El central está a la espera de certificar el título que heredó de su abuela
18 ene 2023 . Actualizado a las 07:49 h.La vida del futbolista está plagada de constantes cambios. De nuevos destinos. De maletas. De aprendizaje. Jordi Amat (Canet de Mar, 1992) es un ejemplo de todas estas premisas. El defensa central militó en la liga española en equipos como el Espanyol, el Rayo Vallecano y el Betis. También jugó cuatro temporadas en el Swansea, de la Premier League y otros tres clubes en la liga belga. Un periplo que, como viene siendo tendencia en los últimos años, ha culminado con un destino exótico. Amat eligió disfrutar de los últimos años de su carrera en la Superliga de Malasia. Hasta ahí, podría ser la historia de cualquier jugador que se aproxima a la retirada. Pero el relato de Amat lleva consigo tintes monárquicos.
El central, de 30 años, fichó el pasado verano por el Johor malasio, con el que llegó a disputar los octavos de final de la Champions asiática. La abuela del jugador es de Indonesia y aunque la rivalidad con Malasia sigue presente, era una manera de estar cerca de las raíces de su familia. Ir a jugar al país no fue la única decisión que tomó Amat, sino que también solicitó la nacionalidad indonesia, que le fue concedida el pasado noviembre. El central catalán juró bandera en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Indonesia y se convirtió en ciudadano de pleno derecho.
El futbolista, que vistió todas las camisetas de las categorías inferiores de la selección española (desde la sub-17 a la sub-21), nunca llegó a enfundarse la de la absoluta, algo para lo que ya está disponible ahora con la selección indonesia. Pero su historia no queda ahí.
Tataranieto del rajá de Siau
La abuela de Jordi Amat, es princesa de Siau, una de las islas más importantes de Indonesia, con una población de 22.000 habitantes. Un título que se transmite de forma hereditaria, desde que el tatarabuelo del futbolista era el rajá de Siau, un privilegio nobiliario equivalente a rey tradicional en el sudeste asiático. Por descendencia, Amat fue recibido oficialmente en el Consejo Real del Sultanato de Nusantara el 1 de julio del 2022 y recibió el título de Pangeran (Príncipe). «Solo estamos esperando que me entreguen el documento para certificar el título», agregó.
«Mi abuela me contaba historia de pequeño de que yo era el príncipe heredero de una región de Indonesia», confirmó el jugador a medios locales cuando obtuvo la nacionalidad.
La adaptación a su nuevo papel va más allá. Amat mostró además su disposición para formarse y dominar el idioma bahasa para comunicarse, tanto con sus compañeros en el combinado nacional como con los habitantes de la isla de la cual es heredero.
Tras once años en la élite del fútbol español, el jugador de Canet de Mar aspira ahora a ser príncipe de Indonesia. «Estoy muy contento y orgulloso de ser ciudadano indonesio y también lo está mi familia. No tengo palabras para describir mis sentimientos ahora mismo», reconoció Amat en el momento de su nacionalización.
Un cambio rotundo en el guion de la vida deportiva de Jordi Amat. Unas circunstancias que pueden provocar que en unos años, un futbolista nacido en España forme parte de la realeza indonesia. Y también en lo deportivo, donde, por fin, pudo vestir la camiseta de la selección absoluta en la AFF Cup, el gran torneo de selecciones que se disputó después del Mundial y que enfrenta a las diez mejores de la región asiática.
De Al-Attiyah a Olaf V, coronados y medallistas
El caso de Jordi Amat es el primer caso conocido en el fútbol español. Sin embargo, son muchos los miembros de la realeza que han participado tanto en los Juegos Olímpicos como en otras competiciones. Lo inusual en el caso del futbolista es que sucede a la inversa de lo que suele ser habitual. Primero fue deportista y luego descubrió su pertenencia a una familia real.
El primer monarca en subir al podio fue Olaf V de Noruega, colgándose un oro en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 en la disciplina de vela. Su familia siguió con la afición por el deporte. Su hijo, el rey Harald, fue olímpico en Tokio en 1964, en México 1968 y en Múnich 1972, también en vela. Su nieta, Ingrid Alexandra de Noruega, segunda en la línea de sucesión, se proclamó campeona de surf en categoría júnior el pasado mes de octubre.
La familia real española también ha mostrado su afición por el deporte. Durante muchos años, fue habitual ver al rey emérito, a Felipe VI o a la infanta Cristina participando en regatas. La reina Sofía tomó parte en los Juegos de Roma, aunque como reserva del equipo de vela. La infanta Elena se decantó por la hípica, al igual que la princesa Haya de Jordania, que fue olímpica en Sídney 2000.
Alberto de Mónaco ha participado en cinco Juegos de Invierno (desde 1988 hasta el 2002), compitiendo en bobsleigh. Su mujer, la sudafricana Charlene era nadadora y estuvo en Sídney 2000.
El miembro más conocido de la realeza en activo es el vigente ganador del Rally Dakar, Nasser Al-Attiyah, primo del actual emir de Catar. Con 18 años empezó a competir en ralis, pero durante siete años no pudo hacerlo porque el presidente de la federación de su país pertenecía a una familia rival de Al-Attiyah. Decidió practicar tiro, disciplina que lo llevó a los Juegos de Atlanta 1996, Sídney 2000 y Atenas 2004.