La vivienda como siempre

Juan Miguel Fernández

OPINIÓN

03 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Como un tsunami, inesperado surge el problema de la vivienda, de pronto invade toda la actualidad, la prensa lo repite y analiza una y mil veces, en los parlamentos se usa como arma arrojadiza para culparse los unos a los otros. Es como si surgiese a modo enfermedad desconocida cuando ciertamente es un mal endémico. 

Llegar a poseer una vivienda es una aspiración vital. Entre cuatro paredes es donde surge una familia y donde se guardan los tesoros del paso por este mundo. Nuestra constitución dice que todos tenemos derecho a una vivienda digna y los poderes públicos han de propiciar ese derecho. Del dicho al hecho hay, como siempre un gran trecho

En los tiempos prehistóricos los humanos se buscaban cobijo en las cavernas. Así nos lo contaron. ¡Ojo! No nos engañemos, las cuevas no eran todas iguales. Las había amplias, carentes de humedades y protegidas del acecho de animales y de hermanos de sangre. Es decir que había quien habitaba en cuevas de alto confort y había quien ocupaba covachas, que era lo único que encontraban libre. Así es que problemas con la vivienda ha habido siempre, y siempre los poderosos y acaudalados vivían es espacios amplios y lujosos y las clases débiles se arreglaban como podían para librarse de la intemperie. 

En el antiguo Medievo las ciudades fueron brotando en la vieja Europa. Eran terrenos fortificados y acondicionados para acoger a la nobleza y sus amplios séquitos. A extramuros de las amuralladas urbes emergían los suburbios y arrabales donde moraba y malvivía la plebe.  Primero la Revolución Industrial y después el Desarrollismo dieron lugar a amplios asentamientos de población obrera en torno a los núcleos de producción, así nacieron barriadas, colonias o colominas, casas humildes propiedad de las empresas o del Estado que en algunos casos podían llegar a ser de titularidad de los inquilinos tras muchos esfuerzos y no pocas privaciones. 

En el siglo XX se extendió como una plaga el ansia por ser propietarios de una vivienda que gozara de las máximas comodidades, eso unido a la ambición desmesurada de las entidades financieras trajo como consecuencia que la mayoría de la población quedara sujeta con grilletes a unas hipotecas de por vida. Aquella fiebre por el ladrillo ya sabemos las consecuencias que tuvo

En la actualidad la gente se queja, y con razón, que es imposible acceder a una vivienda en propiedad y muy difícil poder alquilar. Hay millones de viviendas vacías, pero escasean en los lugares que son demandadas. Ni el Estado, ni la Autonomía ni los ayuntamientos han prestado la mínima atención a este problema que se venía venir, y ahora se anuncian medidas, que tardarán en llegar, si es que llegan o si es que existe alguna solución efectiva. 

Ser propietario de una vivienda digna o lograr un alquiler en una zona determinada no va a ser posible para una gran cantidad de humildes trabajadores. No sirven prórrogas en los pagos, no sirven beneficios fiscales, con migajas nada va a cambiar. Hay quien piensa que el SMI es exagerado, pues con rentas familiares en ese umbral el problema de la vivienda seguirá miles de años.