Jóvenes hartos de la polución llenan las principales avenidas de la zona oeste de Gijón con mensajes sobre los efectos de los contaminantes atmosféricos que, en los últimos meses, han superado frecuentemente los valores tolerables para la salud
31 dic 2018 . Actualizado a las 13:22 h.«Los fetos y los niños son más vulnerables a los tóxicos ambientales». «La mitad de las mediciones en los diez primeros días de octubre rebasaron los límites permitidos de PM10. ¡No importamos!». «Los mayores picos de contaminación de Asturias se registraron en El Lauredal. A las instituciones no les importa la salud de los vecinos de La Calzada». «Trabayu sí, contaminación non». Y así decenas de mensajes, junto a simbólicas mascarillas blancas, colocados en farolas y diverso mobiliario urbano desde El Cerillero hasta El Natahoyo. En toda la zona oeste de Gijón, la más afectada históricamente por una contaminación atmosférica que, en todo caso, este diciembre que ya termina alcanzaba picos contaminantes muy por encima de lo tolerable para la salud de las personas en otros barrios como Cimavilla, La Arena, Roces, Montevil o Pumarín.
Los jóvenes que forman parte de La Rede Xixón Oeste, hartos de respirar aire contaminado, dedicaron la noche del sábado a llenar las principales avenidas de estos barrios con titulares y mascarillas para visibilizar y concienciar sobre un «fantasma« que recorre las calles en las que viven casi a diario. «Durante estos últimos meses hemos visto cómo se superaban frecuentemente los límites permitidos de contaminación, por ejemplo en partículas PM10 y benceno», indican, recordando que «estas sustancias están relacionadas directamente con un aumento de los casos de cáncer».
En estos meses, añaden, ha habido hasta diez días seguidos en los que se superaban los «niveles legales de contaminación» y en los que ha sido durante la noche cuando se han detectado los más altos. «No es de extrañar que la zona centro de Asturies, y más en concreto las zonas aledañas a la industria, son las que presentan tasas de cáncer de las más altas del Estado.
La contaminación es endémica en los barrios obreros, viene inherente al ADN de la clase trabajadora», dicen, «es un problema de clase social que, desde las élites económicas y políticas, que viven alejadas de los núcleos de contaminación, no sea una prioridad abordar. Y más, porque hasta hace no mucho no existía conciencia entre la gente sobre este problema».
Estos jóvenes que quieren insistir en esa labor de concienciación sobre un problema que afecta a su salud aseguran que no están en contra de la industria. «Es nuestro sustento económico, pero a día de hoy existe tecnología para compatibilizar la actividad industrial con la reducción de los niveles de contaminación». Ponen ejemplos: filtros de mangas, plantas desulfuradoras, desnitrificadoras o precipitados electrostáticos. «Es una cuestión de inversión. Supuestamente, la inversión está prevista para este año, pero ya no nos creemos nada», indican. También se preguntan por qué las instituciones «ya no pueden hacer nada» y por que «tienen las manos atadas». «O ponemos fin a esto o cada vez vamos a estar peor», consideran.