Alfredo Cunha: «Se lo debo todo al 25 de abril, el día de la libertad total»

Brais Suárez
Brais Suárez OPORTO / E. LA VOZ

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Alfredo Cunha, en una exposición de sus fotografías en Santiago en el 2008.
Alfredo Cunha, en una exposición de sus fotografías en Santiago en el 2008. PACO RODRÍGUEZ

El fotógrafo de la Revolución de los Claveles acaba de publicar un libro sobre la trayectoria democrática de Portugal

25 abr 2024 . Actualizado a las 09:28 h.

Hace 50 años, Alfredo Cunha tenía 20 e iba en un tren hacia el centro de Lisboa. «En el periódico [O Século] sabíamos que sería un día histórico», dice. Lo que no sabía es que sus fotos darían la vuelta al mundo y lo auparían, ya como becario, al olimpo del fotoperiodismo. «Fui directo al Terreiro do Paço y supe que solo debía seguir a Salgueiro Maia, en quien reconocí al líder. Me dijo que, si estaba escondido, igual me metían un tiro, y que me mantuviera visible. Seguirlo me permitió estar donde había que estar. Enseguida entendí que aquello era para derrocar al régimen». El fotógrafo de la Revolución de los Claveles acaba de publicar 25 de abril de 1974, quinta-feira, que recopila la trayectoria democrática de Portugal en imágenes.

¿Qué sensaciones recuerda de aquel 25 de abril?

—El día de la libertad total. El más feliz de mi vida, en que todo ocurrió y todo era posible. Lo que más me sorprendió y emocionó fue ver miles de personas gritando viva la libertad. Aquel día nunca me abandonó, es como si siguiese teniendo 20 años para siempre.

¿Cómo afectó a su carrera?

—Lo debo todo al 25 de abril. Fui feliz en mi vida particular y profesional gracias al 25 de abril. Nos dio una formación democrática, nos enseñó a respetar al otro, sea quien sea.

—¿Cambió su manera de pensar?

—Cambió que me permitió expresarme. Seguí siendo de izquierdas, humanista, con preocupaciones sociales y políticas. Como la mayoría. El pueblo portugués es muy interesante, muy cosmopolita, conectado con el mundo.

Hablamos mucho del 25, pero apenas de las colonias, que usted también fotografió. ¿Está eso olvidado?

—Completamente. Fui a Guinea por primera vez en 1973. Me pareció un disparate, una guerra perdida. Hoy sigue sin resolverse en nuestras cabezas. Todavía vivimos con esos fantasmas. Terminaron, pero no mentalmente. Nos pasa aquí y les pasa en África.

—¿Qué le parece el recorrido democrático desde entonces?

—El 25 de abril nos democratizó, nos dio la libertad, nos desarrolló y terminó la guerra. Lo que vemos ahora no tiene nada que ver. La gente vota a la extrema derecha por insatisfacción y tenemos una mayoría política débil. La crisis pasará. Volveremos a ser felices, pero solo si es en libertad.

—Le preocupa la extrema derecha.

—Me preocupa porque intentarán ir hacia atrás, pero creo que la gente no lo aceptará. Aquí se aprecia la democracia y la libertad. También la educación, la sanidad, un régimen social.

—¿Cómo se evitará? ¿Puede haber episodios violentos?

—No, Portugal no tiene nada de violento, eso es lo preocupante. Todo es muy lento. La extrema derecha juega con nuestro pesimismo y eso se combate con optimismo y sin cinismo. Hay que combatirlos con el humor, mostrar su ridiculez y anacronismo.

—¿Qué ocurre después del 25 de abril?

—Muchas cosas. Control sobre los bancos, el fin de las tres guerras coloniales, comienzan la libertad de prensa y política, seguridad social, educación. El país, que no era nada, inició su desarrollo. Todo a la vez. Fue muy confuso, muy feliz, muy democrático, aunque con grandes injusticias. A partir de ahí, entraron la política y otros condicionantes. Estamos unidos a Europa Occidental, sujetos a intereses internacionales que continúan.

—Se refiere al fin del Proceso Revolucionario en Curso, en noviembre de 1975. ¿Qué sintió ahí?

—Era imposible la anarquía en que vivíamos. No era negativa, pero entonces sentí que era una normalización. Hoy creo que fue una forma de controlarnos y restablecer la influencia americana. Vivimos controlados por la tecnología.

—Después usted trabajó en ámbitos institucionales, con Mário Soares o Ramalho Eanes.

—Fue muy divertido ver el interior del poder y cómo funciona. Mário Soares era un demócrata, tenía una idea para Portugal, pero fue ingenuo al creer que se podía convivir con la extrema derecha. No se puede dialogar con ellos. Para qué darles la libertad a quienes nos la quieren quitar.