Día Mundial contra el Cáncer de Mama: «De una forma u otra, esta enfermedad entra en casi todas las casas»

Adela Riesco
Adela Riesco REDACCIÓN

ASTURIAS

En España se diagnosticaron alrededor de 34.740 nuevos cánceres de mama en el año 2022, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer.
En España se diagnosticaron alrededor de 34.740 nuevos cánceres de mama en el año 2022, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Dos asturianas narran sus distintas experiencias y recuerdan la importancia de normalizar la enfermedad

19 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Marta García Fernández-Ahuja habla largo y tendido del cáncer de mama metastásico que padece mientras conduce; está recogiendo a sus dos hijos del colegio. Cuando llega al garaje hace una pausa porque se acaba de dar cuenta de una cosa. «Bueno, no sé hasta qué punto será bueno que charle de esta manera sobre la enfermedad con ellos delante, no sé qué estarán pensando ahora mismo...», titubea. Ambos hermanos, de 11 y 15 años, tardaron bastante tiempo en tomar conciencia de lo que estaba empezando a ocurrirle a su madre hace cuatro años, pero como ella misma dice, «esto es para toda la vida y es así desde que lo supe». 

El cáncer de mama es el tipo de tumor más frecuente en mujeres. Este mes rosa de octubre culmina con el propósito de divulgación y concienciación para el que ha sido establecido con la jornada de hoy, jueves 19, Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama. La fecha trasciende edades, procedencia, diagnósticos o tratamientos para unir a los más de 35.000 casos detectados este año en España, 7.688 en Asturias según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Sin embargo, García, procedente de Gijón, insiste en desmarcarse de las cifras generales y hablar de Cáncer de Mama Metastásico. «Tenemos otras reivindicaciones y nuestra realidad es diferente porque no nos vamos a curar nunca», explica. 

El cáncer de mama cuenta hoy con una tasa de supervivencia del 85%, una estadística en la que miembros de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECMM), como la gijonesa, no se ven representados. «Suele decirse que alrededor de un 30% de pacientes que padecen la enfermedad desarrollará después metastasis, pero hay un 5% de personas a las que se nos diagnostica directamente en esa fase», cuenta. 

Por la izquierda, Marta García Fernández-Ahuja junto a compañeras de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico
Por la izquierda, Marta García Fernández-Ahuja junto a compañeras de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico

Su caso empezó por dolores de espalda que no encontraban causa. «Después de estar de un lado a otro con traumatólogos, pruebas y radiografías, finalmente en una resonancia apareció una vértebra con una lesión tumoral grave». Y al ingreso en Cabueñes le sucedió el diagnóstico de metástasis «que se había diseminado en una cervical, una lumbar y en el hígado desde el tumor primario en la mama izquierda». Entonces empezó «la rueda» que ella denomina de «sumergirte en un mundo del que no tienes ni idea de un día para otro y solo te centras en hacer lo que te mandan los médicos, todo lo demás desaparece» . «El primer año de tratamiento me dedicaba a sobrevivir, a tomar los tratamientos y a llorar, no me enteraba de nada», recuerda. 

Fue después de un tiempo cuando logró superar el duelo «que se debe pasarse tras asumir la enfermedad» y así empezar a «proteger» a su familia de este. Y también comenzó a apoyarse en la asociación. Cuatro años más tarde y ahora convertida en su tesorera, incide en la importancia de su trabajo «en la sensibilización y concienciación además de apoyo a familiares», pero sobre todo, «en informar y asesorar a pacientes con cosas útiles que no cuentan en los hospitales y pueden generarnos muchísimo estrés». 

Para el cáncer metastásico, las reclamaciones son claras, y pasan por «más investigación y que los nuevos tratamientos de los que se va descubriendo su eficacia lleguen, porque de ellos depende que sigamos vivas». La gijonesa cita que la Agencia Europea del Medicamento cifra en 180 días la espera recomendable para que nuevos tratamientos oncológicos estén a disposición de los pacientes en cada país. La media española asciende hasta los 600 días, «una cantidad de tiempo del que algunas quizá no dispongamos», zanja. 

Por la izquierda, Carmen Rosa junto a M.Luz Villaverde, voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer en Asturias
Por la izquierda, Carmen Rosa junto a M.Luz Villaverde, voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer en Asturias

La experiencia de Carmen Picos Valdés, procedente de Avilés, ha sido muy distinta a la de Marta. En septiembre de 2022, cuando tenía 56 años, acudió una mañana a hacerse la mamografía y revisión rutinarias que por edad recomiendan hacerse cada dos. Después de la consulta, pensaba irse a desayunar y pronto pensaba quedarse de vacaciones, lo normal. En su mama derecha notaba «una pequeña avellana» que no le preocupaba, pero en cuestión de media hora, los médicos ya le habían hecho una ecografía y una biopsia a la espera de resultados.

Días más tarde, calificaron esa «avellana» como «nuez», con una dimensión de unos 3 centímetros. Lo suficientemente grande como para no poder extirparlo desde el prinicpio sin antes haber hecho quimioterapia. Ahí comenzó «el periplo de un año por los hospitales», durante el cual, por suerte o por desgracia, estuvo acompañada de su cuñada y una amiga también diagnosticadas con mama. De hecho, tras su operación tuvo que mantener sesiones de radioterapia en las que coincidía con ambas. «Lo hicimos juntas y eso nos unió muchísimo».

Un año después, puede decir que está curada y, «por fin», puede «descansar, recuperar fuerza y expulsar todo lo tóxico con lo que te obliga a tratarte esta enfermedad». Aunque buena parte de su ánimo nace de sí misma y de su positividad desde el principio, solo tiene un enorme sentimiento de gratitud y palabras de agradecimiento para todo el mundo. Desde su familia y amigos, de los que supo a posteriori «que se hundieron, pero se mantuvieron fuertes por mí durante todo el tratamiento», hasta los sanitarios de Cabueñes, el HUCA y San Agustín, por «un trato maravilloso, como hablar con amigos», pasando por el necesario respaldo de la AECC. En especial, «a la voluntaria que me atendió desde el principio y fue como un ángel para mí», recuerda. 

Pero sobre todo, Valdés insiste en la prevención y en «todas las facilidades» que la sanidad pública está brindando para aprovecharla, porque «la lotería no te toca, pero esto sí». Anima a normalizar una enfermedad «que entra de una forma u otra en casi todas las casas» y para cuyos dolores existen muchas medicinas, «pero para el ánimo no, por eso hay que cogerla con toda la fuerza que se pueda».