La asturiana Pilar Sánchez:  «La literatura permite contar la historia oculta de las mujeres»

La Voz GIJÓN

CULTURA

Juan González | EFE

La autora descubre el mundo mágico del neolítico con su última novela «de aventuras». En su obra une la cultura mediterránea y el norte ibérico a través del relato del viaje de un buhonero hijo de una diosa.

20 abr 2024 . Actualizado a las 13:51 h.

La escritora Pilar Sánchez Vicente (Gijón, 1961) ha retrasado su reloj literario hasta el año 4.500 antes de Cristo para descubrir el mundo mágico del neolítico que describe en Madrebona (Roca Editorial), su última novela «de aventuras» que llegará a las librerías el próximo 25 de abril.

Fascinada por la cultura mediterránea de la edad del cobre y de los mitos y leyendas del norte ibérico, la autora ha unido los dos territorios en un relato histórico que hace un guiño al realismo mágico a través del viaje de un buhonero, hijo de una diosa (Madrebona), que sobrevive a un ataque de los «adoradores del Ball» que arrasaron su pueblo (Kretis) y mataron a su padre y a su hermano.

Sánchez Vicente entiende la literatura como una herramienta para «contar la historia oculta de las mujeres» y esta vez ha posado su mirada en el momento en el que el culto a las diosas madres es sustituido por las religiones monoteístas o politeístas encarnadas por uno o varios «superhombres». Es un momento histórico «fascinante», apunta en una entrevista con Efe, porque en los pueblos del Mediterráneo comienza el comercio con los tartesos, se conoce y trabaja el cobre, se descubren las primeras aleaciones como el bronce y el lapislázuli llena de vida y da color a los ojos de las esculturas.

Aunque respetuosa con algunos acontecimientos históricos, Madrebona es «más una novela de aventuras» que confronta dos culturas, y en la que los hechos son susceptibles de diversas interpretaciones según quien los cuente y quien los escuche. La figura del buhonero, encarnado por Ekro, el hijo de la diosa madre, tiene un papel fundamental en el relato porque es el «hilo conductor» entre el sur al que están llegando los avances tecnológicos de la época y en norte místico de los pueblos astures. Al huir de su pueblo arrasado, el joven se enrola en un barco de mercancías que surca los mares, es explotado laboral y sexualmente por el capitán hasta que logra liberarse y recala en un pueblo de la costa asturiana.

Sánchez Vicente incorpora otros personajes como una niña sordomuda y una loba que habla y les advierte a sus congéneres del peligro que representan los «animales de dos patas» y de los «superpoderes» de la niña, que no siente miedo sencillamente porque es incapaz de escuchar los aullidos de la manada. La autora, que también es historiadora, ha reconocido que no hay muchas novelas ambientadas en el neolítico, probablemente por la dificultad de contrastar datos sobre hechos que quedan «muy lejanos en el tiempo».

Juan González | EFE

«Quise mostrar un trozo de la historia que es desconocido y más que todo eso es una novela de aventuras al gusto clásico, porque siempre me gustaron los mitos, que surgen de las leyendas que cuentan los hechos sucedidos», ha destacado. La escritora ha considerado que la verdad histórica es inaccesible, porque la «historia no es lo que ocurrió sino lo que nos han contado, es la mayor ficción que existe porque constituye un relato en el que lo que importa es que sea verosímil».

En su novela narra detalles de lo que comen y beben los habitantes de los pueblos, como es la vida cotidiana en el Cantábrico donde sobreviven los últimos cazadores recolectores a la vez que empiezan a explotarse las minas de cobre del Monte Aramo. Así, los navegantes se guían por las estrellas, el pan tiene tres formas diferentes de presentación, la diosa madre habla con el lenguaje de Sófocles, un niño amamanta una loba albina, y un hombre «hace hablar a los huesos» al convertirlos en instrumentos de música.

«Me gusta el contraste, en Madrebona, que también es el nombre de una playa del concejo asturiano de Carreño, encontramos una sociedad más asamblearia que rinde culto a la mujer y sus pobladores consumen hongos, cannabis y beben hidromiel», afirma.