El Observatorio de la Salud sitúa a los vecinos de la ciudad entre los más sedentarios de Asturias y entre los que menos cuidan su dieta
22 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Pese a que de unos años a esta parte es cada vez más habitual ver a corredores entrenando por las calles y a que la actividad de gimnasios y equipamientos deportivos públicos parece aumentar, el mens sana in corpore sano no acaba de calar en Gijón. Buena muestra de ello son los últimos datos del Observatorio de la Salud en Asturias, que sitúan a la villa de Jovellanos a la cola del Principado en lo que se refiere a la actividad de sus vecinos.
En el subapartado de estilos de vida de este estudio, dentro de los factores determinantes de la salud de los asturianos, uno de los elementos que se analizan es el que se corresponde con el sedentarismo, es decir, la frecuencia relativa medida en porcentaje de los vecinos que pasan sentados la mayor parte de la jornada. Gijón ocupa el puesto 67 entre los 78 concejos de Asturias en cuanto a prevalencia del sedentarismo. Tineo, Mieres, Siero y San Martín del Rey Aurelio son los concejos asturianos en los que los ciudadanos reconocen desarrollar una mayor actividad física en su día a día.
Gijón también suspende, de acuerdo con el análisis del observatorio dependiente de la Consejería de Sanidad del Principado, en la prevalencia de una dieta inadecuada, comprendida esencialmente como aquella en la que se consumen frutas y verduras de modo insuficiente (menos de tres veces por semana) y se da una ingesta excesiva de comida rápida y bebidas azucaradas. El concejo ocupa en este apartado el puesto 63, por lo que ha perdido doce posiciones con respecto al estudio realizado en 2017.
Mario Margolles, de la Dirección General de Salud Pública del Principado y supervisor del observatorio, explica que «siempre en las ciudades grandes hay mucha dualidad». En esta línea apunta a que los jóvenes gijoneses y, en general, los del resto de la región, «hacen menos deporte del que deberían», en muchas ocasiones por los cambios en las rutinas laborales o las obligaciones personales y familiares.
«Gijón a veces sale mal en los indicadores por ser una gran urbe. En las ciudades hay vecinos de muy diferente tipología, de manera que hay personas muy preocupadas por la salud, más incluso que en las zonas rurales, pero también gente más descuidada», puntualiza.
Margolles apunta que el tiempo mínimo que se debería dedicar al ejercicio físico son «dos horas y media a la semana repartidas, al menos, en media hora diaria de ejercicio, con una actividad que sea mínimamente exigente». Recuerda que en el caso de los niños, lo mínimo tendría que ser «una hora cada día».