Gijón: una ciudad tremendamente contaminada pese a la decadencia industrial y de empleo en los últimos 25 años

OPINIÓN

Contaminación atmosférica en la zona oeste de Gijón
Contaminación atmosférica en la zona oeste de Gijón

03 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No es necesario ser un experto analista para reconocer la grave y compleja situación medioambiental que sufre Gijón actualmente, con el agravante de estar pagando un alto precio en sanciones económicas impuestas por la Unión Europea. Estamos, así pues, ante un asunto que requiere soluciones eficaces y urgentes, aunque dada su envergadura difícilmente podrá ser resuelto si no es con la implicación del Gobierno Central del Principado de Asturias y, claro está, del Ayuntamiento de Gijón. Los ciudadanos debemos asumir un papel responsable y en la medida de nuestras posibilidades, activo, porque nos afecta en aspectos decisivos para nuestra vida como personas y como habitantes de Gijón. Nuestra salud está en riesgo y los datos sobre enfermedades asociadas a la mala calidad medioambiental así lo confirman. El deterioro del paisaje natural es evidente. El estado del río Piles, de la ría de Aboño y de otros cauces menores es como mínimo deplorable. La playa de San Lorenzo, visiblemente mermada de arena y con episodios contaminantes brutales, también devalúa la imagen de la ciudad. El caso de la depuradora de El Pisón es impropio de gentes sensatas. En esa zona, ni hay ni nunca ha habido una depuradora que cumpliese su función satisfactoriamente, simplemente se ha creado un conflicto que debería haber sido evitado en origen, y en cualquier caso haberlo resuelto civilizadamente, pues tiempo ha habido para ello. La zona Oeste de la ciudad es sin duda la más castigada por la contaminación debido, entre otras razones, a la concentración industrial, a la emisión incesante de una gran cantidad sustancias que polucionan el aire y las aguas, que ensucian y dañan. Y por qué ocultarlo, debido a decisiones políticas que derivaron sobre los barrios obreros las instalaciones menos saludables para los gijoneses.

El problema también se alimenta desde las instalaciones portuarias, de las que son responsables las empresas operadoras, la Autoridad Portuaria y Puertos del Estado, cuya actitud hasta ahora, con la complicidad de las autoridades regionales y locales, han sido y son de opacidad y falta de respeto hacia los gijoneses. 

No se puede ocultar el temor que produce en los ciudadanos la idea de desindustrialización, y por tanto, de desempleo asociada a ella. Y no sin razón, a las deslocalizaciones, cierres industriales y perdida de actividad que ya llevamos sufriendo durante muchos años, pero justamente es en ese aspecto en el que los políticos (que para eso son elegidos), han de propiciar las vías de adecuación de las emisiones industriales agresivas a unos cánones medioambientales sensatos. Plegarse a los “lobbys” contaminadores es lo más fácil pero irresponsable, y sus consecuencias son las que se están sufriendo actualmente. Por lo tanto, las empresas contaminadoras con sus presidentes y consejeros al frente como los políticos de todos los rangos y colores deben de sentirse vigilados y corresponsables en la solución eficaz del problema.

Es de valorar en sus justos términos la lucha de los vecinos que se han manifestado y denunciado públicamente la situación, pero siendo muy positivo el externalizar el rechazo a las agresiones medioambientales y a la inoperancia política, se han de poner en marcha acciones más eficaces, haciendo uso de los cauces y recursos legales reconocidos para atajar este tipo de situaciones.

Es necesaria más que nunca la acción de la Justicia (no de la justicia prevaricadora, que también actúa) y para ello, habrá que dotarse de instrumentos adecuados, de recursos económicos, de asesores expertos y especialmente del compromiso y la voluntad propia de ciudadanos responsables. El tema no es sencillo, pero cuanto antes se inicie el camino, antes se podrá atajar e intentar solventar la situación.

En nuestras manos está el decidir el qué, el cómo, el cuándo y con qué grado de compromiso se abordará el problema.  Y ni que decir tiene que es necesaria la colaboración responsable de cuantas más personas, mejor. La situación, como se ha dicho, no admite ni demoras ni excusas. Ha llegado la hora actuar sensata y responsablemente.