Reservan 11, aparecen 19 y sin mascarilla: un día en un negocio de hostelería asturiano

Carla Vega REDACCIÓN

VIRAL

Un camarero escancia un culete de sidra
Un camarero escancia un culete de sidra PACO RODRÍGUEZ

Un hilo de Twitter con una experiencia personal muestra la realidad que están viviendo los establecimientos este verano

11 ago 2020 . Actualizado a las 14:07 h.

Está claro que desde que el coronavirus llegó a nuestras vidas todo ha cambiado. Los sectores laborales se han visto afectados, y lo que antes era «lo normal» ahora ya no lo es tanto. Uno de los ámbitos que más se ha transformado es la hostelería. Ha tenido que adaptarse a cientos de normas extra que, por la seguridad de todos, tanto clientes como personal han de cumplir. El problema es que, en más ocasiones de las que nos gustaría, algunos clientes hacen caso omiso a la normativa, y el personal del local ha de recordarle constantemente ciertos detalles. Esta historia, en primera persona, la relata en su cuenta twitter (@sairutsa) la periodista Aitana Castaño, hija de propietarios de un restaurante en el Asturias.

Castaño explica cómo se comportaron algunos clientes del restaurante exponiendo una situación concreta que ha vivido. «Reserva para comer 11 personas a las 15 horas. Llaman a las 12:30, que son quince. Aparecen 19 a las 15:45. Sin mascarilla. A voces. Uno de ellos es famoso me dicen. Yo no lu conozco. Me la sopla. Se sientan. Mientras esperan tiran pan de un extremo a otro de la mesa. Comen. Se suceden varios: «No pueden estar de pie sin mascarilla», «Por favor siéntense», «Al interior del local tienen que acceder con mascarilla», «Por favor... señor, tiene que poner la mascarilla si va a estar de pie». Así comienza una historia que continúa a través de diferentes tuits.

«El resto de clientes se manejan entre la incredulidad y la rabia: -No todos los madrileños somos así. -me dice una clienta de aúna ambos sentimientos. -Ya, ya. Ni siquiera sé si son madrileños, lo que si fijo es que son imbéciles. -le respondo con una sonrisa que no ve, pero si intuye porque me la devuelve», explica la narradora, dando a entender que el estupor ya no es solo de los trabajadores, sino de otras muchas personas que se avergüenzan de la situación al verla. Entonces, tal y como la periodista explica, continúan a lo largo de toda la comida las llamadas de atención a los comensales para que cumplan unas normas que, de ser interceptados incumpliéndolas, el pato lo pagará también el negocio.

«A las 18:15 se van. «¿Nos haces una foto?» -Si os ponéis todos la mascarilla sí. Ahora sí. Se van. Respiramos. Recogemos mesas. Desinféctanos mesas y sillas. A mí se me ha puesto un nudo en el estómago». Castaño vive con rabia este momento, ya que al dedicarse rastrear a diario casos de brotes tiene constancia de que, en la mayoría de las ocasiones, los brotes en hostelería se inician con los clientes que no cumplen con las medidas de seguridad, y como resultado han de cerrarse negocios.

La periodista llega a una conclusión tras la experiencia vivida que comparte con todos los usuarios de la red social. «Si a los trabajadores sanitario les disteis el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, al del sector hostelero de este país, mínimo, el puto Nobel de la Paz», afirma contundente. «Aunque ya os digo que si simplemente les otorgamos un poco del respeto que se merecen por estar dándonos de comer en este verano raro, ya les valdría», añade.

Junto a este mensaje, y esta llamada de atención sobre el comportamiento del cliente, un papel que juega todo el mundo en algún momento del día, también deja claro que, por suerte, no todo el mundo se comporta de esta forma: «El 99 por ciento de clientes restantes tienen un 10. Porque si no, lo de 2020 en la hostelería sería imposible».