Pakistán e Irán rebajan el tono después de 24 horas de grave crisis diplomática

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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Protesta en Lahore, Pakistán, contra los bombardeos iraníes.
Protesta en Lahore, Pakistán, contra los bombardeos iraníes. RAHAT DAR | EFE

Dos ataques casi idénticos han dejado la balanza de poder en equilibrio

19 ene 2024 . Actualizado a las 22:25 h.

Después de dos rondas de misiles, 12 muertos y 24 horas de aguda crisis diplomática, las llamas entre Irán y Pakistán han empezado a extinguirse. Ambas naciones recordaron ayer sus «fraternales» y «amistosas» relaciones, y se mostraron interesadas en alejar cualquier posible escalada de tensión.

Oriente Medio ya enmarca demasiados conflictos. Continúan la guerra en la Franja de Gaza, las agresiones hutíes contra cargueros en el mar Rojo y los ataques de milicias iraquíes contra bases estadounidenses. En definitiva: una partida de ajedrez de Irán y sus aliados (Hezbolá, Hamás, los hutíes de Yemen, las milicias chiíes de Siria e Irak), contra el bloque israelí (encabezado por EE.UU.).

«Pakistán siempre se ha mantenido junto a Irán, en las buenas y en las malas», tuiteó la Embajada pakistaní en Teherán. El mensaje se unió al de la portavoz de Exteriores de Islamabad, Mumtaz Baloch, que alabó «algunos intercambios positivos» entre los dos Estados tras un día de tensión galopante, en el que la comunidad internacional se apresuró a pedir calma.

Un primer paso de Irán

El jueves por la noche, el Ministerio de Exteriores iraní emitió un comunicado en el que, primero, condenó el ataque «desequilibrado e inaceptable» de Pakistán contra su territorio y, después, pasó a usar un tono conciliador. «La República Islámica de Irán se adhiere a una política de buena vecindad y hermandad entre las dos naciones y los dos Gobiernos de las repúblicas islámicas de Irán y Pakistán», manifestó, y volvió a insistir en que su ataque del martes estaba dirigido contra posiciones del grupo terrorista Yeish al Adl (iraní).

Pero Pakistán recogió el viernes el testigo y, de momento, parece que la balanza de poder se ha quedado equilibrada. En resumen: los misiles y drones iraníes atravesaron la frontera con demasiada facilidad, Islamabad se sintió humillada y respondió con un ataque equivalente. Tablas. La gran potencia militar (Irán) y la temida potencia nuclear (Pakistán) han enterrado el hacha de guerra, y vuelven a ser una amistosa y calmada bomba de relojería.

Sin embargo, una reunión del Comité de Seguridad Nacional pakistaní —a la que asistieron el primer ministro Anwaarul Haq Kakar y el jefe del Ejército, Asim Munir— deja entrever que, detrás del telón, se mantiene la inestabilidad.

¿Por qué ahora?

Esa es la pregunta que muchos expertos llevan haciéndose desde el martes. Por qué Irán bombardearía territorio de Pakistán, un país con el que lleva décadas manteniendo buenas relaciones, en un momento en que ya tiene frentes abiertos en el Líbano, Siria, Irak y el mar Rojo, además de la propia guerra de Gaza.

La respuesta a la que han llegado la mayoría es que ha sido una advertencia. Tres ataques simultáneos contra Siria, el Kurdistán iraquí y Pakistán para recordarles a aliados y enemigos que puede vengarse de cualquier agresión. Y la advertencia también va dirigida a EE.UU. e Israel: el Ejército iraní se esforzó en dejar claro que los misiles que usó contra Siria tienen un rango de 1.450 kilómetros. Es decir, podrían alcanzar bases estadounidenses en la zona, o incluso llegar a Tel Aviv.

También es posible que, realmente, el único objetivo fuese golpear al grupo terrorista Yeish al Adl, que en diciembre atentó contra una comisaría en Sistán-Baluchistán y mató a 11 policías.