Ayer se celebró en Madrid un homenaje de Estado a las víctimas de la Covid-19 totalmente aconfesional. Es la primera vez que sucede (ojalá hayan terminado para siempre los llamados «funerales de Estado» que se hacían hasta ahora) y es un motivo para aplaudir y para sentar cátedra en un país que le cuesta mucho modernizarse (aunque tenga los medios para adaptarse a los tiempos presentes y la gente esté dispuesta a actualizar ciertos comportamientos). Se ha demostrado que se puede ser profundamente respetuoso y realizar un acto muy emotivo sin que ninguna religión se mezcle en un evento civil para difundir su doctrina. Ojalá se abra la espita con otras cuestiones poco justificables de mantener, empezando por la monarquía, que no pasa por sus mejores momentos con todo lo que se está publicando sobre el rey emérito (insisto en celebrar que la prensa española haya perdido el miedo a publicar informaciones turbias sobre su persona), y el pueblo español se conciencie de que el jefe del Estado debe de elegirse en las urnas.
La pandemia capitaliza prácticamente todo el interés informativo y tiene que ser así porque no nos podemos relajar y debemos seguir unas directrices de higiene que eviten rebrotes que descontrolen la situación. Hay que concienciarse en la obligatoriedad de usar la mascarilla (incluso cuando se pueda respetar la distancia social de un metro y medio, y no por evitar una multa, sino por preservar la salud de todos). Creo que es una medida necesaria y ayudará a evitar la propagación del virus (no han impuesto su uso por ahora en Canarias, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Madrid, Ceuta y en Melilla). A Asturias/Asturies se le sigue poniendo como un ejemplo mundial a seguir en esta crisis sanitaria y celebro que estemos en las mejores manos (tanto de políticos como de técnicos) ante momentos tan complejos de gestionar.
Una noticia que es igualmente importante es la que se debatió esta semana en el Congreso. La ley de Cambio Climático establece que España debe alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050, y que para entonces, el sistema eléctrico habrá de ser 100% renovable. Al igual que debemos concienciarnos con la gravedad de una crisis sanitaria como la que vivimos con la Covid-19, la emergencia climática es otra amenaza que debemos afrontar de cara a salvaguardar nuestro futuro y el de quienes nos sigan. Es verdad que posicionamientos como el que tienen los países más contaminantes del mundo ayudan poco o nada a que esta situación se arregle, pero es otro ejemplo de que la concienciación es elemental. Cada uno de nosotros somos un agente activo para evitar la destrucción del Medio Ambiente, y el momento de actuar es ahora, no mañana.
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