Los nuevos mejores amigos de Irán

Mohammad A. Tabaarn FOREIGN AFFAIRS

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María Pedreda

Los hutíes se han convertido en socios claves para el dominio de Teherán

04 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el mes de noviembre, el mar Rojo se ha convertido en el escenario de ataques cada vez más frecuentes por parte del movimiento hutí de Yemen, el grupo armado que gobierna a la mayor parte de la población de Yemen. Estos asaltos, que los rebeldes hutíes dicen que están diseñados para presionar a Israel para que ponga fin a la guerra en Gaza, marcan el surgimiento de una nueva zona de conflicto en el ya volátil Oriente Medio. Al cerrar el mar a los buques de carga, los ataques han afectado al comercio global y han dado a los hutíes una atención internacional sin precedentes.

Estos ataques han hecho un trabajo especialmente bueno para ganar la atención —y el apoyo— de Irán. Tradicionalmente, la milicia ha sido un socio de segundo nivel para la República Islámica, que tiende a trabajar de forma más cercana con Hezbolá y otros grupos armados que comparten su ideología antiestadounidense. Pero Irán quiere aumentar desesperadamente su poder en el mar Rojo para evitar que la Armada estadounidense incaute sus petroleros mientras evaden sanciones occidentales, y los hutíes han demostrado que pueden proyectar poder a lo largo de la masa de agua. También han demostrado que pueden distraer y dañar a los tres principales rivales regionales de Irán: Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Los hutíes se están convirtiendo rápidamente en una parte central del Eje de la Resistencia liderado por Teherán. De hecho, pronto podrían ser su miembro más importante.

Para los hutíes, este acuerdo llega en el momento perfecto. El grupo ya se ha convertido en la única fuerza política y militar en la capital de Yemen, Saná. Con un apoyo moral y material adicional, tanto externo como interno, podría hacerse con todo el país y convertirse en un actor estatal legítimo. De hecho, los ataques a los buques del mar Rojo forman parte de la misión de construcción del Estado de los hutí. Al afirmar que sus ataques son en defensa de los palestinos, están tratando de reforzar su popularidad entre los yemeníes. Al perjudicar el comercio global, el grupo espera poder transformar el país más empobrecido del mundo árabe en una poderosa fuerza militar.

Desafortunadamente, Washington no tiene una manera fácil de frustrar los planes de los hutíes ni de los iraníes. La estrategia actual de Estados Unidos —lanzar misiles contra los almacenes de armas e instalaciones de entrenamiento de los hutíes— puede frenar de forma temporal la capacidad de la milicia para atacar buques. Pero los ataques avanzan los planes del grupo al permitirle afirmar que está luchando contra el imperialismo, y ayudan a Irán al fortalecer su punto de apoyo político en Oriente Medio. Así que Washington debería cesar los ataques. En su lugar, debería trabajar para detener la guerra en Gaza. Estados Unidos también debería tratar de fortalecer los acuerdos diplomáticos de la región y reforzar su marco de seguridad. De lo contrario, los planes de los hutíes e Irán solo se fortalecerá, al igual que la influencia de Teherán en la región.

Antes de que Alí Abdalá Saleh —el presidente de Yemen durante mucho tiempo— fuera derrocado durante las protestas de la Primavera Árabe en el año 2011, los hutíes eran un grupo de rebeldes fuerte pero localizado. Lideraron una campaña contra la corrupción de Saleh, y eran conocidos por su postura antiestadounidense y antiisraelí. Pero su apoyo estaba principalmente limitado a la población zaidí chií del país en el norte. Los hutíes y Saleh formaron más tarde una alianza táctica, con este último ayudando al primero a hacerse con Saná en el 2014. (En el 2017, los hutíes engañaron y mataron a Saleh después de que intentara cambiar de bando a favor de la coalición liderada por Arabia Saudí).

Sin embargo, a medida que Yemen desistía de la guerra, los hutíes se convirtieron en una fuerza militar provocadora y temible, capturando grandes extensiones de tierra. Actualmente, controlan dos tercios de los 34 millones de habitantes de Yemen y un tercio del territorio del país —territorio que tomaron incluso frente a una intensa campaña de bombardeos por parte de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. El grupo se ha mantenido a pesar de una grave crisis humanitaria y cientos de miles de víctimas civiles.

Los hutíes han triunfado, en parte, gracias a Irán, que ayudó a la milicia a desarrollar armas sofisticadas y le enseñó cómo utilizarlas. A cambio, los hutíes comenzaron a apoyar los intereses iraníes en toda la región. Por ejemplo, el grupo llevó a cabo varios ataques contra instalaciones petroleras saudíes y emiratíes. Estos llevaron a Riad a desescalar en las tensiones, lo que condujo a una tregua con los hutíes y a una reconciliación mediada por China con Irán en el 2022.

Pero los hutíes no son títeres de Irán. Las descripciones mediáticas que los retratan como peones iraníes ocultan el organismo del grupo. Según miembros de la seguridad de Estados Unidos, por ejemplo, Irán aconsejó al grupo que no ocupara Saná, pero en el 2014 lo hizo igualmente. Con la sustancial recompensa política que implica dar apoyo a los palestinos, los hutíes bien podrían haber lanzado los ataques en el mar Rojo independientemente del consejo de Irán.

Una trampa para el próximo presidente de Estados Unidos

Para Washington, hay pocas formas efectivas de frustrar la estrategia de los hutíes. Es poco probable que los ataques de represalia de Estados Unidos detengan al grupo; de hecho, podrían fortalecerlo, alimentando sus reclamos de que está enfrentando a Israel y sus patrocinadores. También podrían provocar una escalada que envuelva a la región y cause una crisis económica global.

Por estas razones, algunos aliados estadounidenses, como Francia, han dudado en confirmar su participación en los ataques. Arabia Saudí, el principal socio regional de Washington, se ha negado a unirse del todo. Estados Unidos pidió a China que participara en su iniciativa de seguridad, pero incluso aunque esté muy dependiente del mar Rojo para el comercio, Pekín se negó. Dada su propia rivalidad con EE.UU., China puede no estar de acuerdo en frenar los ataques en el mar Rojo, que distraen a Washington de las operaciones en Asia Oriental. Incluso si lo hiciera, China no tiene una influencia significativa sobre el eje de resistencia multifacético de Irán.

Quien gane las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, necesitará una política proactiva e integral que reconozca la importancia de la causa palestina para Medio Oriente y aborde la asociación entre los hutíes e Irán. Incluso esta política debería basarse en una diplomacia implacable, en lugar de en ataques militares. Teherán quiere que los hutíes lleven a Estados Unidos a un ciclo de arrogancia en el que castigue a las milicias. La República Islámica y los hutíes están tendiendo una trampa para Washington. No debe caer en ella.

Mohammad A. Tabaarn es investigador en la Escuela Kennedy de Harvard. © 2024 Foreign Affaris. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducido por S. P.