Molly Gibson es un bebé de récord. Ha batido la marca que ostentaba su hermana Emma, nacida hace tres años. Ambas hermanas han nacido a partir de embriones congelados, algo muy habitual en los tratamientos de fecundación in vitro. Lo excepcional de esta familia es que el embrión que dio origen a Emma llevaba 25 años congelado y el de Molly 28.
Mucha gente puede sorprenderse con esta noticia y es que parece ficción que un ser vivo pueda nacer después de haber estado congelado, aunque para los profesionales que trabajamos en el campo de la reproducción asistida es algo muy habitual. Hoy en día, prácticamente en todos los procesos de fecundación in vitro hay alguna fase en la que se incluye la congelación, ya sea de gametos (óvulos y espermatozoides) o de embriones.
Las células criopreservadas se almacenan a -196ºC en nitrógeno líquido. A esta temperatura no existe posibilidad alguna de llevar a cabo reacciones químicas y, por lo tanto, la actividad celular queda completamente detenida. Por asombroso que parezca, la dificultad de la criopreservación no radica en la supervivencia de las células a estas bajas temperaturas, ya que las células pueden permanecer en este estado años, incluso décadas. La principal limitación que hemos tenido que superar ha sido la de optimizar los procesos de enfriamiento y descongelación, ambos claves para la correcta supervivencia celular. El dar con la sustancia crioprotectora adecuada y a la concentración adecuada ha sido definitivo.
Entonces, ¿supone un logro mantener un embrión congelado y viable durante tanto tiempo? Realmente una vez que el embrión alcanza los -196 grados, resulta indiferente que permanezca así una semana o casi tres décadas. Lo importante ha sido ser capaces de congelarlo y descongelarlo exitosamente, aunque esta parte no sea impactante para el lector. Después de un largo y tortuoso camino, la criopreservación embrionaria se ha convertido en una técnica absolutamente rutinaria y por qué no decirlo, exitosa.
El nitrógeno líquido, tan de moda últimamente en las cocinas de vanguardia, lleva años habitando en nuestros laboratorios. Mientras los cocineros lo usan para deleitarnos con suculentas recetas, los embriólogos lo utilizamos para preservar ilusiones. En nitrógeno líquido preservamos la posibilidad de muchas mujeres de poder alcanzar el sueño de ser madres.
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