Palentino. Del 81. Muy de su familia. Muy de su mujer y de sus dos hijos. Pablo Casado asume el mando de lo que fue la multinacional del voto de derecha y, a veces, de centro en España. Pero no ganó él solo. Le ayudó mucho el odio encirrado de Dolores de Cospedal a Soraya. Y no fue el único odio que le empujó. Soraya como número dos de Mariano se comió la inquina de mucha gente del partido y esa losa no la pudo levantar.
Los silencios tácticos, gélidos y tan gallegos de Mariano y Feijoo tampoco empujaron a la candidata Santamaría. Así es que Pablo Casado triunfa de rebote gracias a todo eso y a su doble mensaje sencillo y claro (la primera parte como pasa con Sánchez entra por los ojos): cara nueva y joven y algo tan de derechas como que al futuro se llega volviendo al pasado. Veremos.
Ese giro a la derecha más encerrada en sí misma parece ser la fórmula que ofrece para combatir a Albert Rivera. Pero no creo que a Rivera le vayan a doblegar eligiendo otro Rivera. Fidelizará sin duda el voto de los millones de mayores que quieren un PP conservador, muy conservador, de toda la vida. Pero ese regreso de Aznar tanto tiempo después dejará descubierto el flanco del centro, donde está la mina de las mayorías en España como descubrió Adolfo Suárez hace mucho.
Rivera lo sabe y juega a venderse como un nuevo Adolfo. Casado hace lo mismo. Pero es Sánchez, con el BOE de las promesas en sus manos, el que lo tiene más fácil para ocupar ese espacio central sin abandonar de todo la izquierda. Es Pedro Sánchez, que está en racha (le sale todo, hasta lo que no intenta), el que ha ganado de momento el congreso del PP. Su lugar en la izquierda moderada no peligra, mientras Podemos y Pablo Iglesias sigan en posturas más radicales. Y el centro también puede ser suyo, si Pablo Casado, el nuevo rey de Génova, y Albert Rivera, se parten la cara con su verborrea de vendedores sobre la derecha del ring. Chuck D, miembro de Public Enemy, dijo que «el rap es la CNN de los negros». Casado quiere ser el NODO de los conservadores, de esa España de los balcones con bandera que jalea en sus discursos.
¿Convencerá Casado a votantes más jóvenes de que la esencia de España es el PP y no Ciudadanos? ¿De qué la renovación está en Aznar? Difícil. Encima tiene que afrontar todo el viacrucis judicial por la corrupción, máster aparte. Casado con el subidón de adrenalina del triunfo y el ciego que da el poder («somos el partido de la vida y de la familia») no se percató de que, en realidad, le han dado el papel de protagonista en una tragedia griega. Casado siempre habla maravillas de su mujer.
Dice una frase muy clásica: «Me encanta. Se apunta a un bombardeo». Pues ella ya le puede ir dando consejos a su marido sobre qué hacer en los zafarranchos de los bombardeos.
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