¡Felices Fiestas!

OPINIÓN

«Letronas» navideñas de Gijón, uno de los lugares que más aparecerá en las fotografías de la ciudad en estas fiestas.
«Letronas» navideñas de Gijón, uno de los lugares que más aparecerá en las fotografías de la ciudad en estas fiestas.

24 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 23 años se dejó de reeditar uno de los trabajos más serios, contundentes y luminosos acerca de los caminos emprendidos por Occidente bajo la potestad de lo que se ha dado en llamar «posmodernidad» (aún queda algún ejemplar de segunda mano allá y acullá). El ensayo, titulado «La derrota del pensamiento», imprescindible, repetimos, para enterarnos qué estamos haciendo y hacia dónde vamos, lo firma el filósofo francés Alain Finkielkraut, uno de los intelectuales europeos más respetados, y que citaremos en esta misma columna en alguna ocasión posterior.

Hoy, en días tan gozosos para nuestro orbe cristiano, que celebra el nacimiento del Hijo-Dios, copiado a imagen y semejanza del panteón del Antiguo Egipto y otros del Creciente Fértil, y que no salió del vientre de María (la Virgen, por la gracia del hombre) en diciembre, sino en primavera, y cuyas proclamas primordiales son prostituidas (María Magdalena, perdónanos) por todas las sectas, canónicas y no canónicas, que fueron engendradas durante dos milenios, y lo que les quedan; pues hoy, apuntábamos, es mi humilde deseo felicitar estas fiestas a la humana Humanidad que tan entregada está a la paz, la justicia y el amor, a la manera de unos hermanos sin par (Caín y Abel) por, y gracias, al milagro de este Niño fabuloso parido tras una suerte de fecundación in vitro. Y lo haremos con las últimas líneas que cierran el texto de Finkielkraut.

Bajo el epígrafe «El zombi y el fanático», se lee: «Así pues, la barbarie ha acabado por apoderarse de la cultura. A la sombra de esa gran palabra, crece la intolerancia, al mismo tiempo que el infantilismo. Cuando no es la identidad cultural la que encierra al individuo en su ámbito cultural y, bajo pena de alta traición, le rechaza el acceso a la duda, a la ironía, a la razón (a todo lo que podría sustraerle de la matriz colectiva), es la industria del ocio, esta creación de la era técnica que reduce a pacotilla las obras del espíritu (o, como se dice en América, de «entertainment»). Y la vida guiada por el pensamiento cede suavemente su lugar al terrible y ridículo cara a cara del fanático y del zombi».

Lo dicho: ¡Felices Fiestas!