Alumnos y profesores de las primeras ediciones de la Red de Escuelas por el Reciclaje de Asturias recuerdan cómo ha crecido la educación ambiental

Casi dos décadas de duro trabajo por la educación ambiental están dando sus frutos. Un proceso que se empezó a sembrar mediante la Red de Escuelas por el Reciclaje (ahora se denomina más ampliamente Red de Escuelas por la Circularidad) bajo la promoción de la entidad pública Cogersa, y que ya está recogiendo una valiosa cosecha: empezamos a poder hablar de la «generación circular».

Un exponente de aquellos niños «circulares» que ya se han formado en uno u otro campo y comienzan a devolver a la sociedad ese valor es Daniel Remón. Dani, como se hace llamar, es un licenciado en Matemáticas e Ingeniería Industrial, doctorado sobresaliente cum laude en sistemas de energía eléctrica, que no ha olvidado sus orígenes.

Veamos su entorno y hasta dónde ha llegado -de momento, pues aún le quedan muchos kilómetros, literalmente, por recorrer-. No es casualidad que en su momento Daniel Remón estudiara en el IES Valle de Aller de Moreda, ya que este centro lleva muchos años siendo un puntal de la sostenibilidad. Está en el preciado podio de los premiados con el galardón 4R que reconoce la excelencia en el avance hacia la economía circular.

«De mi etapa escolar, ya desde pequeño me acuerdo que quería hacer coches que contaminaran menos. Me daban rabia las emisiones y el impacto ambiental de las carreteras», recuerda. Por eso decidió estudiar ingeniería industrial. «Después, mi carrera me llevó por la electrónica de potencia y de ahí pensé que, una vez que las energías renovables ya están maduras y cuentan con muchos proyectos, era interesante trabajar en el almacenamiento de energía».

De ahí surge Enrev (Verne al revés), el hijo favorito de Dani, con el que lleva ya varios años trabajando y en colaboración con Guppy. La idea es sencilla, aunque llevarla a cabo no lo es tanto: se trata de sustituir las enormes baterías de los coches eléctricos actuales por baterías más pequeñas que se irían instalando en el coche a medida que se necesiten. «Nuestra idea es que la mayoría de los usuarios hacemos muy pocos kilómetros al día, unos 60 de media. Por tanto, esas baterías grandes no son necesarias habitualmente. No tiene sentido pagar un coche que te permite hacer ese viaje largo de vez en cuando y no usar esa potencia casi nunca», explica.

La solución sería disponer de puntos de intercambio en los que se pueden dejar e instalar módulos más pequeños y manejables (una batería ordinaria actual puede pesar más de 300 kilos) cuando uno los necesite. Un proyecto ambicioso, pero en absoluto imposible, y mucho más sostenible.

¿Sirvió esa educación ambiental? A la vista está que sí: «Hay cosas que ese interiorizan de pequeño y, más adelante, están ahí de forma natural», afirma Remón.

Cocina y medio ambiente

La ingeniería es, como vemos, muy importante en el campo de la sostenibilidad. Pero no es lo único, ni mucho menos. Otro alumno del mismo centro, Enrique Rodríguez, también pertenece con orgullo a esa «generación circular», que recibió las ideas y las hizo crecer con su desempeño profesional.

Enrique Rodríguez, a la derecha, con su equipo del restaurante TC28 de Mieres
Enrique Rodríguez, a la derecha, con su equipo del restaurante TC28 de Mieres

Enrique estudió el grado superior de Dirección de Cocina y trabaja en un restaurante muy popular de Mieres, el TC28, que acumula reconocimientos y premios gastronómicos. Desde su puesto es muy consciente de que «en un negocio como este, la cuestión económica es muy importante, pero también es de sentido común aplicar la circularidad: es aprovechar, no tirar o tirar lo menos posible».

La previsión y la organización son, dice Enrique, fundamentales para la sostenibilidad. «Partiendo de una buena planificación de cómo hacer la compra, muchas cosas se pueden reaprovechar, o compostar, o buscar el máximo rendimiento», explica.

Y esta mentalidad no es casual, parte de la enseñanza que recibió desde que era niño. «Tengo la suerte de que mis padres se preocupaban bastante por el medio ambiente, y también de que cuando estaba estudiando nos inculcaron esos valores», señala. «Recuerdo cuando nos llevaron de excursión a Cogersa y cómo nos enseñaron a cuidar del entorno. Todo tiene que ver con lo que te enseñan, sí, hay una aplicación directa» en el día a día de un profesional, asegura.

El mismo presidente del Principado, Adrián Barbón, reveló en una visita a Cogersa el pasado mes de marzo ante los asistentes que había estado en el vertedero de visita siendo niño, con su colegio, y que aquella excursión le había marcado. Sus palabras evidencian que ya hay una generación de asturianos que ocupa puestos de mando en las instituciones y las empresas, que organiza su hogar o su centro de trabajo, que da clase, que lleva una tienda o desempeña una profesión…, y ellos recibieron siendo escolares las primeras consignas sobre la importancia del reciclaje para no esquilmar los recursos del planeta, o para proteger la naturaleza, como se decía en aquella época.

Un programa imparable

Mientras tanto, el programa de la Red de Escuelas por la Circularidad que promueve Cogersa sigue creciendo. Este año se han sumado nada menos que 200 centros asturianos, y que tuvo su punto de arranque el pasado 2 de octubre. En ese acto, la consejera de Transición Ecológica, Industria y Medio Ambiente, Nieves Roqueñí, recalcó: «Son 18 años organizando y promoviendo esta red de centros, lo que quiere decir que ya tenemos a miles de jóvenes profesionales en los centros de trabajo que han sido formados en los valores de consumo responsable y de preocupación por la gestión sostenible de los recursos». Como está a la vista con estos alumnos de la «generación circular».

La gerente de Cogersa, Paz de Orviz, junto a María Alonso Pintado, directora del colegio público Padre Galo, y Yovana Fernández, maestra y excoordinadora de la red en el centro
La gerente de Cogersa, Paz de Orviz, junto a María Alonso Pintado, directora del colegio público Padre Galo, y Yovana Fernández, maestra y excoordinadora de la red en el centro

Una de las protagonistas de esta historia desde el otro punto de vista, el de la docencia, es Yovana Fernández maestra y excoordinadora de la red en su centro público, el colegio Padre Galo de Luarca, que ha tenido la satisfacción de recoger recientemente la cuarta R, ese preciado galardón de un centro seleccionado entre los que han conseguido la triple R (que acredita, además de la participación, la implicación de toda la comunidad educativa en el programa).

Yovana también fue alumna y recibió esa educación ambiental que ahora aplica: «Recuerdo hacer aquella visita a Cogersa, y el recorrido en estos 20 años sido enorme. Hay una diferencia abismal desde entonces hasta ahora», asegura.

Antes de adquirir una mayor conciencia medioambiental, «veíamos el reciclaje como algo basado en la selección adecuada de residuos. Ahora se va mucho más allá». Y habla de su experiencia en la red: «Desde Cogersa se hace un trabajo fantástico, y como docente siempre me sentí muy arropada por el equipo, con una buena formación y muy buenas propuestas». 

En este marco, Cogersa organizó el curso pasado la primera edición de la Conferencia de Jóvenes “Cuidemos el planeta” (Confint) en Asturias, siguiendo la estela de la Confint estatal, cuya sexta edición se ha celebrado recientemente en Granada y en la que participaron cuatro escolares de centros educativos asturianos. Otra iniciativa que sin duda dejará huella en los futuros profesionales.

Esta generación y las siguientes, cree Yovana, están viviendo «un cambio de paradigma vertiginoso en el que todos vemos que la conciencia ambiental influye en nuestro futuro». Tenemos, dice, «una gran oportunidad de incorporar no sólo a los alumnos, sino también a las familias. Por eso animo a todas las escuelas a sumarse a la red». Un cambio de paradigma que ya es imparable de la mano de las nuevas generaciones ecorresponsables.