conscientes del potencial de un niño. Y en Gaza, un 40% es menor de 14 años, por lo que hay que actuar de prisa: de prisa, de prisa. Y sin olvidar a las mujeres: ellas incuban los huevos donde se guarecen las serpientes bebés.

No le falta motivos al pueblo de Abraham. Muchos más que los que tienen los rusos con los ucranianos, los serbios con los bosnios, los hutus con los tutsis, los turcos con los armenios. La bruma del tiempo oculta cuándo empezó la persecución de los judíos, quizá desde el momento en que bajaron de las montañas con sus rebaños de cabras y ovejas a las llanuras de Canaán.

Entonces, ¿no está justificado que los intentos gazatíes por aniquilarlos exija el genocidio de niños y mujeres arrinconados en 365 km.? Genocidio: bombas, subfusiles, heridas, infecciones y otras enfermedades que no pueden ser tratadas porque Gaza es ya un erial, amputaciones, locura, suicidios… El horror. ¿Un horror es el medio para vengar otro horror? ¿La defensa del fuerte sólo puede consistir en el exterminio del agresor, más débil? Porque de ser así, tiempo ha que no habría hombres en la Tierra, lo que, por otra parte, no sería mala cosa para ella y sus otros moradores.

Así que adiós, niños, adiós. Pero sabed que pronto dejaréis de estar solos, los adultos nos reuniremos con vosotros y asistiréis a nuestro Juicio Final.

(Rubén Darío comenzó así su poema «Lo fatal»: «Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, /y más la piedra dura, porque esa ya no siente, /pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, /ni mayor pesadumbre que la vida consciente»).