Si en algún momento hubo muchos deseos de llegar a consensos para paliar las consecuencias negativas de la pandemia, al menos en España no ha existido un mínimo acuerdo entre los que gobiernan y los que están en la oposición. Ayer se repitió en el Congreso de los Diputados una nueva votación trascendental, como era el paquete de medidas para paliar las consecuencias de la invasión de Ucrania (afortunadamente para tantas personas ha salido adelante, pero desgraciadamente fue por la mínima y con los votos en contra del principal partido de la oposición). Sigo sin ver en qué ha cambiado el PP desde que Feijóo asumió la presidencia. De moderación no se ve nada, y como todo va tan rápido ya nos parece lejano lo que pasó en aquella votación de la reforma laboral (y ayer casi se repite una escena similar). La llegada del presidente gallego a Génova no ha modificado en nada la estrategia de los populares, porque están más preocupados en desgastar al PSOE y a Unidas Podemos que en apoyar a sectores con los que se hacen la foto (como con los del transporte que utilizaron de la peor manera posible). Me da la sensación de que aunque veamos en otras partes de Europa aislar claramente a la extrema derecha (Francia es el último ejemplo), en nuestro país al PP no le da apuro ir de la mano de Vox. Si ya con Mañueco se acabaron los complejos (Feijóo ha consentido esa alianza), ahora para el 19 de junio tendremos un nuevo adelanto electoral (y eso que Moreno Bonilla manifestó reiteradamente que iba a agotar la legislatura) en el que los sondeos le son favorables al actual Presidente de la Junta, pero para gobernar necesitará hacer lo mismo que su homólogo en Castilla y León. Abascal va a apostar por Macarena Olona, alguien bastante especializada en llamar la atención por su tono agresivo en las sesiones de control al gobierno, con el objetivo de introducirse en un segundo ejecutivo autonómico. Mucho tendrá que espabilar la izquierda, porque aunque están saliendo adelante medidas sociales de una tremenda importancia a nivel nacional, la tendencia de la derecha y la extrema derecha están en una ola ascendente, y una comunidad autónoma como Andalucía es fundamental en clave y lectura nacional.
Hace mucho tiempo que no sé nada de Michael O'Leary, el presidente de Ryanair, pero desde hace una temporada hay un señor que se llama Elon Musk (que es el presidente y cofundador de Tesla, al que no conocía mucho de antes) que me recuerda bastante a él en cuando a las ganas de llamar la atención. Es evidente que el mundo está fatalmente repartido y que parece claro que todos los que usamos Twitter somos gente muy interesante, porque si no me cuesta entender que este caballero haya pagado por hacerse con el control de esta red social unos 44.000 millones de dólares. Hay cosas que no son para toda la vida, con lo que imagino que se lo habrá pensado más de dos veces antes de realizar esta operación. Ejemplos de negocios que fueron toda una revolución en internet y que hoy no existen hay a mogollón, e incluso ahora hay quien ve en plataformas como Netflix una alarmante señal de que su modelo de negocio ya no da para más ante el descenso en el número de suscriptores. Parece ser que Musk, por lo que he leído, ha decidido actuar en Twitter por el bien de la democracia, pero entiendo que el ser rico ni te hace más plural ni abierto ni solapa a lo que se hace en muchos países del mundo a través de la votación popular, así que no queda más que agradecerle su preocupación (y que no oculte el negocio y el beneficio que pretende sacar de este proceso).