Álvaro Neil, tras 13 años viajando en bicicleta, volverá a Asturias el próximo noviembre. «A los sueños hay que ponerles fecha. Quiero volver para que vean que no fue una locura»
09 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Álvaro Neil tenía un sueño y el 19 de noviembre de 2004 salió de la plaza de la Catedral de su Oviedo natal para hacerlo realidad. Solo con su bicicleta y el mundo por delante. Ha recorrido casi 200.000 kilómetros por más de un centenar de países desde entonces. Ha dado la vuelta al mundo y el próximo 19 de noviembre de este año volverá a la plaza de la catedral de Oviedo. Por primera vez en trece años. «A los sueños hay que ponerles fecha», explica, «es una manera de obligarte. Cuando salí de Oviedo, aunque me flaqueaban las piernas, me puse la misma trampa».
A Neil, en las entrevistas que le han hecho durante todos estos años en los países por los que ha pedaleado, le suelen preguntar por qué recorre el mundo en bicicleta. Ahora hay que preguntarle por qué quiere dejar de hacerlo. «Se me acabó el mundo aunque no haya estado en todos los rincones, porque a veces hay que decidir si vas hacia la derecha o hacia la izquierda. Hacia Pakistán o hacia Afganistán, pero he cumplido lo que quería y quiero volver para poner fin a un proyecto que se acaba el día que cruce la plaza de la Catedral, para que vean que no fue una locura, que tenía claro el rumbo y el destino».
Con 37 años, la edad que tenía cuando dejó atrás Asturias, cumplir su sueño era urgente: «Es una margarita con varios pétalos: la bicicleta, conocer mundo y hacer espectáculos para gente humilde». Neil, que trabajaba de abogado antes de vivir en la bicicleta, se transformó en el biciclown y siempre que ha podido ha actuado de payaso para hacer reír, o conseguir sonrisas, allá donde más falta hacía. Su último espectáculo fue en un campamento de refugiados sirios cercano a Atenas. Por Siria había pasado en 2008. El proyecto que cerrará en noviembre de este año se llama Miles of Smiles around the World. En castellano, kilómetros de sonrisas alrededor del mundo. El espectáculo de clown llegó a más de 21.000 personas. Con anterioridad, de 2001 a 2003, ya había recorrido Sudamérica como el biciclown.
Encuentro con Bikecanine y la familia Supertramp
Neil se encuentra en la localidad italiana de Bari, en donde pasó las navidades con otros trotamundos que viajan en bicicleta. Uno es el asturiano Pablo Calvo, Bikecanine, que va camino del sudeste asiático con su perra Hippie. «Llevo hablando con él dos años y dice que le influí para dar el paso. Nos juntamos en Navidad tres grupos de viajeros», indica. El tercer grupo es la familia Supertramp, una pareja gallega que viaja con sus dos hijos pequeños. Todos compartieron el apartamento que les dejó el párroco de una iglesia en Bari.
Neil, durante su viaje por el mundo, no se ha salido de su presupuesto mensual: 270 euros. «No es mucho dinero, pero para decir cuánto dinero necesitas para viajar depende del viaje», indica, explicando que con su presupuesto «necesitas ser flexible y tener mucha voluntad». Ha dormido bajo techo, en su tienda de campaña o bajo el cielo. En más de un centenar de países. Casi siempre ha pedaleado solo. «El 85% de las ocasiones he estado solo». Y se ha topado con muy pocos viajeros, en bici, en moto o en coche, que lleven más de diez años sin regresar a su país. El que más tiempo llevaba viajando fue un alemán de 72 años que llevaba 52 recorriendo mundo en bicicleta: «Es el único que he conocido».
África es el continente en el que más cómodo se sintió
Neil reconoce que es feliz. «El viaje te lleva al presente. Te pone muy en el presente y te da una felicidad que no es la del que se ríe, sino la del que está tranquilo». Los inconvenientes del viaje se resuelven sobre la marcha. Ha tenido accidentes, ha estado enfermo, se le ha roto la bici… «Resuelves las situaciones inmediatamente». Si ya no puede pedalear más, busca un lugar para descansar las piernas.
En todos los continentes ha vivido situaciones, cada uno tuvo sus retos. África, en donde inició su viaje y estuvo tres años, fue el más cómodo pese a «la malaria, lo desconocido y la falta de repuestos» para su bici. En América, donde estuvo otros cuatro años, tuvo que ver cómo se las ingeniaba para llegar en avión y resolver asuntos logísticos. Ahora se encuentra en Europa, «que es como el postre», pero en donde a veces el viaje se complica. «Es un continente en el que se mira más hacia uno mismo. De puertas cerradas», dice. En África, añade, «no hay puertas; es un continente sin puertas ni ventanas».
Asia también es como Europa, en donde tan pronto se topa con la amabilidad de las gentes como todo lo contrario. Reconoce que han sido muchas las barreras físicas y materiales a lo largo de su recorrido y que, en algunos países, percibía el miedo al extraño y, en otros, sin embargo, «era lo interesante y querían conocerme». Entre tantos países, vivencias, conversaciones y seguro que más sonrisas que lágrimas es difícil decantarse por uno únicamente: «Uno sale a recorrer el mundo pensando en lugares míticos y, cuando lo recorres, te quedas con las personas. He conocido a gente que cuando salí no existía en mi vida. Mi familia ha crecido».
Seis libros y cinco documentales
Ahora aprovechará que le han ofrecido una casa en Italia, justo «en el tacón de la bota», en la que pasar dos meses para escribir un nuevo libro. En estos 13 años ha publicado seis libros con sus vivencias y con las fotografías de los lugares por los que ha viajado. También ha realizado cinco documentales. «Todo ha sido natural», dice del proceso de creación, «ahora te encuentras a gente que te dice que el primer libro de viajeros que encontraron fue el mío. Te conviertes en un personaje». Recientemente abría una nueva campaña de crowfunding en Verkami para editar un calendario de 2017 con el que poner fin a su vuelta al mundo y que ya se ha publicado con éxito.
Tras esos dos meses en Italia subirá a Islandia por Europa del Este para pasar el verano y luego poner rumbo a Oviedo. «No tengo casa, pero con lo que tenga ya inventaré algo», piensa de cuando llegue ese momento, «sé que tengo mi bici y que puedo sobrevivir». El proyecto que le ha mantenido ocupado durante 13 años llegará a su fin, pero se abrirán otras puertas. A Neil le gustaría dar charlas en los colegios con las que motivar a los alumnos para perseguir sus sueños. Desde la práctica. «La vida es única y vale la pena perseguir tus sueños en lugar del dinero».
Este diciembre le invitaban a participar dando una charla en un festival de viajeros en Dubai. En el campamento de refugiados de Grecia en el que ofreció su último espectáculo de clown había dos contenedores donados por los Emiratos Árabes. «Les dije que habían donado dos contenedores en un campo en el que actúe y que no olvidasen que necesitan otras cosas». Neil ha conocido centenares de culturas diferentes: «Viendo tantas culturas el mensaje que te queda es que el otro es necesario. Para aprender culturalmente y para ayudarse». Un mensaje necesario en tiempos en los que cobra fuerza el racismo. El mejor antídoto contra ello, como dice Neil, es viajar. Él va a seguir haciéndolo este año: «Me gusta el cambio, amanecer en horizontes nuevos, ir moviéndome, seguir siendo un nómada. La provisionalidad de la vida es más interesante».