Beyoncé lleva su orgullo negro y femenino al número uno de la lista «country» de EE.UU.

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN /LA VOZ

CULTURA

Beyoncé, en los iHeartRadio Music Awards.
Beyoncé, en los iHeartRadio Music Awards. Mario Anzuoni

Es la primera mujer afroamericana que lo consigue con su disco «Cowboy Carter», que pretende romper las barreras de raza y género en la música

09 abr 2024 . Actualizado a las 09:32 h.

No es el disco country de Beyoncé, pero sí el disco con el que Beyoncé coronó en la lista Billboard country de Estados Unidos. También lo ha hecho en la general, pero eso forma parte de la exitosa rutina en cada uno de los álbumes de la artista. El hito particular de Cowboy Carter radica en ser la primera mujer afroamericana que corona ese ránking históricamente ocupado por artistas blancos. Simboliza con una marca parte de lo que pretendía la artista al grabar el álbum: «Mi esperanza es que dentro de unos años la mención de la raza de un artista, en lo que se refiere a la liberación de géneros musicales, sea irrelevante».

Precedido por el single Texas Hold ‘Em (que también fue número uno en el apartado de sencillos), Cowboy Carter conforma el segundo capítulo de una trilogía en la que la artista pretende demostrar la negritud de diferentes géneros de la música. Aquí, sacudiendo inercias y entrando y saliendo en la música sureña con banjos y guitarras acústicas. Abriendo con American Requiem, como quien anuncia una nueva era. Siguiendo con una hermosísima versión del Blackbird de The Beatles, un tema co el que McCartney homenajeó a los Little Rock Nine, grupo de estudiantes negros a los que se había impedido el acceso a un instituto. E invitando a la fiesta a Willie Nelson (que hace de pinchadiscos radiofónico introduciendo el tema Texas Hold ‘Em) y a Dolly Parton, quien se alía con ella en su clásico Jolene con un giro de carácter. En la canción original, Dolly ruega a una chica muy joven: «Por favor, no te lleves a mi hombre». En la versión que hace de Cowboy Carter, Beyoncé ya no suplica. «Te lo advierto, no vengas a por mi hombre», canta ahí. Y abre el debate del posible empoderamiento, la sororidad y el feminismo o machismo implementado a su versión.

Hay más símbolos del zigzag que propone Beyoncé. En Spaghetti invita a Linda Martell, octogenaria que cruzó la división de estilos y raza mucho antes, a marcarse curiosamente la pieza más hiphopera de todo el álbum. Porque, dándole la razón a la artista, Cowboy Carter no es un disco country, sino un trabajo exuberantemente rico que conecta mundos sonoros que se disociaron en un momento histórico. Y todo lo demás. Porque ya superada la mitad del disco, Beyoncé se pone en modo Tina Turner y se pasea entre el These Boots Are Made for Walkin' de Nancy Sinatra y el Good Vibrations de los Beach Boys para montar un descomunal festín sonoro. El que, varios temas después, deriva en el góspel del siglo XXI de Amen. «Esas viejas ideas / Están enterradas aquí », proclama. El número uno logrado podría tomarse como un particular «así sea».