Se esperaban más candidatos para hacerse con el mayor astillero privado de España, pero los documentos de manifestación de interés firmados y entregados a la consultora Kroll, encargada de gestionar la reestructuración de Hijos de J. Barreras se quedaron en nueve. Más de la mitad de los aspirantes se han quedado fuera de este primer tanteo, según fuentes conocedoras del proceso.
Y entre ellas se encuentran dos grupos asturianos afincados en el occidente de Asturias. Por una parte el grupo Armón, que surgió en Navia como cooperativa en 1963 y que cuenta con instalaciones Asturias y Galicia. El astillero que preside Laudelino Alperi está especializado en grandes y modernos buques pesqueros y se acaba de adjudicar el último oceanográfico licitado por el Instituto Español de Oceanografía. Ambos astilleros tienen carga de trabajo garantizada para los tres o cuatro próximos ejercicios.
Fuentes del proceso afirman que entre los ofertantes de esta primera fase no vinculante está también el grupo asturiano Gondán, cuya sede se encuentra en Figueras (Castropol), presidido por Álvaro Platero, a su vez presidente de la sociedad de pequeños y medianos astilleros españoles, Pymar. Entre Armon y Gondán suman cerca de 1.300 trabajadores y son empresas pujantes a nivel nacional: sumaron el 41% de toda la construcción naval de España en 2020.
A estas opciones que por su solidez y buena trayectoria en el sector llegarían acompañadas de carga de trabajo y garantías de futuro para Barreras se sumaría la oferta defendida por el nuevo dueño de Astilleros San Enrique, antiguo Vulcano, grupo Marina Meridional presidido por José Alberto Barreras, unido por vínculos familiares a Hijos de J. Barreras.
El esquema de venta trazado por Kroll ofrece dos alternativas: la compra de acciones del astillero con todo el pasivo contingente pendiente; o la compra de los activos. Los ofertantes que siguen adelante en la operación iniciada en septiembre han presentado sus respectivas propuestas económicas, de momento indicativas, pero de ellas se desprende que la opción preferente para hacerse con Barreras es la adquisición de la unidad productiva, es decir, de los activos libres de cargas económicas y sociales (con el menor número de trabajadores en nómina posible), para lo cual el astillero deberá garantizar que la concesión portuaria de la que disfruta es transferible al nuevo dueño, algo que Barreras confía en sacar delante.
En este caso, la oferta ganadora, según fuentes del proceso, será la que ponga sobre la mesa la mayor suma por el astillero, pero, además, se valorarán el plan industrial, la solvencia financiera y el porcentaje de plantilla que esté dispuesto a asumir.
Fuentes del proceso aseguran que la alternativa de adquirir Barreras a un precio simbólico (se habla de 1 euro), encierra demasiadas incertidumbres, a juzgar por las ofertas presentadas. Y es que el nuevo dueño del astillero estaría obligado a asumir dos riesgos de calado. El primero, el juicio por la cancelación de contrato de dos cruceros que enfrentará en la Corte de Londres a Barreras contra la naviera noruega Havila en junio del 2022, y en el que el astillero se juega el pago de 36 millones de euros o ser compensado, en el caso de ganar el litigio. A este riesgo hay que añadir el posible contencioso con el que amenaza la naviera canaria Armas por el pago de 28 millones de euros para la construcción de un ferri que no salió adelante. Fuentes de Barreras explican que podrían negociar un mutuo disenso, mediante un proceso de arbitraje, para extinguir la obligación de indemnizar a ninguna de las partes.
Kroll tenía previsto cerrar una lista de entre cinco y siete ofertas vinculantes a principios de diciembre, pero todo apunta a que, en el mejor de los casos, serán contados los aspirantes que siguen adelante con intención de llegar a la fase final de adquisición de Barreras, en un proceso de concurrencia competitiva que debería de cerrarse el 31 de diciembre o, en todo caso, durante los dos primeros meses del 2022.
Entre tanto, la plantilla del astillero vigués sigue acogida a un expediente de regulación temporal de Empleo (ERTE), forzado por la falta de carga de trabajo, después de que The Ritz Carlton Yacht Collection, todavía dueño de Barreras junto con el fondo de inversión Oaktree (a través de la sociedad con sede en Malta Cruise Yacht Ltd) decidiera llevarse el crucero que construía en la ría de Vigo al astillero santanderino Astander.