La explosión final del desafío secesionista ha generado un movimiento sísmico de tal magnitud que sus sacudidas políticas se dejarán sentir durante mucho tiempo. La primera onda ha catapultado a Ciudadanos, el partido con una posición más nítida en contra del proceso independentista, y ha hundido un poco más a Podemos, que nada en una ambigüedad tras la que se esconde su incapacidad para comprometerse con la realidad. Un desapego que a la larga se acaba pagando, porque en algún momento hay que pisar tierra y embarrarse las manos con las soluciones. Lo contrario es someterse al desgaste progresivo de quien no tiene nada nuevo que ofrecer. Algo que también sufren PP y PSOE, pero son partidos asentados y de larga tradición, capaces de resistir y reanimarse en el momento del voto. De todas formas, el sondeo mide solo el efecto de la primera sacudida. Habrá más y las consecuencias aún serán mayores. Es muy probable que nada vuelva a ser igual.
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