700 días después, la mascarilla ha dejado de ser obligatoria (salvo en algunos casos). Es una buena noticia que podamos recobrar poco a poco la normalidad, si bien es cierto que todavía somos muchos ciudadanos (atendiendo a las recomendaciones de las autoridades sanitarias) los que continuaremos llevándola fuera de nuestras casas, y más ante las noticias como que la incidencia en Asturias/Asturies ha subido en las últimas fechas. ¡No olvidemos que es importante prevenir y cuidarnos unos a otros! Sin duda alguna, que el Gobierno haya tomado una medida así repercutirá en que la demanda bajará exponencialmente. Cuando no había suficiente oferta, los señores Luis Medina y Alberto Luceño, sin ser expertos en negocios de importación y sin ser agentes exclusivos de empresas erradicadas en Asia que fabricasen material sanitario, consiguieron por vía del Ayuntamiento de Madrid unas comisiones desorbitadas que la justicia está investigando (el dinero, en gran parte, se ha empleado en adquirir bienes y artículos de lujo). El señor Almeida sigue escurriendo el bulto, y parece que ni su partido ni su socio de gobierno le pondrán entre la espalda y la pared, por lo que a menos de que sigan filtrándose mensajes y uno de ellos pueda ser muy comprometedor, no parece que vaya a tener consecuencias políticas (inexplicablemente). Entiendo que cualquier trabajo debe conllevar una contraprestación económica, y también creo que por tu labor debes ganar no solamente lo suficiente para vivir, sino también para disponer de un mínimo ahorro con el que permitirte una vida lo más digna posible. Lo que pasa es que hay maneras de ganarse la vida, como la de los comisionistas, que por mucha actividad legal que sea, no lo acabo de entender del todo, aunque pueda haber algunas similitudes con los intermediarios de toda la vida. Parece que ante todo lo más importante es tener una buena lista de contactos (a poder ser influyentes) y ya con eso se te abren muchas puertas.
Esta semana ha salido a la luz otro caso del que nadie ha discutido su legalidad pero sí su ética y moralidad (y a diferencia del anterior caso, no hay dinero público por el medio). Es el que ha tenido como protagonistas al presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, con el futbolista barcelonista Gerard Piqué. En los mensajes que se intercambian (y que se han filtrado) hablan de organizar la Supercopa de España (con cuatro equipos, concretamente los mejores en La Liga y en la Copa del Rey) fuera de nuestro país, con el objetivo de crear más interés. El resultado de todo ello derivó que Arabia Saudí sea el país que acoge este torneo (será hasta 2025 a cambio de 40 millones de euros por temporada). Parece que ni el conflicto de intereses al que podría estar expuesto el jugador catalán (a través de la empresa Kosmos) ni las conocidas violaciones a los derechos humanos por parte del país árabe hayan sido cortapisas para al menos plantearse las cosas. Es una verdadera lástima que el fútbol español haya antepuesto el negocio por encima de todo. Cada vez más el papel de las aficiones se difumina por otras fórmulas que conllevarán seguramente unos ingresos mayores, pero el distanciamiento entre el público con sus equipos (sobre todo los grandes) provocan escenas como la vivida en el Camp Nou lleno de alemanes (en vez de seguidores del Barça).