Gastarse la paga

Pedro Armas
Pedro Armas EN VIVO

OPINIÓN

17 ene 2018 . Actualizado a las 07:03 h.

Los pensionistas acaban de gastarse en las rebajas lo que les quedaba de la paga extra, comprando para sus hijos y nietos, que se han vuelto unos consumistas compulsivos. Los pensionistas perciben la extra como un regalo, no como un derecho, a pesar de que sus exiguas pensiones sirven de soporte de las economías domésticas durante el resto del año porque la crisis ha colocado a los sucesores en peores condiciones que los progenitores. Para los pensionistas todo es extra, hasta el tiempo que les toca vivir. Les convencen de que el aumento de la esperanza de vida es un problema demográfico, no un avance propio del desarrollo. Les hablan mucho del envejecimiento de la población y poco de la vejez activa.

Algunos aún recuerdan que, en plena posguerra (autarquía, inflación, racionamiento, estraperlo, nacionalcatolicismo), Franco decidió repartir con carácter general una paga coincidente con la Navidad, a modo de aguinaldo del régimen. También recuerdan que, ya en democracia, el Estatuto de los Trabajadores consolidó esta gratificación, que perdió el sentido de extraordinaria desde que el salario bruto fue distribuido en 14 mensualidades. De hecho, el fondo para la extra es un préstamo sin intereses que los trabajadores adelantan por obligación a los empresarios. Argumentar que es un método de ahorro progresivo y un estímulo para el consumo en momento de gastos ineludibles no deja de ser un eufemismo. Sin ir más lejos, los economistas de nuestro entorno no lo comprenden.

Las cotizaciones dan para pagar las pensiones ordinarias mes a mes, pero no dan para pagar la extra. Hasta ahora el Gobierno sacaba el dinero de la hucha de las pensiones, pero ya no alcanza. El Gobierno ha vaciado la hucha, pero pide un préstamo al Tesoro por no romperla. Los burócratas europeos dilucidan si se trata de un préstamo o una transferencia, pero el Gobierno efectúa la paga y se endeuda con el Estado. El Gobierno presume de capacidad de ahorro, pero en los últimos cinco años ha sacado de la hucha de las pensiones más de 70.000 millones.

A los pensionistas parece no importarles que la paga provenga de la hucha o del crédito. Han visto como peligraba la extra de los funcionarios por tratarse de una gratificación y no de una parte del salario. Creen que su paga es más segura, porque otros piensan que su voto es más seguro. No dudan en gastarse la paga, pero ya dudan en ahorrarse el voto.