Futuro digno

Diego Valiño
Diego Valiño REDACCIÓN

OPINIÓN

El envío fue localizado al interceptar a un repartidor a domicilio. En la imagen, un trabajador en Vigo del servicio de entrega
El envío fue localizado al interceptar a un repartidor a domicilio. En la imagen, un trabajador en Vigo del servicio de entrega XOAN CARLOS GIL

14 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada generación asume un reto distinto a la hora de enfrentarse al futuro. Adivinar por dónde irán los tiros es mitad suerte y mitad proeza, y en ese camino hay curvas a superar y en algunos casos no se llega a la meta deseada, pero en otros directamente la carretera tiene tantos baches que no hay posibilidad ni de iniciar el recorrido.

El miércoles fue el Día Internacional de la Juventud y como viene siendo habitual cada 12 de agosto distintos organismos y entidades ofrecen datos alarmantes. Un país que no apuesta por su futuro acabará dejando pasar una oportunidad de crecimiento y expansión. Nos hemos hinchado a escuchar que somos la generación mejor preparada de la historia y que viviremos peor que nuestros padres, fruto de que quienes hemos nacido en los ochenta y noventa hemos sufrido dos crisis que han lastrado nuestros proyectos de vida. Sin duda alguna el primer factor de este problema se encuentra en el mercado laboral. La contratación a tiempo parcial, el abuso de la temporalidad, los bajos salarios, la generalización del empleo sumergido, la figura de los falsos autónomos y también la sustitución de empleos fijos por los becarios ha institucionalizado la figura del trabajador pobre, que se traduce básicamente en trabajar muchas horas por muy poco sueldo (tan poco que no permite cubrir las necesidades más básicas) y si no te gusta ya vendrá otro que haga lo que tú no quieres hacer. 

Tan descorazonador resulta esta realidad para quienes tenemos hoy un puesto de trabajo como también para quienes no lo consiguen, porque seguimos marcando uno de los porcentajes más elevados de paro juvenil de toda la UE, que obliga a muchas personas formadas a buscarse la vida en otros países. Queda por tanto una evaluación seria y rigurosa de qué ha pasado con iniciativas como la Garantía Juvenil, que en mi opinión para la población española entre 16 y 30 años no ha cumplido su objetivo. Y quizás también los futuros responsables políticos deberían darle más peso a sus concejalías, consejerías y ministerios competentes en Juventud, porque su competencia precisa de más contenido y financiación del que actualmente ostentan en las diferentes administraciones.

Se dice que de una crisis se sale más reforzado y no sé, de la anterior tengo mis dudas que fuera así. De la actual la única salida que veo es que las políticas públicas ayuden a amortiguar los cambios que se nos avecinan y podamos regular actividades que son trabajo pero que al ser en gran parte cibernéticas no las tenemos todavía interiorizadas como un empleo más. Solo así veo que un futuro digno es posible.