Lidia Folgar, nutricionista: «Hay niños con dieta vegana que se alimentan infinitamente mejor»

CARME D. PROL / M. V

SABE BIEN

Nutrición y falsos mitos son dos cosas que parecen ir de la mano. Para desmentir algunos hablamos con una profesional sobre la prohibición de tomar ciertos alimentos en algunas dietas, la alimentación vegana en bebés y niños o el ayuno intermitente

30 ago 2021 . Actualizado a las 09:04 h.

Cada vez se habla más de nutrición y cada vez hay más dudas. Creencias tradicionales se mezclan con mitos que nacen en redes sociales y se expanden. La dietista nutricionista Lidia Folgar se dedica a luchar contra falsos mantras y promover un buen estilo de vida. Además de trabajar en su clínica, especializada en alimentación infantil y en la relación con la comida, se dedica a divulgar sobre hábitos saludables en redes sociales y en televisión. Ha publicado libros como Aprende a comer solo, sobre el método baby-led weaning, o La salud en tu plato, sobre cómo dirigir nuestra alimentación a una rica y equilibrada. Sobre esto último nos da algunas claves, como la importancia de saber interpretar el etiquetado de los alimentos o qué tiene que tener una dieta para ser saludable.

—¿Cuál es la clave de una buena alimentación?

—Tiene que tener presencia de verduras, hortalizas y frutas a diario y la presencia mayoritaria en el plato debe ser de alimentos de origen vegetal mínimamente procesados. Con una presencia muy minoritaria de azúcares añadidos, grasas de mala calidad, harinas refinadas y sal.

—¿Crees que debido a ciertas dietas se demonizaron alimentos como el pan o la pasta?

—Hay muchos mitos derivados de las dietas, en concreto de las dietas milagro. Cada tipo de dieta suele demonizar un grupo de alimentos y las personas que la siguen acaban reproduciendo esos patrones después, evitando alimentos que no son necesarios evitar o incluso sintiendo culpa tras su ingesta. En caso de que queramos consumir pan, que no es imprescindible, lo que hay que hacer es comprar uno que sea bueno, integral y sin azúcares añadidos. En el caso de la pasta lo mismo, intentar que sea integral.

—¿Cada vez vemos más interés en redes sobre temas de alimentación, estamos más concienciados?

—Yo creo que sí. Hay una tendencia creciente por preocuparse por la salud y por los hábitos alimentarios. Los consumidores buscan más información sobre este tema, para poder tomar decisiones conscientes. También la industria alimentaria se empieza a hacer eco de ello, sacando nuevos productos y cambiando la composición nutricional por esta nueva demanda.

—¿Sabemos distinguir cuando seguimos a un profesional de la nutrición y cuando a un gurú de redes?

—La mayoría de las personas no diferencian de quién están recibiendo el consejo, pocas personas saben lo que es un dietista nutricionista y que es una carrera sanitaria independiente. El término nutricionista hoy en día se usa alegremente para cualquiera que se dedica a dar consejos de nutrición, tenga o no alguna carrera sanitaria o siendo simplemente un influencer que aconseja en base a sus conocimientos propios. Además, la nutrición es una ciencia reciente y hay muchas cosas que faltan por saber. Es importante mantenerse actualizado porque las recomendaciones pueden cambiar.

—¿Qué problemas nutricionales detectas con más frecuencia?

—Lo primero, en la alimentación infantil porque empeoró mucho en los últimos años. Puede ser por desconocimiento o porque cada vez hay menos tiempo para dedicar a la familia. Hay un auge de productos procesados para niños que supuestamente dan la solución a esas prisas de no tener tiempo para la alimentación. Veo un gran problema ahí porque en esa etapa se gestan las preferencias alimentarias en relación con la comida. También destacan los mitos derivados de ciertas dietas y de los medios de comunicación que fomentan la creencia de que hay alimentos buenos y malos. En general, muchas personas creen que saben lo que tienen que hacer y su idea de alimentación saludable es insostenible, difícil de mantener y se basa en «pechuga con lechuga», como le suelo llamar yo.

—¿Cómo se mejora la relación con la comida?

—En muchos casos es algo que hay que trabajar también con una psicóloga especializada porque es un problema más profundo que puede ser derivado de muchas cosas. La base es que no se trabaja desde la prohibición, no hay alimentos que no debamos comer. Y trabajamos las causas que originan las malas conductas alimentarias, si son creencias erróneas, si es ansiedad, el estigma del peso, no saber cocinar adecuadamente, un trastorno alimentario...

—¿Por qué es importante saber interpretar las etiquetas de los productos?

—Para poder hacer elecciones conscientes. No es lo mismo elegir un producto sabiendo lo que es y si me compensa su sabor, el precio y el valor nutricional, que hacer esa elección basándome en el márketing de ese producto, es decir, en lo que me quieren vender que es. Aunque el etiquetado de los alimentos cumple la legislación nos suelen engañar intencionadamente porque saben que la mayoría de consumidores desconocen la función del etiquetado. Entonces camuflan de saludable productos que no lo son. Muchas veces compramos cosas que nos gustan menos de sabor o que son más caras, pensando que son mejores, incluso productos infantiles, cuando no es así. Así podemos saber que un producto es de un peor perfil nutricional y, como es un antojo, lo queremos comer, pero ahí ya es una elección consciente, no es elegir un producto pensando que es mejor cuando no lo es.

—¿En qué nos tenemos que fijar cuando leemos una etiqueta?

—Por ejemplo, si es un producto que lleva cereales o derivados, en que sean integrales en el máximo porcentaje posible. Que el producto no lleve azúcares añadidos y que si los lleva que sea en una cantidad pequeña. O que esté elaborado con una grasa de buena calidad y que no tenga un alto contenido en sal.

—¿La dieta vegetariana o vegana es adecuada para bebés y niños?

—Que se adecuada nutricionalmente o no, no depende de que sea vegetariana, vegana o omnívora, sino de la calidad de la dieta. Tenemos bebés alimentados con dietas omnívoras con bajo perfil nutricional porque toman productos azucarados a diario o productos ultraprocesados de mala calidad y tenemos niños veganos que se alimentan infinitamente mejor. Al final no depende de si consumen alimentos de origen animal sino de la información de la familia y del interés que tengan por una alimentación saludable.

—Se habla mucho ahora del ayuno intermitente, ¿es una buena práctica?

—Hay estudios sobre los beneficios para la salud de estar muchas horas sin comer pero falta mucho por saber. Los últimos análisis dicen que esas mejorías tanto en el peso como en los marcadores de salud se deben a la restricción energética y no al ayuno. Es decir, es más probable que personas que se pasan muchas horas sin comer o que lo hacen pocas veces acaben por comer menos que aquellas que hacen cinco comidas al día. Entonces, se pueden encontrar los mismos beneficios con una alimentación saludable y ajustada a nivel energético sin ayunar. El problema es que mucha gente que no tiene buenos hábitos o una mala relación con la comida está llevando a cabo esta práctica. Así tienen una dinámica de restricción y atracón, de horas en las que aguantan el hambre y horas en las que pueden comer sin control, empeorando aún más esa relación con la comida. Aún falta por saber en estudios a largo plazo cuáles son las consecuencias a nivel del impacto en las conductas alimentarias del ayuno intermitente. De todas formas, en la clínica ya estamos viendo casos de personas que han desarrollado un trastorno alimentario por causa del seguir el ayuno intermitente durante un tiempo sin estar preparadas para ello.