Estoy delgado pero no estoy sano: la báscula también nos puede engañar
¿Una persona sin barriga es más sana que otra con el abdomen abultado? Los estudios médicos rompen ciertos mitos
Los estereotipos físicos a veces esconden faltos mitos. Un ejemplo es nuestro propio cuerpo. Cuando nos miramos en un espejo y cuando mentalmente nos comparamos con otras personas solemos relacionar la delgadez con la salud. Una persona sin barriga es más sana que otra con el abdomen abultado. Un individuo que no engorda es saludable, todo lo contrario de otra persona con sobrepeso. Pero los estudios científicos ya están empezando a derribar los mitos sobre el peso como indicador de salud. ¿Estoy más sano porque estoy delgado? No necesariamente. Te lo explicamos.
Un estudio publicado en la revista Translational Research ha dado un paso revelador. Hasta ahora se había probado la existencia de sujetos obesos metabólicamente sanos, pero un último trabajo científico ha reforzado la tesis de que mantener un perfil metabólico saludable es más importante que el propio peso corporal. Es decir que mantener una alimentación saludable y equilibrada, practicar con regularidad ejercicio físico, realizar un buen descanso nocturno (dormir es sano) y registrar unos niveles de lípidos adecuados es prioritario, mucho más crucial que la medida de la báscula.
¿El espejo miente? Es un hecho que no engordar puede producir un efecto de engaño. Todos conocemos a amigos/as que no engordan pese a comer a todas horas, sin medida y sin control, que se despreocupan de su alimentación porque no le produce ningún efecto externo. Pero la verdad está en nuestro interior: una mala dieta y una vida sedentaria puede producir colesterol, aumento de tensión, triglicéridos altos, hígado graso o diabetes tipo 2, una enfermedad ligada a personas con obesidad pero también a las personas delgadas. Porque una persona puede no estar gorda pero acumular en su interior las grasas. Estudios médicos recientes sugieren que individuos delgados pero sedentarios, que no realizan ejercicio físico, corren el mismo riesgo cardiovascular que las personas con problemas de obesidad. Hay que tener claro un asunto: nuestro cuerpo está tramado a partir de elementos como agua, músculo, huesos, agua, etc. Dos personas pueden tener un mismo peso pero tener una distribución de grasa y músculo distinta.
La ventaja de no engordar externamente ya la conocemos: poder comer de todo, desde comida basura repleta de calorías a platos con excesos de azúcares pasando por grasas de baja calidad. Y tampoco tener la necesidad de realizar ejercicio físico. Todo ello tiene un notable impacto en nuestra salud y se verá reflejado también en nuestro sistema inmune, sustancial para la prevención de enfermedades. Elegir bien lo que comemos y bebemos es muy importante. Pero también realizar ejercicio con asiduidad. Mantener un nivel muscular óptimo es esencial: nos aporta movilidad, configura nuestras funciones metabólicas y mantiene en forma órganos como el cerebro, el hígado o el páncreas. ¿Nuestra poción para estar sano? Combina una dieta saludable con ejercicio, duerme lo que el cuerpo te pida. Y desconfía a veces de tu espejo.