Irán y su papel en el ataque de Hamás

José Julio Fernández Rodríguez DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE SEGURIDAD (CESEG)

OPINIÓN

ABEDIN TAHERKENAREH | EFE

07 nov 2023 . Actualizado a las 08:47 h.

Irán pretende ser un actor geopolítico de relieve mundial. Aparte de la voluntad de sus dirigentes en ello, el elemento religioso del chiismo y la dimensión cultural persa enfatizan su posición simbólica. En su contra juega la enemistad manifiesta del imperio norteamericano, el enfrentamiento con Arabia Saudí (líder del sunismo) y los desajustes internos (kurdos y amplia población contraria a la teocracia de los ayatolás). Para Occidente la consecución de armamento nuclear es una línea roja.

El ataque de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre, que ha provocado la guerra actual, centrada sobre todo en Gaza, ha sido apoyado por Irán en el terreno de las declaraciones públicas, pero también de forma más intensa a pesar del carácter suní de Hamás, lo que evidencia que las cuestiones geopolíticas priman sobre las religiosas. Ya sabíamos que Irán era el principal patrocinador de Hamás en los años pasados. Ello permite interpretar que el ataque del 7 de octubre recibió el beneplácito expreso del país persa, aunque la decisión última la tomó el grupo terrorista por su cuenta. No semeja que controle las actuaciones de los terroristas de Gaza, que tienen verdadera autonomía. También coinciden los deseos de Hamás y Teherán en el intento de frustrar el acercamiento diplomático entre Israel y Arabia Saudí, auspiciado por Estados Unidos y que fortalecería a la Autoridad Palestina, rival de Hamás. Este posible acercamiento parece ahora dilatado sine die. Arabia Saudí e Israel son los dos principales rivales en la región de Irán, por lo que un acuerdo entre ambos inquieta sobremanera a la teocracia iraní. Curiosamente, el acercamiento entre Tel Aviv y Riad tuvo su causa en el inquietante programa nuclear iraní, que en modo alguno quieren que avance. La implicación de Irán en el actual conflicto, más allá de la diplomacia, también se ve con claridad en la reactivación de ataques de Hezbolá en el norte de Israel. Este grupo sí tiene una conexión estrecha y directa con Irán. Incluso la mano de Irán se halla igualmente en los frustrados ataques con misiles por parte de los hutíes desde Yemen, de la misma manera patrocinados por Teherán.

A nivel operativo las armas iraníes no han llegado últimamente a Gaza por el bloqueo israelí, pero semeja claro que el país del Golfo seguirá en la estrategia desestabilizadora pues consideran que les ha dado frutos apetecibles, si bien nosotros no lo vemos desde ese optimismo. También hay que tener presente la creciente oposición interna en Irán, ahora difícil de valorar, pero que intenta controlarse con la conocida lógica del enemigo exterior.

En todo caso, transitamos malos tiempos para la paz en Oriente Medio, donde la sinrazón avanza a hombros del extremismo, el antisemitismo, los ultraortodoxos, la falta de diálogo y el culto a la ley del talión. En el escenario revuelto los intereses iraníes tienen más posibilidades de éxito, aunque los grandes actores no permitirán una guerra a mayor escala a la espera de que se diluciden los nuevos equilibrios en la zona del indo-pacífico, verdaderas palabras mayores del presente siglo.