El manuscrito redactado por el tercero e incluido en el sumario de la «Operación Hulla» muestra las ilegalidades cometidas por los expresidentes entre 1989 y 2014
03 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El manuscrito de José Antonio Postigo incluido en el sumario de la «Operación Hulla», al que ha tenido acceso La Voz de Asturias y que publicaba ayer, es una muestra más, no sólo de las presuntas ilegalidades cometidas durante años por los máximos responsables de la mutualidad, sino también de cómo actuaron los tres presidentes que tuvo la entidad desde 1989 hasta 2014 para con el propio Montepío y entre sí. Ricardo López Estébanez firma el 2 de agosto de 2002 un carta (también incluida en el sumario del «Caso Hulla») tras su forzada dimisión en la que dice que «intentó» dirigir la institución «de una manera honesta, seria y rigurosa». Alfredo Álvarez Espina, habiendo accedido a dimitir de todos sus cargos ante las pruebas que Postigo en su escrito decía tener del cobro de comisiones, es nombrado en septiembre de 2002 presidente del Montepío, cargo que ostentó hasta 2006 cuando el propio José Antonio Postigo asumió la presidencia. Todos ellos han dejado por escrito, bien en cartas o en los editoriales de la revista de la mutualidad sus propósitos de velar por los intereses de la institución y de sus afiliados. El propio Postigo dice en el primer editorial que firma en dicha revista como presidente «respetar la labor de los anteriores presidentes» pese a conocer que «Ricardo y Espina y otros están Forrandose en el Montepío inlegalmente» (sic), según dice en un manuscrito firmado por él que habría escrito el 1 y el 9 de julio de 2002.
Dicho documento está en el sumario de la «Operación Hulla» paginado justo después de la carta de dimisión de Ricardo López Estébanez, una dimisión provocada por la amenaza de José Antonio Postigo de llevar al juzgado las pruebas que tenía en las que aparecían «estos dos haciendo negocios donde esigian pagos, cenas y comidas» (sic). En su escrito, firmado el 2 de agosto de 2002, Estébanez explica que asumió la responsabilidad de dirigir la institución «hace más de 13 años» y que lo intentó hacer, «con aciertos y con errores, de una manera honesta, seria y rigurosa», y añade que «en este periodo de tiempo, hubo momentos de satisfacción y también, como no, de decepción». Así, a lo largo de dos páginas relata cuáles fueron esas decepciones, entre las que destaca «las zancadillas internas y externas que sufrí para poder llevar adelante mi trabajo, realizadas fundamentalmente por personas que creía gozaba y gozaban de mi confianza». El presidente del Montepío entre 1989 y 2002 también cita hasta 16 «satisfacciones» dadas por la consecución de objetivos, empezando por el Balneario de Ledesma en 1990 y terminando con «el reconocimiento de que el patrimonio del Montepío se haya multiplicado por tres o cuatro».
Estébanez lo resume en «haber conseguido una institución fuerte, saneada económicamente, de la que disfrutan el conjunto de los mutualistas que son, al final, con sus aportaciones el verdadero alma del Montepío». Después de lo que denomina «pequeño análisis», éste presenta su dimisión: «Os quiero transmitir en el día de hoy mi renuncia al cargo de Presidente de la Institución por razones personales y de salud, así como de los cargos que conlleva dicha presidencia». Este escrito, como el que le firmaba a Postigo casi un mes antes, tiene fecha de 2 de agosto de 2002 y cuenta, además de con su firma, con la del entonces secretario Miguel A. Díaz Collado.
El 27 de septiembre de 2002 asumía la presidencia del Montepío de la Minería Alfredo Álvarez Espina, el otro citado en el manuscrito de José Antonio Postigo al que éste le habría exigido la dimisión de los cargos que ostentaba en la mutualidad por tener pruebas por negociar «pagos, cenas y comidas». Espina, que estuvo en el cargo hasta mediados de 2006, decía en el primer editorial que firmó en la revista del Montepío que tenía «firmes propósitos de mejora y renovación en aquellos aspectos que son susceptibles de cambio, así como el mantenimiento de aquellos otros que entre todos hemos conseguido con gran esfuerzo y dedicación». A esto añadía que trataría de «cumplir una de las finalidades que reza en la raíz de nuestros estatutos: velar por los intereses de sus afiliados».
Uno de los hitos de Espina fue la compra de un complejo residencial de 140 apartamentos en la localidad almeriense de Roquetas de Mar, con una inversión de 10 millones de euros. Esta operación también ha sido motivo de investigaciones judiciales y, de hecho, el Montepío de la Minería aportaba hace ahora un año información con la que se podría reabrir el caso por un presunto pelotazo urbanístico. Él decía en 2003, la revista número 36, que los «objetivos prioritarios» que se había marcado cuando accedió a la presidencia, entre otros, habían sido: «optimizar los recursos de la entidad» y «reforzar el patrimonio de la misma para no sólo asegurar su supervivencia, sino que, en el futuro, pueda ofrecer a sus mutualistas más y mejores prestaciones». «Y, en estas tareas, he puesto todo mi empeño, mi energía y mi capacidad de trabajo», continuaba diciendo Espina, que destacaba en las siguientes líneas la compra del citado residencial.
La dimisión de Alfredo Álvarez Espina en la Asamblea General Ordinaria de 2006 «alegando cuestiones personales y familiares ineludibles» dejaba vacío el sillón de presidente del Montepío de la Minería, en el que se sentaría José Antonio Postigo poco después compatibilizando su nueva responsabilidad con la secretaría de Acción Sindical del SOMA-FIA-UGT. En el editorial número 46 de la revista (2006) manifestaba, pese a todo lo que decía saber en el manuscrito que firma en 2002, respetar «la labor de los anteriores presidentes» y que «la línea de trabajo a seguir es la de mantener una institución saneada y que conserve el prestigio de que siempre ha gozado». Además, en una entrevista que se publicaba en ese mismo número, se decía de Postigo: «hombre de principios, el nuevo presidente del Montepío de la Minería Asturiana apela a la honestidad y a la reflexión a la hora de tomar cualquier decisión que afecte a su recién estrenada responsabilidad».
Tres años después de dejar la presidencia del Montepío de la Minería, saltaba el «Caso Hulla», trama en la que se investiga al ex secretario general del SOMA-FITAG-UGT, José Ángel Fernández Villa; a su más directo colaborador, el exsecretario de Acción Sindical del SOMA-UGT y expresidente del Montepío de la Minería Asturiana, José Antonio Postigo, así como a los familiares más directos de ambos y otras personas por «el indiciario desvío, apropiación y ocultación de fondos» públicos que habrían obtenido, presuntamente, de los fondos mineros concedidos por el Instituto del Carbón a partir de 2009 para la construcción de la macro residencia para mayores de Felechosa.