La colorista protesta aglutina a familias con niños, profesores, asociaciones de padres y universitarios con un objetivo común: negociar un pacto educativo
09 mar 2017 . Actualizado a las 20:47 h.Charangas, padres empujando sillitas de bebés, asociaciones universitarias y de padres, sindicatos, claustros... Una colorista manifestación, la más multitudinaria en años dentro del sector educativo, ha exigido en el centro de Oviedo que el Gobierno entierre la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y se siente a negociar un nuevo pacto educativo. Se sumaron a la protesta, el colofón de la huelga general del 9 de marzo, todo tipo de colectivos con reivindicaciones pendientes, desde las trabajadoras de 0 a 3 años, que reclaman un primer ciclo de Infantil de calidad; a las acompañantes de autobús que no han sido subrogadas por las nueva concesionaria del servicio en Asturias, aunque en ambos casos la competencia es del Ejecutivo regional. El objetivo de todos es común: consensuar una legislación estable que permita construir un sistema educativo de calidad. Evitar el continuo vaivén de leyes, en función del signo político del Ejecutivo, ha producido un hartazgo difícil de describir.
Marcha colorista
Las cifras de participación, siempre tan controvertidas, coincidieron esta vez en que la asistencia fue nutrida. La Policía Local de Oviedo ha contabilizado alrededor de 4.500 manifestantes. Otras fuentes elevan esa cifra hasta los 6.000. Lo cierto es que mientras la cabecera de la marcha llegaba al cruce de Toreno con la plaza General Ordóñez, los últimos todavía no habían salido de la estación de Renfe. En el medio, muchas pancartas, animadores con megáfono y hasta una charanga, que animó con música el discurso reivindicativo. La lectura de manifiesto tuvo lugar en Porlier. Tomaron la palabras portavoces de los sindicatos convocantes (UGT, CCOO y SUATEA), del Sindicato de Estudiantes y también de la Federación de Padres Miguel Virgís, cuya nueva presidenta, Clara Díaz Alonso, se estrenaba en estas lides.
Las consignas fueron más variadas. Los universitarios, los que más se hicieron notar, tan pronto clamaban contra la corrupción como exigían una bajada de tasas o un sistema de becas que permita estudiar «a los hijos de los obreros». Incluso corearon el nombre del presidente del Principado, Javier Fernández, aunque no estuviera invitado a la manifestación. Otros enemigos comunes son las reválidas -ya anuladas pero de infausto recuerdo- y los ránkings que se podrían haber hecho de centros. Las pancartas clamaban contra los recortes salariales y de plantillas docentes. Dejaban claro que los tijeretazos aún no son cosa del pasado. Los universitarios aún temen el fantasma del 3+2, contra el que también luchan los rectores, que encarece la educación y supone una nueva vuelta de tuerca para la educación superior.
Muchos de los asistentes aparecieron enfundados en las características camisetas verdes en defensa de la escuela pública. Manifestantes acompañados por sus hijos gritaban en su doble condición de profesores y padres. Había incluso docentes de la concertada, donde el seguimiento de la huelga fue muy bajo.
Los sindicatos
«Hay razones de peso para una huelga general». Así comenzó el manifiesto leído por los sindicatos en Porlier, al término de la marcha, que se prolongó durante una hora. Los convocantes calificaron de «plan absolutamente inmoral» la reforma educativa del PP, con recorte brutales estructurales. «No es solo la comunidad educativa, es la sociedad la que se juega mucho», insistieron los representantes de los docentes. No se creen la promesas de diálogo del Gobierno. La última prueba la han tenido con la oferta pública de empleo: «La dramática y esperpéntica situación generada por la utilización de las oposiciones como moneda de cambio para la aprobación de los presupuestos del Estado es un buen ejemplo del desprecios que manifiesta por los funcionarios y la enseñanza pública».
Frente a estas actitudes, exigen, de manera urgente, la derogación de la LOMCE, del real decreto con los recortes de 2012 y del último de becas; el mantenimiento de la jubilación anticipada, el impulso de una auténtica oferta de empleo que estabilice plantillas y la apertura de una negociación colectiva real.
Los padres
«Estamos hartos de que nuestros gobernantes jueguen alegremente con la educación de nuestros hijos. Lo podemos decir más alto pero no más claro». Tampoco las asociaciones de padres se anduvieron con rodeos. Las familias no comparten el recorte en becas, el cierre de unidades, bibliotecas escolares y actividades extraescolares debido a los recortes. Se sienten cada vez más excluidos, algo que el PP alentó al recortar las competencias de los Consejos Escolares. El manifiesto de la FAPA Miguel Virgós, considera que la equidad está en peligro. Por todas estas razones, se sumó a la huelga y a la manifestación.