«La insoportable levedad del ser»: el clásico de la Guerra Fría que conquista a los zetas

CULTURA

La novela explora el amor, el deseo, las inseguridades y la libertad a través de las relaciones que unen a Teresa, Tomás, Sabina y Franz

23 abr 2024 . Actualizado a las 13:58 h.

Si Milan Kundera (Brno, 1929?París, 2023) levantara la cabeza, se sorprendería al ver cómo este pequeño librito azul inunda booktok. La insoportable levedad del ser (Tusquets) cumple 40 primaveras con un espíritu renovado gracias a un aluvión de fans cuyos padres probablemente ni se conocían cuando la obra vio la luz por primera vez en 1984. ¿Y por qué esta novela escrita en plena Guerra Fría ha conquistado a la generación zeta?

La respuesta facilona es el fallecimiento del checo en julio del año pasado, que indudablemente ha resucitado este clásico de la literatura contemporánea. Pero más allá de lo circunstancial, hay algo de la historia de Teresa, Tomás, Sabina y Franz que atrae a los más jóvenes.

La novela explora el amor, el deseo, las inseguridades y la libertad a través de las relaciones que, a lo largo de los años, unen a estos cuatro personajes. Pero lo brillante es que, haciéndolo, revela una verdad universal: que los conflictos son, al igual que la propia existencia, tan pesados o livianos como uno los deje ser.

Puede parecer una reflexión densa, sí, pero aparece rodeada de infidelidades, anhelos imposibles y traumas familiares que le aportan el punto justo y necesario de salseo que llamó la atención de usuarios como @teresariveeraa. «¿Perdonarías unos cuernos?», comienza su reseña la andaluza con más de 100.000 seguidores en TikTok, para después confesar que ella se plantea esa pregunta de una forma «totalmente distinta a cuando empezó a leer el libro». También hubo un cambio en la mente de @amazonasliterarias, que confesaba que «leerlo fue un enfrentamiento a ese ideal romántico y utópico con el que crecí».

Sin embargo, Mariang, la pata menos pija del pódcast La Pija y la Quinqui, tiene otra visión. Ella cree que el amor no es «el alma del libro» y, con su habitual sentido del humor, destacaba que una de las cosas que más le habían gustado de la novela era «toda la disertación sobre la culpa, el sacrificio...» que le había provocado «algo parecido a una herida de bala en el bazo». Y no es de extrañar. A veces las verdades son jarros de agua fría.

Kundera es maestro en esto de relativizar y de explorar los caminos que dan propósito a nuestras vidas. Una visión optimista que, a una generación harta y clavada en la eterna frustración por el combo precariedad laboral-precio del alquiler, parece sentarle bien.