La reducción de la presión turística ya muestra efectos positivos en la flora y la fauna de espacios naturales gallegos como Corrubedo o las Cíes
18 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.«Tenemos que ser conscientes de que si seguimos alterando los ecosistemas naturales, con la pérdida de biodiversidad asociada, si ignoramos las consecuencias del cambio climático y los efectos de la globalización, estamos derrumbando barreras que nos protegían y facilitando la alteración de las áreas de distribución de especies, en muchos casos patógenas. Esas barreras son la vacuna ambiental». Javier Guitián, catedrático de Botánica de la Universidade de Santiago (USC), reivindica la protección del medio ambiente y la conservación de la biodiversidad como herramientas indispensables para hacer frente a futuras pandemias.
EFECTOS POSITIVOS
Menos contaminación y presión humana. La paralización de la actividad industrial tiene, más allá de los palpables perjuicios económicos, efectos colaterales positivos sobre la naturaleza. «Pero con un carácter puntual», matiza Guitián. «Los datos muestran una reducción de las emisiones de C02 y N02, un claro descenso de contaminantes, pero para que su efecto se note, debe ser duradero. En sentido contrario, parece que se ha disparado el consumo de plásticos desechables tanto en el sector alimentario como sanitario», aclara el catedrático.
«No hay datos concretos sobre el efecto en plantas y animales —apunta Javier Guitián—, pero es razonable pensar que un descenso de la presión humana, por ejemplo, del turismo en espacios protegidos, tendrá un efecto beneficioso. Es visible en algunas aves en época de cría y en el aumento del área de movimiento de algunas especies».
Espacios naturales
Límites para los visitantes. De cara al futuro, el profesor considera que esos efectos beneficiosos que se perciben en los espacios naturales de Galicia deberían traducirse en cierta restricción del número de visitantes. «La bajada de presión sobre los espacios naturales costeros (Cíes, Corrubedo, etcétera) tendrá un efecto positivo. Por ejemplo, hay plantas endémicas primaverales que completarán mejor el ciclo. Tal vez esto pueda ayudar a limitar el número de visitantes en algunos sitios», explica Guitián.
aprendizajes
Mayor protagonismo de la investigación. Se multiplican los buenos propósitos de cara al «día después». ¿Se esfumará esta ilusión o habrá un aprendizaje real? «En lo que se refiere a la naturaleza, creo que no. La población es capaz de identificar, espero, que hay que invertir más en sanidad o investigación, al ver lo que ha ocurrido; en este sentido, creo que no se discutirá que el porcentaje del PIB en España debe aproximarse gradualmente al porcentaje de los países del entorno en estos sectores», analiza el profesor de Botánica.
«El problema es que es mucho más difícil identificar que cuidar la naturaleza es una herramienta para prevenir este tipo de enfermedades», puntualiza.
Guitián recuerda que la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y los veloces intercambios comerciales que conlleva la globalización «están derrumbando barreras que nos protegían y alterando las áreas de distribución de los causantes de estas enfermedades». «Conservar la biodiversidad es nuestra primera vacuna», sentencia.
las dos galicias
¿Una oportunidad para los pueblos? Otro debate que quedará sobre la mesa para cuando amaine la actual crisis sanitaria es la futura relación entre la Galicia urbana y la rural, dos realidades que viven la pandemia de forma muy diferente. «Hay expertos que ven en el cambio de hábitos, el teletrabajo y el distanciamiento social una oportunidad para los pueblos; yo no lo veo claro. La escapada a la segunda residencia, por ejemplo, es una tendencia normal porque la gente se siente más segura, pero todo eso tiene un carácter temporal», reflexiona.