Las gafas Vision Pro de Apple, ¿extravagancia condenada al olvido o nuevo «gadget» casi imprescindible?

César Rodríguez Pérez
C. Rodríguez REDACCIÓN

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Un cliente se prueba unas Vision Pro en una tienda de Los Ángeles
Un cliente se prueba unas Vision Pro en una tienda de Los Ángeles ETIENNE LAURENT | EFE

Estos dispositivos de realidad mixta cuestan 3.500 dólares, pero se han puesto de moda en Estados Unidos y la crítica especializada habla bien de ellas.  ¿Serán los abanderados de una nueva era o acabarán condenadas a un uso residual, como la mayoría de sus predecesoras? El debate está abierto y en él tienen mucho que decir los memes

09 feb 2024 . Actualizado a las 09:02 h.

Fue en la tarde del 22 de febrero del 2016. En la primera jornada de la feria tecnológica Mobile World Congress de Barcelona. Mark Zuckerberg es la estrella indiscutible. Irrumpe en un salón abarrotado sin que casi nadie lo viera hasta que llegó al escenario. ¿La razón? Los asistentes llevaban puestas unas gafas de realidad virtual Samsung Gear VR. Yo estaba allí. Y me asombré, como el resto. Curiosamente, en aquel momento aquellas gafas tan impresionantes, que hoy se venden en Wallapop por unos 30 euros, funcionaron como una venda en los ojos. Nos impidieron ver lo que pasaba de verdad. La entrada del neoyorquino. Desvelado el misterio, el fundador de Facebook y dueño de Meta, se puso en modo profeta, argumentando que esta tecnología no era un juego, sino que podía ser universal, y destacando sus evidentes usos educativos y profesionales: «La realidad virtual cambiará la forma de comunicarnos»

Entonces vivimos una fiebre que acabó desinflándose. Se han producido avances, han llegado al mercado cacharros de todo tipo y compañías de videojuegos como Valve han apostado fuerte por apadrinar el lanzamiento de títulos VR. Google ha experimentado con sus Cardboard, hechas de cartón y que cuestan nueve euros. Y Meta ha lanzado varias generaciones de sus Quest, pero nada. El uso de dispositivos de realidad virtual y aumentada no se ha generalizado, salvo en momentos puntuales (¿recuerdan los Pokémon Go?). Aún no es una tecnología de adopción masiva. 

Casi ocho años después de aquella tarde en Barcelona que acaparó titulares y minutos de telediario, la jugada se repite. Con diferentes protagonistas. Zuckerberg y Samsung pasan el testigo a Tim Cook y a Apple. Fue el primer ejecutivo de la compañía de la manzana quién presentó en junio del 2023 las Vision Pro, las carísimas gafas de realidad mixta (el precio arranca en 3.500 dólares) que acaban de llegar al mercado en Estados Unidos, en medio de una grandísima expectación comparable a la que en su día acaparó el iPhone. Son palabras mayores. ¿Están justificadas? ¿Estamos ante una «revolución»?

Tim Cook, primer ejecutivo de Apple, habla con clientes que compran las nuevas gafas de realidad mixta Vision Pro
Tim Cook, primer ejecutivo de Apple, habla con clientes que compran las nuevas gafas de realidad mixta Vision Pro JUSTIN LANE | EFE

¿Qué hacen las Vision Pro? Empecemos por decir que son unas gafas de realidad mixta, capaces de ofrecer tanto realidad virtual (y, por ejemplo, trasladarte a un bosque o a la cumbre del Everest) como aumentada (incorpora elementos a lo que te rodea). Y están pensadas para usar tanto en el interior como en el exterior. El concepto no es nuevo. Hay otros dispositivos que pueden hacer lo mismo y llevan años intentando ampliar el mercado. ¿Qué hace especial a la nueva criatura de Apple?

En primer lugar, su precio. Estamos ante un producto prémium, no apto para todos los bolsillos, y mucho más caro que alguno de sus rivales, como el Quest 3 de Meta, que vale unos 500 dólares.

En segundo lugar, la apuesta de la compañía de la manzana por la realidad aumentada, sus teléfonos y tabletas están preparados tecnológicamente para ella. Cook es un converso. En sus primeras pruebas con las gafas dijo que parecía «un monstruo», pero ahora pretende vender millones, según reveló en una entrevista en Vanity Fair. Y dice que son la avanzadilla de un nuevo concepto llamado spatial computing (la traducción más obvia es «computación espacial»).

El objetivo final es que las Vision Pro ocupen un lugar destacado en su ecosistema de dispositivos aptos para trabajar y entretenerse. Es decir, tanto podrás trabajar con hojas de cálculo Excel como ver una serie en 4K. disfrutar de una película en 3D o, por supuesto, jugar con ellas. Hay acuerdos con Amazon o Disney para adaptar su contenido y hacerlo disponible a través de aplicaciones (hay unas 600), pero por ahora no se han sumado al carro plataformas como Netflix, Spotify o YouTube. Tras probarlas de forma exhaustiva, el portal especializado The Verge llegó a la conclusión de que invitan a aislarse y que la ivisión de futuro de Apple es «solitaria».

En tercero, su pantalla y sus interfaces. Se puede interactuar con el entorno virtual o aumentado con la mirada y hacer «la pinza» con los dedos para controlar las gafas. Y el sistema passthrough, que permite ver lo que está alrededor como si no lleváramos puesto el dispositivo en la cabeza, ha cosechado grandes elogios, aunque también algunas dudas. Dicen algunas críticas que esta «una maravilla tecnológica», pero que eso tiene su reverso. Las Vision Pro son pesadas (unos 600 gramos). Para reducir la incomodidad que supone llevarlas, Apple tuvo que optar por una batería externa conectada con un cable.

¿Han triunfado comercialmente las Vision Pro? Todavía no hay cifras oficiales, pero Apple había revelado que todas las unidades puestas en preventa -unas 200.000- habían sido despachadas. ¿Éxito? Es pronto para decirlo. Cuando sale un iPhone nuevo se venden millones de aparatos. Los primeros en comprar siempre son los fanáticos de productos de la manzana. Para la mayoría de ellos estas gafas son un nuevo gadget  imprescindible. Ahí están los memes y las imágenes de las calles de Estados Unidos con la gente usándolas en plan Black Mirror para demostrarlo y asustarnos. ¿Para el resto de la humanidad? Es pronto para decirlo, pero el pronóstico es negativo. Conviene recordar que fuera de Estados Unidos el ecosistema Android es el mayoritario. Y los consumidores no suelen comprar dispositivos tan caros (más del doble de un ordenador superpotente). Sobre todo si su posible utilidad más allá del entretenimiento aún está en duda.