Esta semana de abril, y como ya viene siendo habitual, salvo el año pasado y este, por la situación de pandemia, en los últimos años se organizan a lo largo y ancho de todo el territorio multitud de actos conmemorativos en recuerdo de la II República y en homenaje a todos los que dieron su vida, su libertad y su juventud en defensa de los valores de la II República.
La organización de estos actos y ahora más que nunca por la amenaza fascista que nos acecha, está suponiendo en el trascurso del tiempo la creación de un importante movimiento social, con la participación de miles de personas, en su mayoría jóvenes, pasando de la simbólica rememoración nostálgica y de las simpatías que siempre suscitó la II Republica a la reivindicación de la III República.
Las razones de esta reivindicación política ahora están más justificadas que nunca. No tiene sentido seguir soportando un estado monárquico, caduco y corrupto, que nadie votó y nos cuesta inmensas cantidades de dinero público al conjunto de la sociedad, mientras millones de personas no pueden cubrir sus necesidades más elementales para vivir dignamente. Por eso es necesario volver a gritar nuevamente aquella famosa consigna de «España mañana será republicana», ondeando banderas tricolores al viento, para que sepa el fascismo crecido ahora al calor de la situación sanitaria y económica que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia, que ni los sentimientos ni las ideas republicanas jamás van a morir, por mucho que digan que hay que fusilar a veintiséis millones de personas, supuestamente comunistas, para los que hoy reivindican de nuevo el fascismo.
Este sentimiento se manifiesta también como consecuencia de la regresión política y social que estamos viviendo y en la falta de credibilidad de dirigentes políticos y sindicales, que desde hace tiempo han dejado de ser un referente para la defensa de los intereses sociales. De ahí que esté surgiendo con más fuerza el debate y la reivindicación de un Estado republicano, que empieza a poner al borde del precipicio a esos dirigentes que han asumido su papel, primero de bomberos y ahora, represores de la lucha social, entrando a formar parte del sistema neoliberal, participando con el poder económico en la gestión de planes de formación de los trabajadores fraudulentos , y gestionando planes de pensiones privados y , lo que es más grave aún , aceptando sobornos por despidos y por cambiar puestos de trabajo dignos y con derechos por empleo precario, destruyendo miles de puestos de trabajo de los cuales no son propietarios , porque pertenecen al patrimonio histórico, a la lucha y la herencia de los y las trabajadores/as que han dado su esfuerzo para alcanzar el desarrollo social con derechos y no el modelo actual de trabajo basura y muerte laboral.
Defender la forma de Estado republicano como hoy lo hacen miles de personas en nuestro país, es preparar y abordar un futuro que resuelva los graves problemas de la inmensa mayoría social, el paro masivo, la precariedad en el empleo, la igualdad de las mujeres, la solidaridad, la represión laboral, los nacionalismos y el derecho a decidir de los pueblos. Abordando la intervención popular legislativa y cambiando la intervención de derecho por el derecho de intervención, que nos situaría en el Estado de realización popular de derecho, esto es lo que tiene que ser la República, una República que tenemos que ver como horizonte y como camino al mismo tiempo. Como horizonte de realización política popular y, una vez alcanzado este, como camino de lucha contra los privilegios de los de siempre y hacia la justicia social, la solidaridad humana, la igualdad y libertad política.
En definitiva, necesitamos encauzar nuestros ideales desarrollando nuestras ideas y nuestra lucha en todas las áreas de la sociedad. Debemos de ser un eje de rebeldía que aúne su esfuerzo en todos los ámbitos del Estado. Esa nuestra fuerza y esa nuestra llave que nos abra la puerta al Estado libre y democrático que será la III República. Pero creo que para eso todas las personas de izquierdas y progresistas que no aceptamos un Estado Monárquico, impuesto y corrupto. Debemos hacer un esfuerzo mayor, respetarnos más en los debates y estar más veces juntos/as en la calle y en otros foros reivindicativos, peleando todo lo posible para conseguir nuestros objetivos, aparcando ciertos sectarismos que a veces solo conducen a rupturas no deseables para el fin que esta reivindicación persigue y que, indudablemente, a pesar de los errores cometidos en el pasado, la causa republicana consiguió resolver favorablemente. Por un Estado más democrático y republicano. ¡Viva la III Republica!
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